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—si, tenía ganas de ir ahí —comentó Arvin refiriéndose a Cincinnati.
La radio seguía sonando, decía cosas sobra la Casa Blanca y otras cosas.
Arvin bostezó durante demasiado tiempo, y Lily lo miró.
La verdad era que no habían dormido en días, estaban cansados. Y como era de esperarse, el bostezo fue tan largo y abierto que se contagió a la rubia, ahora ya hacía todo por dos.
Comía, dormía y caminaba por dos.
Así que era difícil que se resistiera a tremendo bostezo de Arvin.
Sus bocas formaban una perfecta "o".
Ninguno de los dos querían quedarse dormidos junto a un extraño y mientras luchaban por no dormirse, sus mentes comenzaron a divagar.
Arvin pensó que quizá la ley reconocería que había hecho un bien.
Lily miró su estómago un par de segundos y colocó ambas manos en el volviendo a ver el camino. Meditaba y se preguntaba qué tal vez solo tal vez su madre estaba orgullosa de ella, y que Lenora se encontraba junto a ella, claro que no creía en el cielo o el infierno, pero sabía que había algo más allá, y deseaba con todo el corazón que Helen y Lenora sabían que estarían bien y que la cuidaban.
La rubia sonrió al sentir el tacto de Arvin contra su mano en su vientre.
Sus ojos se comenzaron a entre cerrar, pero luchaba por quedarse despierta con el también cansado Arvin, no se arriesgarían una segunda vez.
También pensaba sobre Arvin y ella y su nuevo comienzo, y que lo que hicieron fue meramente para un bien o salvar sus propias vidas.
Quizás el departamento policial, la ley, los perdonarían, quizá volverían a ver a la abuela y al tío Earskell. O tal vez eso sería muy arriesgado.
