confusión

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Me desperté en una cama pequeña, con un colchón verde fosforito a juego con las paredes color pistacho. Miré a mi alrededor. Era una habitación de chico. Con pósters de futbolistas, unos cuantos libros, medallas, guantes de boxeo y aparatos electrónicos. Con una colonia y un desodorante de adidas al lado de un reloj y una pulsera de cuero en una pequeña mesilla, con un despertador rojo chillón . Me fijé en los cuadros de las paredes. Eran marcos con fotos, fotos de un niño de dos o tres años con un gorro de pastor y la boca entreabierta. Había otro marco, pero en él se veía a un niño de doce o trece de pelo corto y marrón, con una chaqueta del atlético. Y en el tercer marco se podía ver a un chico de 16 años, con el pelo despeinado marrón y una camisa un poco abierta, los ojos bien abiertos prometiendo alegría y niñez, una media sonrisa que hacía que mi corazón esbozara una grande sonrisa y que mi subconsciente montara una fiesta hawaiana. Porque en ese momento estaba en la habitación de Marcos, con una camiseta morada demasiado grande y unas chanclas al lado de mi cama. Me calzé y bajé al comedor, ahí estaba Marcos, con unos pantalones caídos y con el pecho descubierto, haciendo tostadas y café, con cara de "menos mal que son solo tostadas" y preocupación por no quemar el café. Alzó la vista y se encontró con mi mirada. Esbozó una sonrisa tímida y se acercó para darme un beso casto. Me senté en la silla de la mesa de la cocina y cogí una tostada, unté mantequilla y mermelada de fresa y di un pequeño bocado, no estaba mal. Entonces fui consciente, gracias a un estremecimiento de frío, de la poca ropa que llevaba. Me levanté disimuladamente y fui corriendo a la habitación de Marcos. Allí encontré mi grande bolso con unos legings y una camiseta de Harry Potter que me había llevado de repuesto. Me vestí rápidamente y bajé otra vez al comedor.

-Estabas mejor con mi camiseta-dijo Marcos en voz baja. Me sonrojé sin poder evitarlo y sonreí. Terminamos de desayunar y luego fuimos a mi casa.En la puerta de esta había un ramo de rosas blancas, rojas y rosas. Con una nota que decía:
Estabas preciosa anoche, y, ten presente que, pase lo que pase intentaré conquistarte, sin importarme el tío al que llamas novio, serás mía ¿entiendes? MÍA
Mauro;el chico del bar

Un escalofrío recorrió mi cuerpo con miedo, era un mensaje tan frío, como si yo fuera un trofeo de oro helado y uno me ansiara en su encimera. Tan posesivo y tan...amenazador.

-¿De quiénes son?-preguntó Marcos confundido ¿celos? puede ser

-De unos amigos de Madrid, me echan de menos-mentí sonriendo, y cuando él me devolvió la sonrisa, no pude evitar sentirme culpable. ¿por qué mentía a mi Marcos? ¿Acaso me sentía atraida por ese tal Mauro? Imposible, yo amo a Marcos ¿verdad? Mi subconsciente me miraba por encima de sus gafas cuadradas y, tras esto, comenzó a investigar pasando hojas rápidamente, dejando que la confusión se apodrerara de mí.

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