CAPÍTULO 05

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Cuando Jack por fin encontró la dirección por donde provenía aquel aroma, sólo pudo captar una parte de la espalda de un chico alto que era arrastrado por la salida de la cafetería

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Cuando Jack por fin encontró la dirección por donde provenía aquel aroma, sólo pudo captar una parte de la espalda de un chico alto que era arrastrado por la salida de la cafetería.

Era algo bastante extraño porque su lobo quería salir corriendo detrás de él y Jack se consideraba bastante razonable como para no perseguir a un completo extraño. Sin embargo, se sentía un poco mareado por lo mucho que aquella fragancia le había gustado.

Eucalipto y café.

El aroma había logrado cautivarlo y descolocarlo al mismo tiempo por lo inesperado que había sido. Desde que había llegado a la universidad, muchos alfas habían intentado llamar su atención soltando sus feromonas, pero a su lobo ninguno parecía gustarle lo suficiente puesto que sólo mostraba una cruda indiferencia ante cada una de ellas.

Aquello era algo que a Jack le había preocupado durante mucho tiempo. El hecho de que su lobo no pareciera querer congeniar con nadie era, a lo mucho, preocupante. El único alfa con el que se había sentido de forma "agradable", se había quedado en Los Ángeles, prometiendo esperar por su regreso con paciencia y muchos besos y abrazos.

Asher Angel era un tipo encantador, y a Jack le caía bastante bien. Lo suficiente para querer formar un noviazgo y permitirle cuidar de él en los últimos celos que tuvo estando en su ciudad.
Sin embargo, no importaba cuánto le agradara a Jack la compañía de aquel guapo alfa que le profesaba amor verdadero, ni lo mucho que se le conmoviera el corazón ante su romanticismo, pues su lobo parecía sólo sentirse cómodo.

Nunca una emoción e inquietud como la que había sentido aquella mañana le había golpeado en toda su vida. Y era bastante raro. Que por primera vez su omega hubiera reaccionado ante el aroma de... un alfa.

— ¿Quién era él? —preguntó a su amiga, sabiendo que ella, al igual que muchos, había presenciado cómo el muchacho era arrastrado fuera de la cafetería por una chica pelirroja.

— Se llama Finn —dijo Sophia, devolviendo su entera atención a la comida en su plato—. Miembro de la manada Wolfhard. Son la familia más respetada en Stowe porque poseen un encanto particular y habilidades muy desarrolladas.

— ¿Y tiene novia? —preguntó con curiosidad.

— No —respondió con dificultad porque tenía la boca llena. Tragó con lentitud y luego siguió hablando—. En realidad no sé mucho sobre él, suele ser bastante reservado y para casi todos es un completo misterio, pero algunos rumores cuentan que la única razón por la que no acepta a una de las tantas omegas que se le ofrecen continuamente, es porque está esperando a su pareja destina.

Y ahí se fue todo el encanto.

— ¿En serio? —preguntó con desagrado ante la confesión.

Y no es que importara tanto, pero a Jack siempre le había parecido una tontería. Lo de las parejas destinadas era puro cuento, y eran peor aún las personas que se lo creían. La luna no iba por la vida uniendo gente por puro capricho, y aún si fuera cierto, le parecía bastante forzado. No tener la libertad de decidir por sobre sus sentimientos y quedarse con alguien sólo por tener una compatibilidad así de fuerte. Cómo fuera, Jack nunca había visto un caso parecido, aunque había una que otra historia de sus antepasados que la verdad no le parecían del todo creíbles. Como la historia que decía que su bisabuelo había viajado por varias partes del mundo con tal de encontrar a la que fue su esposa y pareja destinada.

Jack no se veía haciendo algo por el estilo por nadie, y tampoco esperaba que alguien lo hiciera por él. Claro que sabía que en algún momento debía casarse y tener hijos, pero prefería creer que eso sería con un hombre como Asher quizás, un hombre que trabajara día con día en ganarse su confianza y en construir su relación de poco a poco.

De igual forma, se conformaba con saber que lo del destino era simple mito, y era suficiente con que el no creyera en eso.

— Sí —respondió Sophia.

— Pues qué desperdicio —dijo con falsa pena—. Va a quedarse esperando por alguien que no va a llegar.

Poco sabía Jack que en realidad el omega de Finn Wolfhard ya había llegado, que encontrarlo le había adelantado el celo y, lo más importante, que se trataba de él mismo.

Poco sabía Jack que en realidad el omega de Finn Wolfhard ya había llegado, que encontrarlo le había adelantado el celo y, lo más importante, que se trataba de él mismo

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El experto en parejas destinadas era él. Había leído cuentos sobre el tema desde que era un cachorro y había hecho cientos de investigaciones aferrándose a la idea de que él sería afortunado en encontrar al que sería el amor de su vida.

Y lo había pedido con tantas fuerzas, que debió haber creído más en las palabras de su madre cuando le dijo que sus deseos se harían realidad mientras lo deseara con todo el corazón. Se había dejado influenciar por los comentarios de su hermano y sus amigos, que casi había perdido la esperanza.

Ahora, mientras gruñía contra el colchón y se acariciaba la polla con fuerza, Finn se sentía estúpido. Claro que había escuchado sobre que el celo podía adelantarse cuando un lobo conocía a su pareja destinada, pero no creía que su suerte fuera tan desastrosa como para que le sucediera precisamente a él después de haber esperado toda su vida para aquel momento.

Como su celo estaba programado para dentro de un mes, ni a su madre ni a él mismo se les había ocurrido comprar supresores. Finn no era de usarlos mucho, prefería pasar sus celos como cualquier alfa sin compañero solía hacer: con unas buenas dosis de autocomplacencia. Pero en ese momento le habría gustado tener unos a la mano.

Ahora debía faltar un día entero a la escuela, y para colmo ni siquiera había podido mirarle a su omega el rostro. No sabía cómo era, desconocía su color de ojos, la forma de su nariz y la apariencia de sus labios.

Un gruñido gutural salió desde el fondo de su garganta cuando la liberación de su quinta paja llegó, y entonces se tumbó en la cama mirando el techo.

Lo único que le consolaba era que, en cuanto su celo terminara y él volviera a la escuela, podría buscar al chico llamado Jack y pedir su consentimiento para comenzar a cortejarlo como se debía. Esperaba que su omega estuviera tan contento de encontrarlo al fin como lo estaba el alfa.

Una sonrisa se dibujó en su rostro ante la ilusión que todo el asunto le provocaba, misma que se borró en cuanto se dio cuenta que una nueva erección había crecido entre sus piernas.

Una sonrisa se dibujó en su rostro ante la ilusión que todo el asunto le provocaba, misma que se borró en cuanto se dio cuenta que una nueva erección había crecido entre sus piernas

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cambiare los aromas de los chicos pq YOLO

TALKING TO THE MOON ; fack omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora