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El cabello castaño volaba con el viento, su nariz perfilada se alzaba hacia el bonito y despejado cielo, abría los labios en un leve bostezo mientras se podían ver sus colmillo salir, estaba bailando sin música mientras corría emocionado por el pasto de aquel brillante parque.

Seokjin le miro, y mientras sus ojos recorría al infantil Alfa, no pudo evitar sonreír, no podía decir si lo amaba porque ¿Realmente que era amar?, pero algo había de cierto en que le parecía divertido e interesante, algo así como un juguete extraño que quería sostener en las manos, quería seguir jugando con él, porque le place, porque es divertido.

Jungkook no podía ser más feliz, estaba solo con Seokjin, sin el molesto Namjoon en el colegio, sin el molesto Taehyung mirándole mal por cada paso que daba, sin preocuparse por si tenía algo para comer, porque en la casa de Seokjin le daban buena comida, si la vida podía ser así siempre, quería vivir de esa forma, solo con su adorado omega en aquel parque solitario, con el sol escondiéndose de a poco tras los edificios de la ciudad.

―Siempre quise venir aquí― dijo cuando ambos se sentaron a orillas del río

―Yo igual― dijo a secas Seokjin

―¿No habías venido aquí?―dijo curioso el chico abriendo los ojos

―Si, pero acompañado de mi hermano, como soy bonito tenían miedo que alguien me robara― un silencio incomodo se coló en el aire

―Solo bromeo estúpido perro, claro que ya había venido, pero tenía ganas de venir contigo―

Jungkook le miro, desde aquel día en su habitación, las cosas no habían cambiado demasiado, ahora Taehyung ya no le gritaba o golpeaba, solo le miraba con rabia, ahora, Seokjin hablaba un poco más que antes y...

―Mi prometido llega mañana―

―Pero... Dijiste que el―

tartamudeo no quería que aquella fecha llegara

―No va a quedarse, esta curioso de verte y de verme, al igual que yo no sabe quiénes somos, después de eso se marchará otra vez en unas semanas―

Jungkook no dijo nada ¿Había algo por decir? el solo era el perro de cruza, la mascota de aquella bonita pareja, lo único que pedía al cielo era que a quien premiara fuera a Seokjin, y ver al menos a sus cachorros un poco antes de ser lanzado fuera de aquella familia y nada más, después de todo ya vivir a lado del omega ya era un bonito premio para él.

El silencio gobernó de nuevo y unos labios chocaron con los suyos, logro sacar un leve suspiro ante aquel leve e inocente choque de labios, para después dejarse llevar por la hábil boca de Seokjin, mordía sus labios mientras el Alfa se sonrojaba con inocencia, aun no asimilaba bien lo de "aquella vez", no sabía que hacer.

Pero el Omega no freno, cubiertos por un cielo color naranja, el bonito chico que tanto adoraba le siguió besando, mordía sus labios, chupaba con lentitud la comisura de estos, de poco en poco empujaba sobre el Alfa que algo asustado cayó sobre el pasto, ahora Seokjin montado sobre él le daba pequeños besos sobre el rostro, la frente, la cien, la mejilla, sus delgados labios.

―Joder amo tu cara―

Río Seokjin de forma coqueta―me excita la forma en que te pones rojo con solo unos cuantos besos―

―Lo siento― dijo por mera costumbre

―Mira que eres raro―dijo el otro dejándose caer sobre el Alfa, le beso el cuello y se quedó a su lado por un largo rato

―Eres mío ¿lo sabes verdad?―

―Soy tu mascota― respondió sin dudar

―Lo eres―sus labios se posaron en la castaña cabellera.

Mi Querido OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora