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Sasuke

Volví a casa después de haber estado el resto de la tarde con Karin, las luces estaban encendidas así que supuse que Sakura estaría allí.
Realmente no quería discutir con ella pero era inevitable, de alguna manera tenía que evitar que perjudicará a Hinata.

*Hinata...*  No sé en qué momento comenzó a ser alguien tan importante para mí.

–Ya volví. -dije entrando en la sala.

–¿Dónde estabas?    -Sakura estaba parada junto a un librero, con los brazos cruzados.

–En la oficina yo tenía...

–¡No me mientas! ¡No más Sasuke!  -gritó y me lanzó un jarrón lleno de flores que por suerte logré esquivar.

–¡Sakura ya basta!

–Exacto ¡Ya basta!  -me arrojó la fotografía impresa de Hinata. –¿Estuviste con ella?  ¿No?   -me interrogó –¡Contéstame!  

Comenzó a llorar desmoronándose sobre la alfombra. Me sentí un hijo de puta, nunca fue mi intención hacerla sufrir así, yo he querido el divorcio desde el primer año de nuestro matrimonio, pero ella se ha negado has la fecha. No entiendo por qué sigue obsesionada con un cabrón como yo.

–¡No! No estuve con ella.   -tiré mi abrigo en el sofá, y después como si nada me importará me senté a ver televisión.

–No te creo. -se levantó y tomó la fotografía de nuevo.

–Bueno, ese no es mi puto problema.

Se quedó callada un momento como inspeccionando a la mujer en el papel. –Parece muy joven para ser una prostituta barata.  -siseo.

Me levantéy sujeté con brusquedad su muñeca, la miré con furia por lo que había dicho –¡No hables así de ella. No la conoces!

Sakura se jaloneó hasta safarse de mi agarre. –Solo digo la verdad, no sabía que habías llegado tan bajo.

–¡Cállate!

–¡No! ¡Esa niña es una maldita zorra que se acuesta con un hombre casado por dinero! Una pros-ti-tu-ta...

–¡Qué te calles!  -la abofetee, nunca antes había perdido así los estribos, jamás le puse un dedo encima por más que me provocará, pero escuchar llamarla zorra o prostituta era una ofensa para Hinata que no tenía culpa de nada.

–¿Tan complacido estás por un par de piernas jóvenes, que hasta me golpeas?

–No quise hacerlo.  -tiré de mi cabello hacía atrás con frustración. –Sabes que no.

–Si no la dejas, yo le haré la vida miserable, y lo sabes. Ninguna puta vendrá a quitarme a mi marido.

–No te atrevas a hacerle nada Sakura.    -la amenacé.   –No me obligues a elegir entre ella y tú...  porque perderás. Lo sabes.

–¡Dios! Con cuánto fervor la defiendes. ¡Yo soy tu esposa Sasuke, yo soy la que debe tener prioridad en tu vida no esa maldita ramera!

–¡Ya es suficiente! Sabes bien que hace mucho que no quiero que seas mi esposa, hace mucho que te deseo lejos de mi. Sé buena Sakura y dame el divorcio.

–¿Es por ella? ¿Tanta pasión hay en sus encuentros que me pides el divorcio?

–Te equivocas, nunca han habido encuentros...     pero si pasión. Yo...    me enamoré de ella.

–¿Qué estás diciendo?  -se derrumbó delante de mi.

–Lo que oyes, yo me enamoré de ella. -le dije lo más calmado que pude. –Quiero el divorcio, y está vez es en serio.

AMANTESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora