Capitulo 11

1 0 0
                                    


Enith

Un estresante dolor, palpita al igual que mi corazón en alguna parte de mi sien. Algo no anda bien. Mi memoria es nula e incierta. No logro recordar nada. ¿Qué paso? Comienzo a recobrar la conciencia. Estoy recostada en algo que no conozco, un sofá si no me equivoco. Mientras que la luz segante del sol que me tiene irritada. Como voz distante, logro oír como una mujer no para de repetir: -¡no tuvimos que hacer eso! Es secuestro tonto... -¡maldición! ¿Dónde estoy? Me enderezo con dificultad. Quedo en seco. La resaca de aquella borrachera, me estaba reviviendo la noche anterior. No puede ser. Pasmada ante la mujer frente a mi. Sentada junto a la mesa, con un cigarrillo en manos. Su rostro, cada extremo de el. Sus ojos. ¿Cómo no conocerlos? Pase meses retratándolo, es como si mi pintura hubiera tomado vida. Pero rasgos un tanto diferentes. Su cabello anaranjado me tenia un tanto desconcertada. No podía quitarle la mirada de encima.

¡al fin despiertas! ¿te sientes bien? -absorta volteo de un sobresalto. No me había percatado de la presencia de este joven- ¿que? ... ¿Dónde estoy?

-oh, lo siento si estas algo confundida. Esta es su casa -señala a la mujer- te desmayaste, así que te trajimos aquí. Nos diste un buen susto.

¿desmaye? Clavo la mirada otra vez en la mujer. Ah, lo recuerdo. < soy Mia > ay, no, no, no, no. Me levanto de un salto, aturdida. Sin saber a donde correr. Tropiezo contra una silla y caigo de glúteos al suelo. Le joven se me acerca y me tiende la mano con preocupación.

-¡tranquila! ¿estas bien? -mi respiración es agitada. Siento que voy a estallar- ¿me volví loca? -pregunto con espanto.

-¿eh? No lo creo. Aun que no estoy seguro porque lo dices. -balbucea. Forzándome a ponerme en pie. De forma gentil, me asentó en una de las sillas. Ofreciéndome un te y unas galletitas. Algo que me pareció sospechoso y aterrante. Se cruzo por mi cabeza, la idea de estar secuestrada. El joven me incita con una sonrisa amable, a tomar algo de la mesa- sírvete lo que quieras. Debes estar hambrienta.

Bebo con recelo a sorbos el te. Hay demasiadas preguntas acumuladas en mi cabeza. Y no se cuales debería dejar salir. Vuelvo mi atención a la joven, sigue aun con su cigarrillo. La mirada perdida, con bolsas debajo de sus parpados inferiores. No parecía a ver dormido bien. Contemplarla tan de cerca, me tenia alucinada e impactada. Era tan real. Estaba tan... viva. Tan viva como siempre quise que estuviera.

-¡oye! ¿podrías dejar de mirarme así? Me incomodas. -me doy un susto. El cual me atrapa por sorpresa- lo siento. No me di cuenta. Es que. Te pareces tanto a... -me interrumpe con brusquedad- ¿a la portada de tu libro? ¿eso ibas a decir? -quedo helada- ¿Cómo lo sabes?

-porque también quiero preguntarte ¿Por qué demonios mi cara esta plasmada en tu libro? ¿me conoces? ¿me acosas? ¿Qué es lo que sabes exactamente?

-tranquila Dalia. No la abrumes con tantas preguntas, la asustaras así. -exclama el joven.

Suspiro nerviosa -¿quienes son ustedes?

-oh, perdona. Creo que no debes recordar mucho de lo que sucedió anoche. Empecemos de cero. Me llamo Ignacio. Ella es Dalia, amiga mía.

-¿porque me trajeron aquí? ¿me secuestraron? -la joven chista. Mientras el chico entra en pánico- ¡no! Te juro que no es así. Solo te desmayaste, o colapsaste, no lose. Te trajimos aquí, porque... fue lo único que se nos ocurrió. Y te puedes ir cuando quieras. Pero antes, queremos hacerte unas preguntas si no te importa. -froto mis ojos, cansados de tanto quilombo- ¿Qué preguntas?

En los sueños te busqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora