Capítulo 7

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CÉSAR

AÑOS ATRÁS

La casa se presenta en un caos organizado, con los muebles cubiertos por sábanas blancas, mientras que la cama y la cocina se destacan en su impecabilidad, especialmente preparadas para la ocasión. Me observo en el espejo, peinando hacia atrás mi cabello y afeitándome. Mi atención se centra en arreglar mi ropa lo más impecable posible, eligiendo una camisa blanca que acaba de lavar y planchar, y una americana prestada de mi primo Alexei, que exhala el asqueroso aroma de Savage. Intento disimular ese toque intrigante con mi colonia Yves Saint Laurent, mientras mi reflejo en el espejo parece ser el juez silencioso de mi fisico.

Nunca pensé que recibiría una invitación para tal fiesta y mucho menos que terminaría aceptándola, cuando nunca he sido de los que salen demasiado, más bien de lo que tiene un unico amigo y sale a todas partes con él. Ese es Alexei, pero al parecer tiene demasiado trabajo. Aunque bueno, despues de todo, los eventos sociales no son precisamente mi fuerte, y encontrarme en medio de una multitud donde no conozco a nadie intensifica mi incomodidad.

Salgo de casa y me encamino directamente al lugar. Sin necesidad de guías ni mapas, recorro las calles con la facilidad de quien conoce su destino. ¿Cómo no habría de saber la ubicación? El lugar está en pleno centro y podría afirmarse que es el mejor hotel de la ciudad. Sus ventanas renacentistas, la perfecta fusión de lo moderno y lo clásico, el arte que impregna cada rincón y esa letra extravagante que forma la palabra "Arcadian". Al observarlo, no puedo evitar percatarme de que ese lugar no me pertenece, pero, de alguna manera, siento una conexión con él. Algo en ese espacio me eriza la piel, y no se trata solo de la comida exquisita, la bebida selecta o el lujo que lo caracteriza. Hay algo más profundo que me vincula con ese lugar.

¿Por qué me habían invitado? ¿Quiénes son y qué quieren de mí? ¿Es Aaron Manson el dueño de este lugar? ¿Corro peligro al intentar entrar? Las preguntas inundaban mi mente mientras avanzaba con precaución. A pesar de mis pensamientos intrusivos, decidí hacer caso omiso y continuar.

Después de sortear la lista de la recepcionista, ingresé a la sala, lo que provocó una sonrisa estridente en mi rostro. El lugar era simplemente precioso, con la gente de pie disfrutando de charlas animadas. Aunque la formalidad del ambiente superaba mis preferencias habituales, se respiraba familiaridad. El espacio irradiaba una energía positiva, con personas charlando alegremente y disfrutando del momento.

—Bienvenido, querido. Cuánto tiempo, casi no recordaba aquella sonrisa después de todo. —Era un hombre de la misma altura que yo, con gafas y el pelo perfectamente colocado detrás de sus orejas, llevaba un traje beige y olía a flores. Pero... ¿Cómo que después de todo? —Te conocí cuando eras así de pequeño... —continuó hablando e indicó con las manos la mitad de mi altura. —Y ahora estás hecho todo un hombre.

Mientras hablaba, su mirada se deslizaba por mi figura, como evaluándome, y sus labios esbozaban una sonrisa que tenía algo de melancolía. La forma en que mencionó mi crecimiento estaba impregnada de nostalgia.

—¿Con quién tengo el placer de hablar? —dije, intentando mantener una formalidad de acuerdo con él.

—Mi nombre es Aaron, y soy el que te invitó a esta magnífica velada, que espero que sea de tu agrado. Me causó tremendo dolor la pérdida, y jamás pude darte las condolencias, pero ha pasado demasiado tiempo y de repente desapareciste de la órbita, ¿qué digo? Del país. Y cuando supe que habías vuelto de nuevo a la ciudad, me hizo tan feliz...— añadió con una sonrisa melancólica mientras sus ojos se encontraban con los míos, como si buscara algún indicio de reconocimiento en mi rostro. Era evidente que trataba de expresar sus emociones y conectar conmigo de alguna manera.

NémesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora