Él llora y yo también

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Él llora y yo también

Él lloró, yo lloré esnifando las primeras congojas nasales, intentando disimular mis trágicos pasares con poca eficacia. Seguramente él también, pero no sé. No sé porque yo lloro a solas, de espaldas y con la cabeza apuntando al suelo, así las lagrimas llegan más rápido y el llanto es más corto. Él llora lavando trastes, manteniendo las manos ocupadas y confundiendo sus penas en detergente.
Yo lloro por una cuestión de suerte poética, escribo cómo lloro y no porqué. Quizás sea la poesía el detergente que lava mis culpas y mis penas. No lo sé.

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