CAPÍTULO 12

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En la cárcel del Condado de Santa Clara, Ashley Patterson estaba sentada en su celda, demasiado traumatizada para encontrarle sentido a lo que le ocurría. La alegraba estar en la cárcel porque los barrotes la mantendrían a salvo de quienquiera le estaba haciendo eso a ella. Se envolvió la celda alrededor de ella como una manta y trató de apartar de su mente las cosas espantosas e inexplicables que le estaban sucediendo. Toda su vida se había convertido en una horrenda pesadilla. Ashley evocó los misteriosos sucesos de los últimos tiempos: que alguien hubiera entrado en su departamento y le hubiera hecho jugarretas... el viaje a Chicago... lo que apareció escrito en el espejo del baño... y ahora, la policía que la acusaba de hechos inconfesables sobre los que ella no sabía nada. Había una terrible conspiración contra ella, pero no tenía idea de quién era su autor ni cuáles eran sus motivos.
Temprano esa mañana, uno de los guardias se acercó a la celda de Ashley.
-Tiene visita.
El guardia condujo a Ashley a la sala de visitas, donde su padre la aguardaba.
Él se quedó allí de pie, mirándola con expresión apenada.
-Querida, no sé qué decirte.
Ashley le susurró:
-Yo no hice ninguna de las cosas horribles de que me acusan.
-Ya lo sé. Alguien ha cometido una tremenda equivocación, pero ya lo solucionaremos.
Ashley miró a su padre y se preguntó cómo había podido en algún momento pensar que él era culpable.
-... no te preocupes -le estaba diciendo-. Todo estará bien. Te conseguiré un abogado. David Singer. Es uno de los jóvenes más brillantes que conozco. Él vendrá a verte. Quiero que le cuentes todo.
Ashley lo miró y dijo:
-Papá, yo no sé qué decirle. No sé qué está sucediendo.
-Ya llegaremos al fondo de esto, querida. No permitiré que nadie te lastime. ¡Nadie! ¡Nunca! Significas demasiado para mí. Eres todo lo que tengo, querida.
-Y tú eres lo único que tengo yo -le susurró Ashley.

El padre de Ashley se quedó allí otra hora. Cuando se fue, el mundo de su hija se redujo a la pequeña celda en que estaba confinada. Se acostó en el catre y se obligó a no pensar en nada. Esto terminará pronto y descubriré que sólo fue un sueño... Sólo un sueño... Sólo un sueño... Y se quedó dormida.

La voz de un guardia la despertó.
-Tiene una visita.
La llevaron a la sala de visitas y Shane Miller se encontraba allí, esperando.
Se puso de pie cuando Ashley entró.
-Ashley...
Su corazón comenzó a golpearle en el pecho.
-Oh, Shane... -Jamás se había alegrado tanto de ver a alguien. De alguna manera, sabía que él vendría y la liberaría, que él arreglaría todo para que la soltaran.
-Shane, ¡cuánto me alegro de verte!
-Y yo me alegro de verte a ti -dijo Shane con incomodidad. Paseó la vista por esa triste sala de visitas. -Aunque debo confesar que no en estas circunstancias. Cuando me enteré de la noticia, yo... yo no pude creerlo. ¿Qué ocurrió? ¿Qué te movió a hacerlo, Ashley?
El color desapareció lentamente del rostro de Ashley.
-¿Qué me movió a...? ¿Tú crees que yo...?
-No importa -se apresuró a decir Shane-. No digas nada más. Sólo tendrías que hablar con tu abogado.
Ashley permaneció allí de pie, mirándolo fijo. Él la creía culpable.
-¿Para qué viniste?
-Bueno, detesto tener que hacer esto ahora, en estas circunstancias, pero... bueno, la compañía prescinde de tus servicios. Quiero decir, como es natural, no podemos darnos el lujo de estar relacionados con algo como esto. Ya es bastante malo que los periódicos hayan mencionado que trabajas para Global. Lo entiendes, ¿verdad que sí? En esto no hay nada personal.

Mientras conducía el auto hacia San José, David Singer decidió qué le diría a Ashley Patterson. Primero trataría de averiguar todo lo posible de los labios de ella, y después le pasaría la información a Jesse Quiller, uno de los mejores penalistas del país. Si alguien podía ayudar a Ashley, ése era Jesse.

Condujeron a David a la oficina del sheriff Dowling. Él le entregó su tarjeta al sheriff.
-Soy abogado. Estoy aquí para ver a Ashley Patterson y...
-Lo está esperando.
David lo miró, sorprendido.
-¿Ah, sí?
-Sí. -El sheriff Dowling miró a un asistente y le hizo señas con la cabeza.
El asistente le dijo a David:
-Por aquí.
Condujo a David a la sala de visitantes y algunos minutos después trajeron a Ashley de su celda.
Ashley Patterson fue una total sorpresa para David. La había visto una vez, años antes, cuando él estaba en la facultad de derecho y ella conducía el auto de su padre. Le había parecido a David una joven atractiva e inteligente. Ahora, en cambio, estaba frente a una mujer joven y hermosa con miedo en la mirada. Ella se sentó frente a él.
-Hola, Ashley. Soy David Singer.
-Mi padre me avisó que vendría -dijo ella con voz temblorosa.
-Sólo vine a hacerle algunas preguntas.
Ella asintió.
-Antes quiero que sepa que cualquier cosa que me diga será confidencial. Quedará sólo entre nosotros dos. Pero necesito conocer la verdad. -Vaciló. No había pensado llegar tan lejos, pero quería estar en condiciones de darle a Jesse Quiller la mayor cantidad de información posible a fin de persuadirlo de que tomara el caso. -¿Mató usted a esos hombres?
-¡No! -en la voz de Ashley hubo convicción-. !Soy inocente!
David sacó una hoja de papel del bolsillo y lo miró.
-¿Conocía usted a Jim Cleary?
-Sí. Nosotros... íbamos a casarnos. Yo no tenía ningún motivo para lastimar a Jim. Lo amaba.
David observó un momento a Ashley y después volvió a concentrarse en el papel.
-¿Qué me dice de Dennis Tibble?
-Dennis trabajaba en la misma compañía que yo. Lo vi la noche en que lo mataron, pero yo no tuve nada que ver con eso. Estaba en Chicago.
David observaba el rostro de Ashley.
-Tiene que creerme. Yo no tenía ninguna razón para matarlo.
David dijo:
-Está bien. -Volvió a mirar el papel. -¿Cuál fue su relación con Jean Claude Parent?
-La policía me preguntó sobre él. Jamás lo oí nombrar. ¿Cómo podría haberlo matado si ni siquiera lo conocía? -Miró a David con expresión de súplica. -¿No lo entiende? Tienen a la persona equivocada. Arrestaron a la persona equivocada. -Comenzó a llorar. -Yo no maté a nadie.
-¿Y Richard Melton?
-Tampoco sé quién es.
David aguardó a que Ashley se tranquilizara.
-¿Y qué me dice del detective Blake?
Ashley sacudió la cabeza.
-El detective Blake se quedó esa noche en mi departamento para protegerme. Alguien me había estado siguiendo y amenazando. Yo dormí en mi habitación y él, en el sofá del living. Ellos... ellos encontraron su cuerpo en el callejón. -Le temblaban los labios. -¿Por qué habría yo de matarlo? ¡Si me estaba ayudando!
David estudiaba a Ashley, intrigado. Hay algo que está muy mal, pensó. Ella me está diciendo la verdad o es una actriz excelente. Se puso de pie.
-Volveré en un momento. Quiero hablar con el sheriff.
Dos minutos después estaba en la oficina del sheriff.
-¿Y bien? ¿Habló con ella? -preguntó el sheriff Dowling.
-Sí. Y opino que usted está en aprietos, sheriff.
-¿Qué quiere decir, abogado?
-Significa que tal vez se apuró demasiado en hacer el arresto. Ashley Patterson ni siquiera conoce a dos de las personas de cuyo homicidio la acusan.
Una leve sonrisa se dibujó en los labios del sheriff Dowling.
-¿Así que lo engañó? A nosotros también.
-¿A qué se refiere?
-Se lo mostraré. -Abrió una carpeta que tenía sobre el escritorio y le entregó a David unos papeles. -Éstas son copias de informes del forense, del FBI, el resultado de un análisis de ADN e informe de Interpol sobre los cinco hombres que fueron asesinados y castrados. Cada víctima tuvo relaciones sexuales con una mujer antes de ser asesinado. Había restos de fluido vaginal y huellas dactilares en cada una de las escenas del crimen. Se suponía que había tres mujeres distintas involucradas. Pues bien, el FBI cotejó todas estas pruebas y, ¿a que no sabe qué se descubrió? Que las tres mujeres eran Ashley Patterson. Su ADN y sus huellas dactilares son positivas en cada uno de los homicidios.
David lo miró con incredulidad.
-¿Está... está seguro?
-Sí. A menos que piense que Interpol, el FBI y las oficinas de cinco forenses diferentes se proponen inculpar a su cliente. Está todo allí, doctor. Uno de los hombres que ella mató era mi cuñado. Ashley Patterson será juzgada por homicidio en primer grado, y la condenarán. ¿Alguna otra cosa?
-Sí. -David hizo una inspiración profunda. -Me gustaría ver de nuevo a Ashley Patterson.
Volvieron a conducirla a la sala de visitas. Cuando ella entró, David le preguntó con furia:
-¿Por qué me mintió?
-¿Qué? Yo no le mentí. Soy inocente. Yo...
-Tienen suficientes pruebas contra usted para incinerarla una docena de veces. Le dije que quería la verdad.
Ashley lo miró durante un minuto y, cuando habló, dijo en voz muy baja:
-Le dije la verdad. Es todo lo que puedo decirle.
Al escucharla, David pensó: Realmente cree lo que está diciendo. Está completamente loca. ¿Qué le diré a Jesse Quiller?
-¿Vería usted a un psiquiatra?
-No... sí. Si quiere que lo haga.
-Haré los arreglos necesarios.
Camino de vuelta a San Francisco, David pensó: Yo cumplí con mi parte del trato. Hablé con Ashley. Si ella realmente cree que dice la verdad, entonces está loca. Le conseguiré a Jesse, quien alegrará insania, y eso será el fin de todo.
Compadeció de veras a Steven Patterson.

"Cuéntame tus sueños" Sidney Sheldon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora