10 | MUÑECA DE PORCELANA

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Junio, 1993.

De pronto una semana había pasado desde aquella caótica tarde y demasiadas cosas habían sucedido durante aquellos duros días.

Dante seguía sin aparecer, pues desde aquella tarde parecía que la tierra se lo había tragado, por otro lado, Daciana se había ido de la casa, y con ello cualquier lazo entre los Drusil y los Cresswell se había roto para siempre o eso parecía.

Ahora aquella casa gris parecía estar más sola y fría que nunca, mientras por las noches era inundada por el llanto que traían las pesadillas que atormentaban los sueños de Aurora.

—Estoy tan preocupado. Mi princesa no está bien y no sé qué más hacer. —Bruno sujetó su cabeza con ambas manos en medio de un largo y profundo suspiró—. Soy un completo fracaso como padre... ¿Cómo es posible que no me haya dado cuenta de lo que estaba pasando? Debí haber prestado más atención, debí haber notado las señales.

Estos sin duda habían sido los peores días en la vida de Bruno desde de la enfermedad y muerte de Minerva Cresswell. En aquellos momentos él se sentía un completo fracaso como padre y como ser humano, además de ello muy en el fondo y aunque no lo quisiera aceptar, también le dolía la partida de Daciana.

—Ya veraz que todo va a estar bien. —Cassandra puso una mano sobre su hombro en un gesto de silencioso consuelo mientras lo escuchaba desahogarse. Si bien Bruno, no era el más afectado con esa situación, si lo había hecho derrumbarse como nunca antes—, sé que esto está siendo duro para los dos, pero lo superaran.

—Eso espero —murmuró con pesadez—, de verdad eso es lo que más deseo.

[***]

Una tarde más había caído, un nuevo ocaso, otra vez ocultando los miedos e inseguridades, ocultando la maldad entre el comienzo de las primeras sombras.

—Aury, ya no estés triste. —Le pidió el pequeño caminando hasta ella. Aurora se encontraba sentada frente al porche de la casa con la mirada perdida en el atardecer. Fane extendió su pequeña mano hacia ella mientras la niña le daba una corta mirada—, vamos a atrapar mariposas.

Al principio la pequeña rubia estuvo a punto de negarse, pero la tierna y sincera sonrisa de Fane la hicieron reconsiderar su respuesta y pronto se vio a sí misma tomando la mano del niño para poder correr junto a él por todo el jardín de aquella casa gris.

—Mira, Fane, qué linda mariposa —exclamó la pequeña mientras corría intentando atraparla. El sol brillaba sobre ella, reflejándose como oro puro sobre su dorada cabellera. El pequeño niño castaño corrió a su lado también intentando capturar a la multicolor mariposa que volaba sobre Aurora.

El azul brillante de las alas de aquella mariposa se reflejaba como el más puro reflejo en los tímidos ojos de Aurora y por primera vez en muchos días una verdadera sonrisa se plasmó en su tierno rostro.

«Quisiera ser una mariposa para poder volar muy alto cuando alguien intente atraparme.»

La mariposa voló muy alto y de pronto dio un giro sorpresivo hasta posarse sobre la pequeña nariz de Aurora, ante eso una suave risa brotó de ambos pequeños y con ello un poco de la agonía vivida durante aquellos obscuros días fue dejada atrás por un pequeño instante.

—¡No! —exclamó Aurora con desilusión cuando la hermosa mariposa retomó su vuelo—. No te vayas —dijo corriendo tras ella, corrió y de pronto frenó completamente cuando su tierna mirada se cruzó con unos acechantes ojos obscuros.

Bambola.

Era él, otra vez estaba ahí y verlo logró que el pánico se apoderara de ella. Aurora retrocedió un paso incapaz de articular una sola palabra.

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⏰ Última actualización: Jan 25 ⏰

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