② PASAJERO

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     En el viaje más inusual de mi vida, un titán transformable de origen desconocido me transporta a mi hogar, y mi curiosidad se desborda por miles de interrogantes respecto a él; lo que me tentó a indagar.

     —Y... ¿de dónde vienes?

     —Los de tu raza no deberían saber de nuestra existencia, así que no te responderé nada —me alegó gruñón—. Es más, te sugiero que no le reveles a nadie lo que pasó.

     —De acuerdo, Capitán malhumorado —renegué cruzándome de brazos.

     —De acuerdo, Capitán malhumorado —renegué cruzándome de brazos

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     —¿Por qué me llamas Capitán?, no te mencioné mi rango.

     —Por tu parche —le contesté cabizbaja y en tono dolido por su regaño anterior—. Pareces un pirata.

     —Oh...

     El silencio tras un disgusto siempre es fastidioso para mí, pero ante las negativas del grandote mis ánimos de platicar disminuyeron; por lo que sólo me limité a contemplar el cielo estrellado. Sin embargo, en mi semblante se reflejó la tristeza que sentía. Gesto que al parecer fue advertido por Breakdown a través de sus retrovisores.

     —Ammm... —balbuceó—. El punto que me indicaste todavía queda a un par de horas terrestres de trayecto.

     —A media hora de camino hay un pequeño hotel de paso, si quieres déjame ahí —sugerí desganada.

     Si bien perdí mi mochila, conservé mi cartera, mis llaves, y mi celular en las bolsas del pantalón, de manera que contaba con mi tarjeta de crédito para pagar un hospedaje.

     —No lo decía por eso —aclaró un poco torpe—. Estoy en una situación peligrosa, esos entrometidos de MECH podrían atacarnos, y mis obligaciones me exigen otras prioridades.

     —¿Ellos fueron los que cegaron tu ojo?

     —Sí... —El rencor en su voz fue tajante.

     —Malnacidos... —condené frunciendo el ceño y mordiéndome el labio inferior—. Cómo es que se atrevieron a semejante barbaridad.

     —¿Te enfurece lo que me hicieron?, pero si son de tu especie.

     —Jamás toleraré que se torture a un ser viviente. Y menos si se trata de un ser sensible como tú.

     Reflexioné mis propias palabras y caí en cuenta de que mi comportamiento hacia mi salvador resultó ser inmaduro y sin empatía.

     —Breakdown... —suspiré compungida acariciando su volante con delicadeza—. Perdóname por arruinar tu día a causa de mi intromisión. —Cerré mis parpados para reposar—. Ya no te molestaré.

     —No lo arruinaste... —confesó sentido—. Por el contrario, creo que fuiste mi «golpe» de suerte. —Rio amistoso—. Y... —titubeó—. Tampoco me molestas, Ivy...

     Entreabrí los ojos y atisbé que todos los espejos de Breakdown me reflejaban.

     —Eres muy... suavecito. —Palpé el revestimiento de piel del asiento—. Duro por fuera, pero mullido por dentro. —Me le acurruqué adormecida restregando mi mejilla en aquella textura, y se me escapó un bostezo.

     La rigidez de mi cuerpo se relajó demasiado por mi agotamiento físico, y el mental no demoró en fulminarme; por ello me dormí. Después de aquel carrusel de eventos mortales y excitantes emociones, era normal que me venciera el sueño. Y bajo nula noción de tiempo y espacio, me espabiló el potente rugido de un claxon.

     —¡Despierta! —respingó sacudiéndose.

     —¡Auch!, mis tímpanos... —Cubrí mis oídos con mis manos demostrando una mueca de suplicio—. Ya te escuché, no hacía falta tanta brusquedad.

     —Llegamos. —Abrió su puerta—. Bájate.

     Al descender de Breakdown imaginé que estaríamos en el hotel; mas me sorprendí de sobremanera al toparme con una fachada familiar. El fortachón se había tomado la molestia de traerme hasta mi casa.

     —Listo, cumplí. Es hora de marcharme.

     —Supongo que no te volveré a ver nunca, ¿verdad?... Lo que significa que esto es un... adiós.

     Breakdown permaneció mudo y encendió su motor, pero anticipándome a su partida, subí por su escalón y besé su espejo retrovisor, escabulléndome a tierra de nuevo en un brinco.

     —¡¿Eh?!... ¡¿por qué hiciste eso?! —exclamó atónito.

     —Un beso de cortesía para el Capitán, ¿no te gustó? —Reí traviesa—. ¿O prefieres que te bese en los labios?

     —¡No te burles de mí! —Bufó.

     —Disfruta el humor y no seas tan penoso, muchachote. —Inhalé profundo—. Detesto las despedidas. —Le di la espalda y avancé unos cuantos pasos—. Gracias por rescatarme. —Lo miré de reojo—. Si algún día necesitas refugio, eres bienvenido a mi cochera. Cuídate mucho, Breakdown.

     Una vez entré, Breakdown metió reversa y se giró en dirección opuesta, yéndose sin reproches. No obstante, al asomarme por la ventana para verlo una última vez, lo descubrí a unos metros adelante, y sus retrovisores lucían como si estuviesen al pendiente de mí. Entonces le saludé guiñándole un ojo, a lo cual reaccionó acelerando como un desquiciado, desvaneciéndose en la oscuridad de la calle vacía.


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     Ahora de mañana, al comunicarme con el servicio de grúas de mi confianza, les solicité que remolcaran mi camioneta a mi domicilio. No fue tarea fácil explicarles su colocación, pero no era la primera vez que la olvidaba por allí, y ellos siempre se las arreglaban para devolvérmela. Ya degustado mi desayuno, recordé lo acontecido anoche, consciente de que no fue un sueño. Incluso revisé los polvorientos vestigios de los neumáticos de Breakdown que aún se dibujaban en el asfalto. Aunque fue en ese instante que aprecié una anormalidad en tales huellas, ya que una hilera se dirigía rumbo a la parte trasera de mi vivienda.

     Tiré mi taza de café y corrí a confirmar mis sospechas. Vaya que acerté, justo al levantar la compuerta de mi, afortunadamente, enorme garaje, tropecé con un vehículo blindado de color azul, que para colmo, emitía un leve «ronquido».

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𝖀𝖓 𝕸𝖎𝖑𝖆𝖌𝖗𝖔 𝖕𝖆𝖗𝖆 𝕭𝖗𝖊𝖆𝖐𝖉𝖔𝖜𝖓 ~ {𝔗𝔉 𝔓𝔯𝔦𝔪𝔢}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora