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Hinata

La noche había caído pesadamente sobre mis hombros, Neji seguía dormido y yo lo observaba sentada en un sofá que estaba en su habitación, abrazada a mi piernas meditaba lo ocurrido con Sasuke. No podía ignorar esa sensación que me producía tenerlo tan cerca, ya una vez le acepté que me gustaba, lo besé y no planeaba detenerlo, para mí suerte o mi desgracia alguien nos interrumpió.

Por otro lado estaba Neji, mi novio, el hombre que amaba, o eso creía hasta que ese imbécil entró en mi vida.

Lo ví retorcerse buscando mi cuerpo sin encontrarlo.

–Buenos días -le sonreí. —¿Todo bien?

Neji despertaba con la sábana cubriendo la mitad de su cuerpo, me parecía alguien apetecible en toda la extensión de la palabra, quería volver el tiempo donde únicamente era él el que inundaba mis pensamientos sexuales.

—¿Hinata? -volvió a llamarme.

—Buenos días.

Me levanté y caminé hasta él, tomé su pecho y lentamente lo recosté de nuevo sobre la cama.

—Todo bien. -susurré sobre su oído.

Me monté sobre su dorso y comencé a besarlo, su cuerpo reaccionó de inmediato.

—Hinata...

Deslicé ese camisón que me cubría y quede al desnudo sobre él, enseguida sentí su tacto, una de sus manos apretaba mis glúteos y la otra mis senos. Gemí.
Lo besé con pasión, necesitaba ser suya, olvidarme de el imbécil que era casado, olvidar la sensación que provocaba en mi cuerpo con su simple mirada, olvidar lo loca que me estaba volviendo por él.

—¡Oh Hina! -lo escuché gemir después de hundirme sobre él. Sentí sus labios en mi hombro, pequeños mordiscos iban adornando mi piel dejando marcas rojizas, estaba jodidamente llena de placer.

—Múerdelos -tomé mis pezones y los lleve hasta su boca, deseaba sentir ese dolor culposo en esa zona tan erógena de mi cuerpo. Neji no dudo en hacerlo.
—¡Ah! -Gemí cuando lo sentí hacerlo. Arrastró mi cabellera hacia atrás haciendo más profunda la penetración, mi clítoris rozaba fuertemente con su pelvis y la humedad de ambos haciendo fricción resonaba por la habitación.
No pasó mucho tiempo después de esa sensación que él comenzó a mover más rudo mis caderas, sabía que estaba por terminar al igual que yo. La vibración en mi sexo y la perdida de conciencia momentánea me avisaba del magnífico orgasmo en el que acababa de estallar. —¡Dios! -grité, aprisionando mis labios con los suyos. Seguía jadeando, recuperándome del éxtasis al que me acababa de llevar.

—Eres magnífica Hinata. -Me tumbé sobre él con una sonrisa complacida. Él no se movió y su mano fue a mi piel acariciando mi espalda baja. Ojalá pudiera quedarme así por siempre.

(...)

Sasuke

Llevaba ahí más de una hora y Hinata no aparecía. Eran casi las 12 del medio día y estaba más que harto de esperar.
Decidí tocar el timbre y una mujer de unos 50 años apareció en la pequeña pantalla de la puerta.

—Buenas tardes… ¿se encuentra la señorita Hinata?

—¿Quién la busca?

—Sasuke Uchiha -respondí

—Un momento por favor. Desapareció y después la puerta se abrió.

—Por favor, pasé.

Algo parecido a un mayordomo salió a recibirme. —Por aquí -me dirigió hasta un lindo jardín donde estaba una especie de estancia. —Por favor, tomé asiento, el señor no tarda.

AMANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora