En este día cercano a mi natalicio, en el cual los astros de Virgo, con su influjo meticuloso y sereno, se preparan para alinearse, levanto mi pluma para invocar la esencia del Renacimiento, aquella época donde el alma humana florecía en esplendores de arte y razón, y los corazones buscaban en los cielos las respuestas que en la tierra parecían esquivas.
Oh musa del Renacimiento, concédeme el don de plasmar en versos lo que mi espíritu anhela, porque así como los maestros antiguos cantaban a las estrellas, yo deseo que mis palabras alcancen el oído de aquel que todo lo escucha, sea Dios, sea el destino, sea el universo que con su manto de misterio nos envuelve.
Es en este momento de espera, en este lapso que separa mi presente del día en que el sol se alzará para señalar mi cumpleaños, cuando más intensamente siento el peso de mi deseo, el cual no es otro que ver cumplido aquello que tanto he soñado. Porque si bien mi carrera, ese sendero que he labrado con esfuerzo y dedicación, es una parte esencial de mi realización, hay en mi vida un segundo anhelo, tan profundo y vital como el primero.
Hace unos días, el destino, en su manera caprichosa, trajo ante mí a un joven cuya presencia, hasta entonces, apenas había rozado la superficie de mi vida. De manera inesperada, se acercó a mi mesa, allí donde yo, absorto en mis estudios, no esperaba compañía alguna. Con una naturalidad sorprendente, tomó asiento a mi lado, y lo que siguió fue un diálogo prolongado, un intercambio de palabras que, aunque sencillo en apariencia, dejó en mi corazón una huella de lo más profunda.
Mientras sus compañeros, a unos metros de distancia, aguardaban su regreso para continuar con un trabajo que me mencionó brevemente, él, sin embargo, permaneció a mi lado, compartiendo ese momento que se tornó inesperadamente íntimo. Fue un encuentro que, aunque breve, resonó en mi interior como el preludio de algo más grande, de algo que aún no sé si llegará a concretarse, pero que mi corazón ansía con fervor.
Así, al aproximarse el 28 de agosto, día en que celebro un año más de vida, lanzo al cosmos este ruego: que lo que mi corazón desea con tanta intensidad se cumpla, que aquello que he anhelado con fervor me sea concedido. Que mi gran y máximo regalo no sea otro que la materialización de este deseo, tan ardiente como secreto, que llevo en el fondo de mi ser.
En este poema, inspirado en la nobleza y el renacer de la antigüedad, dejo plasmado no solo mi anhelo, sino también la esperanza de que, tal como en el Renacimiento los hombres buscaban la perfección y la armonía, yo también pueda alcanzar, en este nuevo ciclo de mi vida, la plenitud de mis sueños. Que las estrellas y los cielos me escuchen, que mi voz llegue a donde deba llegar, y que, finalmente, lo que tanto he soñado se convierta en realidad.
Que Urano, el gigante distante y misterioso, símbolo de revolución y cambio, gire en su órbita inversa, como un testigo silencioso de mis esperanzas. Que su azul profundo, que parece contener secretos insondables, inspire en mi vida la transformación que tanto anhelo, porque así como él desafía el curso natural de los planetas, yo también deseo desafiar los límites de mi destino, alcanzando lo que ahora parece estar fuera de mi alcance.
Que Urano, en su danza solitaria y única, me guíe hacia lo inesperado, hacia lo que aún no se ha revelado en el horizonte de mis días, pero que sé que está escrito en las estrellas, aguardando el momento perfecto para manifestarse. Que mi voz llegue hasta ese confín del cosmos, y que en su sereno y distante reinado, se gesten los cambios que traerán a mi vida el cumplimiento de mis más profundos anhelos.
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Aires de Primavera (Poemario)
PoetryEs una obra poética, situada en la estación primaveral. Para alguien, un amor o tal vez para la misma primavera. La estación primaveral nos oculta sus grandes misterios, la prosa y el verso nos revelarán grandes historias de amor y romance en sus di...