fiesta en casa de Mary

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La música empezó a sonar mientras la casa se llenaba rápidamente, había comida y bebida por todas las mesas y en algunas esquinas. Mi grupo estaba en el centro del salón. Todos nos movíamos con mucho entusiasmo al ritmo de la musica y reíamos contando bromas y anécdotas.

-Venid, tenéis que conocer a mi primo, es muy simpático-dijo Mary

-Entonces será bien admitido-dije animada y todos reímos

Nos condujo hasta la puerta, había un chico de espalda ancha hablando con otro tipo, el otro reía mientras el que estaba de espaldas hacía gestos exagerados como si estuviera contando un chiste. Mary le abrazó por la espalda y cuando este se giró se abrazó a él como un koala. No se le veía la cara por el abrazo. Yo me puse a hablar con Lía cuando noté un golpecito en el hombro.

-Os presento a mi primo, Mauro-dijo Mary sonriente. Subí la cabeza cuando mis peores temores se confirmaron. Un chico con pelo azabache y ojos verdes, con una camisa abierta por arriba y unos pantalones caídos. Sin duda, el peculiar estilo de Mauro, el chico del bar. Me sonrió con esa sonrisa torzida arrogante que utilizaba para ligar, seguro

-¿bailamos?-me susurró en el oido, haciendo que mi vello se erizara y que mis mejillas se encendieran. Busque la mirada de Marcos en pedida a su aprobación, cuando lo divisé asintió con la cabeza. Un baile no haría nada ¿verdad? Tenía claro a quien amaba, a Marcos. Un engreído como Mauro no podía arropar esos sentimientos y hacer como si no fueran a pasar frío, porque si Marcos se me escapara, le echaría en falta, y mi corazón se estremecería por ausencia de calor y ejercicio. Asentí a Mauro con la cabeza y como si fuera una acción programada para después de este gesto, me agarró del brazo y me arrastró a la pista (el salón) Comenzó a moverse al tiempo que yo, yo movía mis caderas y ladeaba la cabeza. Flexionaba las piernas y seguía el ritmo mientras él marcaba el ritmo con el puño en el aire y mecía levemente su cintura cerca de mí. Cerca. Muy Cerca. Bastante Cerca. Demasiado Cerca. Di un paso hacia atrás y seguimos bailando, pasaban los minutos y yo cada vez sentía su cuerpo más pegado a mi. Volvi a retroceder y choqué con un chico que iba con un cubata en la mano. Casi me lo tiró encima pero lo apartó antes de que la copa se derramara en mi escote. Me escabullí entre la gente y salí de la pista. Tiré del brazo de Marcos. Se giró sonriente y nada más ver mi cara sus ojos brillaron con palpable preocupación.

-Vámonos de aquí, por favor-dije en gritos, ya que la música estaba excesivamente alta. Él hizo un movimiento con la cabeza y cogió mi mano. Salimos hasta quedar enfrente de su coche.

-¿Qué ocurre, Andrea?

-Nada, no quiero hablar, solo quiero irme, Marcos, por favor-montamos en su coche y apoyé mi cabeza en su hombro, me besó la frente y arrancó, mientras yo caía en la profundidad de los brazos de Morfeo.

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