Capítulo Único.

86 12 6
                                    

-¡Ay!

Otro quejido más, aumentando la cantidad de sonidos adoloridos que salían de su boca en lo que llevaba de día.

El muchacho se veía con cierta molestia frente al espejo, mientras llevaba su mano con delicadeza hacia sus labios, estos tenían pequeñas manchas de sangre en la parte inferior, a su vez que costras de piel esparcidas por toda su boca.

Soltó un bufido, dándose por vencido.

No había caso, no tuvo suerte de sacarse los trocitos de piel labial sin sacar sangre de por medio, por lo que se resigno, cuidadosamente sacando un pedazo de papel higiénico, colocándolo en su boca para absorber la poca sangre restante. Con aire desanimado salió del baño, a paso lento, para poder sentarse en el sillón de la sala de estar, a su vez que tomaba una manta y se cubría.

Quizás el menor estaba exagerando sobre una situación que no era ni la mitad de dramática como el lo veía, sin embargo, si que era una molestia que lo atormentaba muy seguido, quizás una vez a la semana, pues este problema ya lo llevaba siguiendo unos meses, talvez un año, ya no estaba ni seguro, comenzó a maldecir al recordar las fechas en que este conflicto con sus labios había empezado.

Claramente, esto le traía varias desventajas, como sentir constantemente el desagradable sabor metálico de la sangre, tener que limpiarse que a cada momento, hasta comer se hacia molesto, cada bocado que el chico probaba, su labio inferior comenzaba a arder.

Pero, ¿La peor parte?, según el punto de vista de Huening, era cuando tenía que recibir mimos y besos por parte de su novio, y vaya que eso si que era una tortura para el.

Obviamente, durante esos días donde sus labios no hacían más que estar rotos, con sangre y costras, además de una textura áspera, el joven no tenía otra opción más que tratar de evitar en lo posible las caricias labiales por parte de su mayor, poniendo excusas desde las más sensatas hasta las más ridículas.

Agradecía que el fuera comprensivo, pues no se dedicaba a cuestionar los motivos del más bajo, o quizás simplemente no se calentaba la cabeza pensando y dudando de excusas que decía el más joven, y como fuese que fuera la razón, lo agradecía muchísimo.

Estaba tan metido en sus pensamientos, que apenas escucho cuando abrían la puerta de su apartamento, dejando ver a un joven bastante alto, y con una brillante cabellera negra, llevaba puesto pantalones negros que hacían resaltar sus largas piernas, para arriba, llevaba un suéter de color celeste claro, oh bendito suéter, este lograba remarcar los anchos hombros del muchacho, se veía como tenía en sus manos bolsas cargadas con mercadería.

Apenas entro, sus ojos se posaron en el menor, el cual estaba sentado con sus pies sobre el sillón, todo cubierto por la manta, dejando visible su cara solamente.

Soobin formó una bella sonrisa.

-Hola pequeño, ya he vuelto.- dijo en un tono suave pero lo suficiente como para que Huening lo escuchara.

El de cabellos negros miro al más alto sin expresión alguna, luego de unos segundos, hablo.

-Hola, Hyung, me alegro mucho que haya vuelto.- Solto con una sonrisa desganada.

A cualquiera quizás no se hubiera dado cuenta de su estado anímico que delataba con su voz, simplemente lo hubiera dejado pasar, pero Choi no era tonto, claro que no lo era, más contando que conocía al menor lo suficiente como para no ignorar pequeños gestos como esos.

-Hey.- dijo mientras colocaba las bolsas con cuidado al suelo. -¿Paso algo?.-

Oh, no, ¡no claro que no!, simplemente me duelen los labios de tanto arrancarme los pedacitos de piel, tengo la boca con sabor a sangre, me molesta hasta comer, y ahora me tengo aguantar de no poder besarte, ¿algo más?

Labios Rotos (SooKai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora