02| Lencería

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Estacionó su auto en el garage de su hogar, suspiró mientras se aferraba al volante, estaba estresado y demasiado cansado mentalmente. Últimamente los días se le hacían más pesados, la única parte del día que disfrutaba era apenas entraba a su casa y se encontraba con la deslumbrante sonrisa de su linda esposa.

Sonrió al recordarla. Bajó de su auto y se adentró por la puerta que conectaba el garage con el living. Se sorprendió al no ubicarla por el sillón viendo televisión o leyendo algún libro.

—¿Kagome? —Preguntó esperando respuesta alguna.

Nada. Extrañado se dirigió a su habitación, y elevó sus cejas al encontrarse con una grata sorpresa.

Kagome se encontraba sentada en el borde de la cama, con las piernas cruzadas y una sensual sonrisa en sus labios color carmín. En cuanto las miradas se cruzaron, la azabache se puso de pie, dejándole ver cómo su cuerpo estaba cubierto por lencería con finos y elegantes tejidos de encaje negro, los cuales se adapataban perfectamente a la figura femenina y hacían un gran contraste con su pálida piel.

Tomó dos copas de vino tinto que se encontraban en la mesa de luz, y contoneando sus caderas, se acercó lentamente a él, ofreciéndole una, la cual aceptó sin rechistar.

—Buenas tardes señor Sesshomaru —saludó coquetamente con los labios rozando la copa.

Ambos tomaron un sorbo del abocado* líquido, para después unirse en un apasionado beso, el de ojos ambar mordió levemente el labio inferior de su mujer, causando que esta liberara un leve gemido. Lentamente se separaron y volvieron a beber.

Entre toque y toque, Sesshomaru terminó sin camisa ni pantalón, y con una gran erección dentro de sus bóxers, mientras que Kagome sentía como la humedad en su feminidad iba aumentando cada vez más.

Los minutos pasaron entre besos y caricias, se acercaron a la cama y dejaron las copas vacías a un lado.

La fémina se recostó sobre el lecho, atrayendo a su esposo del cuello, para nuevamente fundirse en un beso, ella disfrutaba el sabor a menta en la cavidad de su hombre, y él amaba el aroma a vainilla que ella desprendía.

Los besos descendieron al cuello de la azabache, lamiendo y succionando, dejando leves marcas en su nivea piel. Kagome se aferró con sus piernas a la cintura de aquel hombre que le proporcionaba tanto placer, haciendo que ambas intimidades tuvieran un contacto más directo, movía lentamente su pelvis frotándola contra la de Sesshomaru. Este con necesidad quitó cada una de las piezas de lencería que el grandioso cuerpo de su mujer poseía. Y ella bajó su bóxer, liberando su hinchado pene de la "prisión", con una mano lo estimuló, la intimidad le palpitó al escuchar un jadeo por parte del peli-plata.

—E-entra.

No hacía falta ni que lo pidiera, acomodó su miembro en la entrada de la fémina y lentamente se abrió paso en su interior, robándole fuertes gemidos a Kagome.

Comenzó con un lento vaivén, disfrutando cada una de las sensaciones que su deliciosa mujer le hacía sentir. Jamás se saciaría de hacerla suya, no importaba la hora ni el lugar, siempre que su esposa lo necesitase, él estaría allí para complacerla.

Las uñas encajadas en su espalda lo excitaban aún más, si es que eso era posible. Aumentó el ritmo de las embestidas, sintiendo su pequeño cuerpo temblar debajo del suyo. En un rápido movimiento llevó las piernas de Kagome a sus hombros, para que así las estocadas fuesen más profundas y placenteras.

Ella se sentía en el paraíso bajo su musculoso cuerpo, soltó a su marido y se aferró con fuerza al blanco cubrecama que tenía debajo.

Sentir el duro y caliente miembro dentro suyo la estaba llevando al éxtasis. Bajó una de sus manos a su intimidad hasta tocar aquel botón que tanta satisfacción le propocionaba, el cual estaba erecto y sensible, con lentos movimientos circulares comenzó a masajearlo, aumentando así su placer.

—¡Sesshomaru! —Gritó llegando a su climax.

Su cuerpo temblaba en pequeñas convulsiones, y sus ojos se iban hacia atrás sin poder controlarlos. Los gemidos salían de su garganta, y todo se veía negro.

El cálido interior de su mujer apretaba deliciosamente su pene, unas cuantas estocadas más, y Sesshomaru también llegó al éxtasis.

—Ka... gome —espasmos recorrían su cuerpo y gruñidos abandonaban su boca, apretando fuertemente su mandíbula.

Percibió su vista fallar por unos segundos y luego volvió en si, encontrándose con el precioso rostro sonriente y lleno de satisfacción de su esposa.

En cuando salió del interior de la ojiazul, se dejó caer sobre su cuerpo, con cuidado de no dañarla, acurrucándose contra sus suaves pechos.

—Felíz aniversario —dijeron al unisono, para después rendirse al cansancio y dormir juntos, una vez más.

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Mejor tarde que nunca dicen por ahí(?
*Abocado: Que tiene sabor seco y dulce.

𝟑𝟏 𝐃𝐀𝐘𝐒 𝐖𝐇𝐈𝐓 𝐒𝐄𝐒𝐒𝐊𝐀𝐆(+𝟏𝟑)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora