⑤ CAMBIOS

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     El titán me contó que fue un magnifico excavador, explicándome cómo solía hacer sus labores de minería; mas no tardó en solicitarme que evacuara la caverna, argumentándose en su experiencia, de que, si un derrumbamiento aconteciera de súbito, yo acabaría siendo aplastada por las piedras si él no alcanzara a salvarme.

     Ante su noble gesto de preocupación por mi bienestar, le obedecí; escuchándolo martillar sin cesar, y prorrumpiendo de vez en vez alguna maldición cuando los escombros le caían sobre sus pies. Aquella monotonía duró casi una hora, hasta que finalmente su voz celebró con un inmenso júbilo, llamándome por mi nombre, ávido de compartirme el fruto de sus esfuerzos.

     El furor de Breakdown fue tal, que apenas entré a ver su hallazgo, él me alzó en sus manos entusiasmado; y sonriéndome, me mostró una pared rocosa repleta de esas gemas azules.

     El gozo de su mueca, su cuidado al tomarme entre sus dedos, sus risas de satisfacción, y su empeño en hacerme participe de su dicha, me hicieron quererlo aún más. Cada una de sus monerías, su seria catadura, ahora infantil, y esa mirada llena de ilusión.

     Este gigante con alma de niño no sólo desenterró el tesoro que tanto buscaba, sino que también desempolvó las emociones de mi solitario corazón. Sentimientos que había enterrado en el olvido, creyéndome la mentira de que yo jamás... volvería a amar.

     —Te felicito, Capitán —celebré golpeteando su pecho con levedad—. Misión cumplida.

     —En parte se lo debo al mapa que te dejó tu padre —agregó viéndome a los ojos—. Gracias, Ivy... —titubeó—. Detesto admitirlo, pero... sin ti no hubiera encontrado esta reserva de energon, y tal vez... —suspiró—. Incluso ya estaría muerto.

     —Un placer, muchachote —alardeé para no llorar por lo emotivo de sus palabras, trepándome por su capo para sentarme en su hombro—. Para eso son los amigos.

     Aprovechando la salida, le propuse al grandulón que almorzáramos afuera de la cueva para admirar el paisaje; pues, mi querida y precavida madre, antes de marcharme de su residencia, me entregó un delicioso refrigerio para mi camino de regreso, al asumir que, como es mi hábito, deambularía por doquiera.

     —¡A comer! —exclamé hambrienta—. Buen provecho... supongo —le dije a Breakdown, que se sentó a mi lado.

     Jamás olvidaré esa tarde y su ocaso, ambos nos explayamos platicando nuestras anécdotas de vida; y profundizándonos en la charla aprendimos mucho el uno del otro. Abarcamos temas comunes que atañían a su mundo y el mío, respectivamente, y progresamos a los asuntos privados de cada uno; y en ese lapso comprendimos cuánta falta nos hacía deshacernos de las penas que arrastrábamos del pasado. Ser escuchados y consolados a plenitud por una compañía amena y cálida que no nos juzgara, señalara o aborreciera por los errores cometidos y dolores sufridos. En este punto descubrí la emotividad que Breakdown tanto se guardaba para sí, la cual liberaba a través de la adrenalina que le generaban las peleas, pues en ningún instante negó su talante salvaje y brutal; pero también agregó lo bien apreciadas que eran sus habilidades en las reparaciones por parte de su compañero Knock Out. De modo que Breakdown poseía un lado minucioso, dedicado, y sí, paciente.

     Tras regresar a casa, mi Capitán se lavó en el jardín mientras yo me sumergía en la bañera, y en la relajación del momento cavilé una noción que omití a causa de la fluida conversación que tuvimos: ¿Por qué Breakdown no se trajo consigo ninguna porción de energon para consumirla aquí?

𝖀𝖓 𝕸𝖎𝖑𝖆𝖌𝖗𝖔 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝕭𝖗𝖊𝖆𝖐𝖉𝖔𝖜𝖓 ~ {𝔗𝔉 𝔓𝔯𝔦𝔪𝔢}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora