Katrina, una gran artista en el mundo del espectáculo, ha hecho cientos de diseños para álbumes de famosos.
Una noche concurre a un famoso y elegante hotel, acompañada. Jamás se imagino que el dueño de aquel hotel iba a ser el responsable de dar vu...
Lo ví de lejos. Estaba en el enorme patio trasero dónde acordamos por mensaje de texto encontrarnos, en el campo de polo.
Me había vestido casual y cómoda, hoy llevaba tenis, y algo me decía que tampoco iba a trabajar.
- Hola - sonrió amplio una vez que llegué hasta el. Me dió un pequeño abrazo (lo cual me sorprendió).
- Llegué, hay un largo tramo de la entrada hasta aquí. - reí estirando un poco mis piernas.
- Espero que estés lista para tu sorpresa. - dijo sonriendo. - Hey, Josh. - le gritó a un hombre que se encontraba a unos metros de distancia con unos caballos, el hombre trajo a uno color negro consigo.
- ¿Ésta era la sorpresa? - pregunté sonriendo.
- ¿Has andado a caballo? - preguntó tomando la cuerda del caballo, que estaba bastante tranquilo. - Él es Atreyu. - acarició el lomo del caballo, yo me acerqué anonadada, era realmente hermoso, y grande.
- Hace muchos años, cuando era pequeña. - admiraba el pelaje brilloso, era muy bonito.
- Anda, sube - dijo apuntando con su cabeza hacia la montura de cuero.
- No sé hacerlo ... - Comenté avergonzada.
- Yo te enseño, no vas a caerte. - dijo sonriendo cálidamente. - solo deja aquí las cosas que no necesites, especialmente los abrigos de sobra, pueden asustar al caballo cuando camina y mira hacia atrás. - me informó tomando respetuosamente mi bolso, yo asentí y le di todo menos mi cámara que colgaba de mi cuello en su funda.
Alex me enseñó a subir y en un minuto ya estaba arriba.
- Oh dios, estoy sobre un caballo - comenté riendo nerviosa. El se subió detrás mío y tomo las riendas.
- Esto no es nada - rió divertido, con un movimiento el caballo ya comenzaba a caminar. - vamos a llevarte a un lugar especial.
- Agárrate fuerte - dijo, y en otro movimiento el caballo comenzó a galopar más rápido.
Estaba un poco asustada, pero sentía su cuerpo detrás del mío rodeándome con sus brazos y me sentía en el lugar más seguro del mundo. Me sentía como en casa, y eso fue lo mas extraño que había sentido en tiempo.
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Paramos el andar cuando llegamos a la cima de una montaña, dónde se podía apreciar una vista realmente hermosa, a pesar del frío. Aún no nevaba en Londres, el día estaba soleado e iluminaba toda la ciudad dejándonos una vista de postal.
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Hace tanto tiempo no me tomaba un descanso así, de la vida, del trabajo, de todo. Nos bajamos del caballo y en lo que Alex amarraba al caballo cerca de nosotros en unos árboles, yo me tomé unos segundos para seguir apreciando aquella semejante vista. Pensando, me di cuenta que desde que conocí a Alex hasta ahora me había regalado momentos que no cualquiera se asegura de darte. O quizá había sido una casualidad, que el me trajera hasta aquí hoy y que por casualidad yo ame con locura los paisajes y la naturaleza, y el arte de ellos en conjunto.
