𝐓𝐓𝐓𝐌 | finn es un alfa
solitario que en secreto
le pide a la luna conocer
a su omega destinado.
jack es un omega
revoltoso que no cree
en las parejas destinadas.
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Sophia pudo darse cuenta de lo nervioso que estaba Jack apenas se saludaron para ir a la cafetería juntos.
Tenía ese aire inquieto que la omega pelirroja solía detectar con facilidad cuando provenían de otra persona, y miraba cada dos por tres a su alrededor en busca de algo. O alguien.
— ¿Te encuentras bien, Jack? —preguntó tranquila mientras abría sus tuppers con comida y fruta que su abuela le preparaba todas las mañanas.
— Sí —respondió distraído, desenvolviendo el sándwich que su madre le dio esa mañana.
— Pareces nervioso —comentó.
— No —negó, desviando su mirada hacia la entrada de la cafetería.
— ¿Seguro? —insistió.
Cuando Jack iba a responder, un chico carraspeó para llamar la atención de ambos omegas. Sophia lo identificó como Levi Miller, un beta un curso mayor que ella y dos que Jack.
— ¿Qué? —preguntó tosco Jack, cuando sintió que el muchacho le tocaba el hombro.
— ¿Está ocupado? —con la cabeza señaló el asiendo vacío a un lado de Jack.
— Sí —respondió—. Toda la mesa, de hecho —siguió, matando la oportunidad del chico para ligarse al bonito omega que no parecía interesarse en nadie—. Ya vete, tus amigos en la esquina te están esperando para que pagues la apuesta que efectivamente acabas de perder.
Levi frunció el ceño como muestra de indignación, y volteó a mirar a sus amigos que reían burlones en una de las esquinas de la cafetería, maldiciéndolos por haberle jodido la oportunidad de ganarse cincuenta dólares.
— ¿Te crees el puto rey del colegio? —preguntó, no queriendo lucir humillado tras ser descubierto.
— No, pero si me permites darte un consejo, yo te recomendaría no ir apostando por el culo de un omega atractivo, eso te arruina muchas oportunidades de ligue. Ahora largo —espetó.
El beta le sonrió con sorna.
— El asiento está vacío; me voy a sentar, no necesito pedirte permiso —dijo.
Pero antes de poder lograr su cometido, alguien jaló de su mochila con brusquedad, obligándolo a quedarse parado. Miller miró amenazante al sujeto que se atrevió a interponerse en sus acciones, cambiando por completo su semblante al notar que dicho sujeto era Finn Wolfhard. El alfa que parecía más dueño de la escuela que un simple estudiante.
Los ojos del mencionado brillaban en color rojo, y sus colmillos sobresalían de su dentadura en un claro gesto de furia.
— Te acaban de decir que está ocupado —siseó–. Ya vete.
