CAPÍTULO 08

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Habían muchas cosas que Jack nunca había comprendido y que, por consiguiente, lo hacían vivir en una permanente y constante frustración

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Habían muchas cosas que Jack nunca había comprendido y que, por consiguiente, lo hacían vivir en una permanente y constante frustración.

A veces se preguntaba cosas como el quién había inventado los idiomas y porqué no podía haber una lengua universal para todas las personas; también se preguntaba quién le había puesto nombre a los colores; e incluso se cuestionaba porqué las estrellas debían desaparecer cuando llegaba la noche. Jack tenía muchas preguntas, y eran muy pocas las que tenían respuesta; se irritaba con mucha facilidad cuando no lograba conseguir respuestas lógicas para las dudas que tenía, y en situaciones así su ánimo solía ser demasiado explosivo.

Como en ese momento, encontrándose en el patio trasero que Sophia le había mostrado una semana atrás y que ahora le servía de escondite. Los resoplidos constantes no faltaban, y comía con bastante molestia la manzana que su amiga le había regalado esa mañana; no lo hacía a propósito, pues más de una vez había intentado controlar esos ataques de frustración pero sin tener éxito alguno.

Y es que se sentía bastante confundido e irritado. ¿Por qué Finn Wolfhard, miembro de la manada más poderosa de Stowe, chico popular, inteligente, misterioso y terriblemente guapo, estaba preguntando por él en toda la maldita universidad? Llevaba exactamente una semana escuchando los murmullos de sus compañeros acerca de la insistencia que cierto alfa respetable y famoso tenía por encontrarlo. ¿Qué demonios quería?

Jack no deseaba encontrarse con él; había algo en su presencia que lograba ponerle los pelos de punta. Más allá de su encanto físico, existía esa maldita atracción que el castaño no lograba comprender; era como si fueran imanes, la conciencia se le nublaba y sólo existía ese necesidad constante de tenerlo más cerca. Nunca le había pasado una locura como esa; él no era la clase de omega insensato que perdía la cabeza por nadie, lo cual lo volvía todo más ilógico y extraño.

Toda su vida, desde que se había presentado como omega, había vivido con el miedo constante de generar algún tipo de dependencia hacia su alfa. Los enlaces le daban bastante pánico, y creía que el día que sus necesidades comenzaran a hacerse más grandes sería el mismo día de su perdición. Pero luego, cuando comenzó a notar que sus instintos parecían estar dormidos, su preocupación cambió de rumbo.

Nadie había podido explicarle el porqué ningún alfa o beta lograba despertar su interés tanto romántico como sexual. Estaba en la flor de su adolescencia, y en vez de disfrutar como cualquier chico de su edad, sólo lucía como un huraño amargado que no quería a nadie cerca. Esa era una de las principales razones del porqué sus amistades le duraban tan poco, y es que todos llegaban a creer que algo iba mal con él. Que él era defectuoso.

Incluso el mismo Jack llegó a pensarlo. Creía que algo terrible pasaba con su lobo, y había vivido muchos años preocupado por su futuro, pues era bien sabido que ningún alfa, omega o beta podía pasar tanto tiempo solo. Ellos iban en manada, y a Jack le preocupaba no poder crear la suya. La resignación llegó después, cuando conoció a Asher y se dio cuenta que, sin importar lo mucho que se esforzara, la atracción que sentía por el alfa sería mínima. Así que se mentalizó para afrontar la vida solitaria que el futuro le tenía preparada.

Pero, ahora, había un alfa intentar irrumpir en su vida y él no podía pensar correctamente una razón válida por la cual su lobo parecía retorcerse de alegría cada vez que alguien le decía que un tal Finn Wolfhard estaba preguntando cómo desquiciado por él.

Era estúpido.

— No importa lo mucho que te escondas, sabes que en algún momento vas a terminar encontrándote con él —le dijo Sophia viendo cómo las mejillas de su amigo estaban abultadas por la manzana en su boca.

Jack parecía una frágil ardillita malhumorada, y a la pelirroja se le escapó una sonrisa.

— Vamos, ríete de mi sufrimiento —replicó cuando la fruta bajó por su garganta.

— No es eso, es que te ves muy tierno —explicó mientras mordía su propia manzana.

— Es que no lo comprendo, ¿qué quiere de mí?

— ¿Por qué no se lo preguntas a él? Yo la verdad es que no tengo ni idea.

— Qué divertida eres —expresó con notable sarcasmo.

— ¿Por qué no quieres verlo? —preguntó curiosa.

— Me asusta —confesó bajito—. Nunca he sido muy... normal que digamos. Y suelo tomarme muy mal las situaciones que no logro comprender.

— Creo que todos somos un poco reacios a tomarnos bien las sorpresas, pero la vida está llena de esas, Jack. Ya deberías irte acostumbrando.

— Lo sé, pero aún así es complicado. Más bien, a mí me gusta complicarlo todo.

Sophia lo observó con una sonrisa comprensiva, y sin querer volver más tensa la conversación sólo siguió comiendo, permitiéndole a Jack volver a su mar de pensamientos.

— Tengo que volver a clase —informó la chica cuando el receso terminó—. Aún tienes una hora libre, ¿verdad?

— Sí —respondió con calma.

— Bueno, entonces nos vemos luego, Jack.

El aludido se despidió de su amiga con un ademán, y cuando estuvo solo decidió cerrar sus ojos un par de minutos para poder relajarse un poco bajo la sombra de aquel gran árbol. Pudo incluso haberse quedado dormido por lo cómodo que se sentía, de no ser porque a la par de minutos comenzó a sentirse inquieto. Como si alguien lo observara.

— Hola, Jack —el corazón se le aceleró porque aún si sólo había escuchado una vez aquella voz, recordaba muy bien a su dueño—. Me da gusto por fin encontrarte.

El castaño sólo pudo apretar con fuerza sus ojos antes de abrirlos con claro nerviosismo. La figura de aquel imponente alfa que le erizaba la piel y agitaba su corazón sin razón aparente estaba a pocos metros de distancia. Su semblante era serio, pero también había una inquietud emanando de él que confundió mucho más al pobre omega.

— Wolfhard —murmuró.

El pelinegro le dio una sonrisa ladina antes de volver a hablar.

— Entonces creo que es innecesario ir con las presentaciones —dijo con una calma que evidentemente no sentía—. ¿Has estado evitándome, Jack?

— No —respondió tosco—. Pero me tengo que ir.

Cuando hizo el amago de levantarse, Finn se acercó hasta él para detener su clara huida.

— ¿Qué quieres? —preguntó el castaño comenzando a irritarse.

El alfa lo miró con ojos calculadores, y a Jack le frustró más darse cuenta de lo cálidos que le parecían aquellos orbes oscuros como la noche.

— Tengo que hablar contigo.

La bomba ya se había activado. Sólo faltaba verla explotar.

 Sólo faltaba verla explotar

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gracias por leer

lxs amo <3

TALKING TO THE MOON ; fack omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora