the first order

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Se suponía que Kylo Ren sería el nuevo Emperador de la galaxia, pero un ligero cambio de planes lo había llevado a convertirse en el nuevo Líder Supremo, suplantando a su anterior mentor Snoke. Por ligero cambio de planes se refería a una metida de pata en grande, pues a pesar de haber recibido entrenamiento meticuloso, obligándolo a manejar sus emociones y separarlas de sus acciones, actuando como un verdadero Lord Sith, en el momento más crucial de su carrera en el lado oscuro había dejado que su compasión por la joven Jedi le nublara el juicio, y la había defendido a toda costa.

Había asesinado a su mentor por ella. Se supondría que tenía que acabar con la vida de Rey, ese era el plan desde un principio, incluso desde mucho antes de conocerla. Desde sus primeras visiones había previsto que llegaría una chica poderosa, sensible a la Fuerza, que sería crucial en su vida. Snoke le advirtió que su papel sería acabar con él, así que debía asesinarla primero. Era simple y sencillo, ¿qué poder podía tener una chatarrera sin ninguna especie de entrenamiento contra un Sith como lo era Kylo Ren?

Pero él, tonto e inocente, no pensaba en los encantos fuera de todo lo conocido que la chica tendría, y que usaría en su contra. Desde Takodana, al verla en el bosque con sólo un bláster para protegerse a ella y al droide... Algo se removió en su interior. En un principio, lo relacionó a la realización de la profecía que había llegado a él en forma de visiones; por fin había encontrado a la chica, era ella.

Kylo Ren no contaba con que la chica poseía habilidades más allá de su control. Su rostro levemente bronceado, probablemente producto de pasar toda su vida en el desierto de Jakku, sus fieros ojos que, aunque mirándolo con odio, parecían traspasarlo, ver dentro de él; y si podía hacerlo, después de haber sido conectados a través de la Fuerza, su percepción del otro había aumentado. Era una maldición, dejar que aquella chica pudiera ver y sentir el conflicto dentro de él. Se suponía que nadie debía saberlo, ni siquiera a sí mismo se permitía reconocer las dudas que lo desgarraban en dos bandos, y ahora una chatarrera creía fimemente que podía convertirlo a la luz sólo por tener el don de ver a través de él.

Rey podía ser muy inteligente, pero creer tanto en la luz que existía dentro de él la volvía una tonta. Kylo había matado a Han Solo, su padre; había matado a eso que lo unía a su pasado. También Luke Skywalker había muerto, y él había tenido algo que ver en eso. Casi asesinaba a su madre, casi la creyó muerta, pero él debería haber sabido mejor que nadie que deshacerse de Leia Organa sería un trabajo casi imposible. La luz lo llamó en aquel momento, antes de disparar, y él la dejó entrar. Alguien más disparó, pero la Fuerza también era poderosa en su madre; era hija de un poderoso Jedi luego convertido en Lord Sith, después de todo.

Darth Vader, su abuelo. Estaba cansado de vivir bajo su sombra. Cuando Rey le dijo que tenía miedo de que jamás sería tan poderoso como él, tenía razón, pero jamás lo admitirá en voz alta. Pensó en que debía encargarse de asesinar su pasado, matar cualquier cosa en su vida que ligara a Kylo Ren con Ben Solo, pero no encontraba la fuerza para hacerlo, porque llevarlo a cabo requería deshacerse de dos personas que aún estaban en su vida: su madre y Rey.

-No eres nada, pero no para mi.

La chica había comenzado a llorar, el reconocer que era verdad reflejándose en su rostro. Ante sus últimas palabras, se sorprendió, y él pudo sentir que, al menos por un momento, ella realmente consideró aceptar su propuesta. Pudo saborear a menos un poco el futuro que habría tenido con ella de haber dicho si, y una de sus visiones se habría hecho realidad.

Se había visto en el trono junto a ella, ambos vestidos de negro con sables de luz rojos. La fiereza de sus ojos seguía presente, el lado oscuro le sentaba bien a la chica, y eran felices uno a lado del otro. Los emperadores de la galaxia, líderes supremos, conquistando planetas, estableciendo regímenes... Pero ella había dicho que no. Él le ofreció la galaxia entera y ella dijo que no la quería. Recordarlo seguía doliendo, pero al menos tenía a Hux para desquitarse.

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