Capitulo 6

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Azul

Querido diario:

21 de septiembre

La opaca tinta de mi pluma se había acabado, dejándome con dos opciones: tomar la lapicera Vic color roja, que suelo utilizar para hacer garabatos o marcar las mayúsculas. O tomar el viejo lápiz de dibujo, que por casualidades de la vida tiene en la punta marcado marcas de dientes. No suelo llevármelo a la boca, ni por estrés, ni por nervios. Lo cual me dejaba en conclusión, que el culpable era nada menos que Derek, a quien le he estado prestando el lápiz este ultimo tiempo. Mordisquee mi labio inferior, sintiendo grandes deseos de arrojarle todo mis libros de historia por la enorme cabezota que tiene. Llevaba puesto una visera color negra con el logo de una calavera en el centro, en el rostro unos anteojos oscuros con borde dorado. Los cuales le prohibieron usar a penas puso un pie en la escuela, la visera le fue prohibida también, pero en cuanto los preceptores se distrajeron volvió a ponérsela. Como esa tarde abría un pequeño acto por el día del estudiante, no tendríamos clase de geografía, lo cual me ponía los ánimos para arriba.

-¡tengo hambre! -Mia chilla con pereza.

-yo también -Derek coincide, fingiendo un puchero.

Rebusco en mi bolso, con esperanzas de hallar un poco de dinero, pero solo hay pelusas de la tela que se deshilacha por dentro de la mochila. Suspiro. El timbre de la campana suena, anunciando que debemos bajar al salón de actos. Donde presenciaremos algunos bailes y eventos que algunas clases han organizado. Por mi parte no suelo entusiasmarme mucho por estas cosas, cruzo mas los dedos porque Derek me lea la mente y nos incite a escabullirnos en algún salón vacío, para escuchar música a volumen bajo, esperando a que todo el acto llegue a su fin. Para mi asombro, los de primer grado han echo gelatina de frutas para vender y recaudar fondos para la escuela. Mientras golpeo mi frente contra mi mano por no haber traído dinero, a Mia se le chorrea la baba del hambre. Buscamos algún rincón del enorme salón donde sentarnos. Para nuestra mala suerte ya todas las sillas han sido ocupadas, y solo nos queda apoyarnos en alguna pared y sentarnos en el suelo, como muchos grupos de jóvenes han hecho. Derek no duda mucho, recoge una cartulina caída en el suelo y la coloca junto a la pared para luego sentarse arriba de ella. Mia le hace una mueca de asco, muy obvia ya que tengo claro que odia la mugre. O mejor dicho, detesta tener que sacudirse el trasero lleno de polvo, mientras los idiotas de las otras clases le clavan miradas depravadas.

Lanza un chasquido, y a continuación le da una patadita en los pies a Derek. -hey. Déjame un lugar en esa cartulina.

Derek se mueve a un lado y deja la mitad de la cartulina para Mia. Mientras los observo, repaso por mi mente en donde me sentare yo. Entonces veo a Tristán quien se ha apoyado contra la pared a unos centímetro de M y D. Me extiende una mano, invitándome a que me acobije entre sus brazos. La idea me produce algo de timidez, pero no lo pienso mucho y me acorruco en su pecho, dejando que sus brazos me cubran como una manta cálida. De su cuello desprendía aquel perfume con aroma a violetas, uno nuevo que ha empezado a usar hace unas pocas semanas. No estoy segura si lo ha notado, pero estoy obsesionada con este aroma, todas las mañanas cuando salgo de casa para la escuela, solo puedo pensar en si se habrá vuelto a poner el perfume con aroma a violetas. Me deja tan entontecida que de vez en cuando lo abrazo por sorpresa solo para acercarme a su cuello y aspirar el dulce aroma. En aquel momento ya me había perdido en su mentón, en sus ovaladas orejas y en su firme, ancho pecho. Se me estaba escapando una sonrisita que Mia desde el suelo me pillo. Un gesto pícaro y cómplice se formo en su rostro, sonrojada desvié la mirada, apretando los labios para forzarlos a borrar la sonrisa.

-este acto es aburrido -exclama Tristán.

-concuerdo.

-¿nos escurrimos? -pregunta en un tono casual.

En los sueños te busqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora