Capitulo 8

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Mia

Querido diario:

17 de octubre

Duele, duele y duele. Y no es broma. Siempre creí que las fantasías de cuentos de hadas eran inmortales, incapaces de ser destruidas. Pero me equivoque. En el momento que la cruda realidad impacto frente a mis ojos, o más bien, en mis partes íntimas. A primera persona que vino a mi mente fue Azul. Mentirosa, irrealista, que vive en un cuento de hadas. En aquel momento, tenía unas enormes ganas de tomarla por el cabello y preguntarle de forma obsesiva: "¿en qué ilusión vives?"

Estaba lista. Decidida a vivir mi noche romántica, plagiada a la de Anastasia de 50 sombras de Gray. Hasta había superado el temor a que Adrián me viese desnuda. En mi sangre recorría litros de alcohol, preparada para que los nervios se esfumaran. Sin embargo, la intimidante y prepotente personalidad que tomo Adrián al momento de la "acción" me dejo helada como un cubito de hielo. Tuve que repetirle constantemente la palabra: "detente, o espera" fue una noche de terror. Incomodidad y vergüenza. Y para sumarle a mi racha de mala suerte. Por la mañana, mi cuerpo estaba adolorido, caminando de la mano con resaca. Tarde minutos en levantarme de la cama y animarme a salir para encerrarme en el baño. La sensación de que alguien pudiera ver a través de mí, y se enterarse de la vergonzosa noche que viví. Me tenía con los pelos de punta. Ante mi sorpresa, todos seguían durmiendo cuando desperté. La casa era un asco, botellas de cerveza por todos lados, incluyendo el piso. El baño igual, el olor a vomito se acopaba con el agua estancada en el inodoro. Al parecer alguien hizo sus necesidades sin tirar luego de la cadena. Al ver tales cosas, el apetito para desayunar había desaparecido. Mientras deje que mi mal humor mañanero muriera con las tibias aguas dela ducha. Note un pequeño chupón cerca de mi abdomen. Recordarlo me ruborizo hasta las orejas. Termine descubriendo que el aroma a café, en un mañana de resaca, es un buen amigo. Esperaba encontrar en el sofá a Derek durmiendo. Ya que lo lógico era dejarle la habitación sola a Tristán y Azul. Pero a pesar de eso, el sofá estaba vacío. No se veía rastros de que alguien hubiera dormido en él.

Luego de que terminara preparándome un festín de panqueques con jamón y queso. Mi madre salió de su habitación, con una mirada furtiva. La cual tensaba mi cuerpo cada que la miraba. Al poco tiempo, Azul y Tristán salieron de la habitación. Ambos despeinados, con una expresión de cansancio y tedio.

- ¿tuviste una linda noche, hermanito? -pregunte en un tono sarcástico.

-la próxima pediré como regalo, dinero para un hotel. -boquiabierta, sin creerme las palabras que habían escapado de su boca. Azul le dio un golpecito en el brazo, en modo de enojo.

- ¿tu todo bien, Mia? -Azul pregunto. Mientras yo le puse los ojos en blanco. Queriendo olvidar la noche vivida. Suspire- de mi hablemos más tarde.

A un paso fatigoso, Derek dio aparición desde su habitación. Para describirlo en una sola palabra: era un desastre. Su fachada parecía la de un fiestero. Que después de consumir todo un barril de cerveza. Como cereza del postre. Se acostó con su peor enemiga, teniendo un experiencia sexual peor que la mía. Si. La descripción perfecta. Con aliento a vómito, se acomodó en una de las sillas, para integrarse al desayuno. En una de las miradas que le eche, me percate que tenía los ojos algo hinchados. Y no por dormir de más o por tener la peor resaca de la historia.

-tengo un problema. -decreto Derek. Perdido en la tetera humeante por el café.

-tienes muchos problemas. Primero que tendrás que lavar mis sabanas. Apestan a vomito tuyo. -Tristán le crítico. Señalándolo en modo de amenaza.

-va enserio. Tengo un problema. No recuerdo nada. ¿hizo algo malo anoche? ¿golpe a alguien? ¿bese a alguien? -Azul escabullo una risita- pues... ayer me contaste algo.

En los sueños te busqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora