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M A T E O

Me es imposible pegar ojo en toda la noche y cuando el reloj marca las siete de la mañana empiezo a escuchar movimiento en la habitación contigua.

Miro al techo y espero pacientemente.

Pasa un cuarto de hora, la puerta de mi cuarto se abre y me hago el dormido.

— Mami tengo sueño.

— Lo sé amor, lo sé.

Se acerca a la cama y su aroma me invade los sentidos.

— Mateo — susurra.

— Mateu — repite el pequeño a su manera.

Posa su mano en mi hombro e intenta espabilarme.

Abro los ojos y les miro a ambos.

Están vestidos y detrás hay una pequeña maleta con la mochila de Joel encima.

— ¿Qué pasa?

— Siento despertarte pero, ¿puedes abrir la puerta? Está cerrada con llave.

— No puedo — me callo y le miro. — Bueno, no quiero.

— Mateo.

— Mateu — imita el pequeño.

Me saca una sonrisa y le revuelvo el pelo.

— ¿Qué he hecho mal para que no quieras estar aquí? — pregunto volviendo a la conversación.

— No es eso.

— ¿Entonces? Sé que hay un motivo y me gustaría saberlo.

Joel se revuelve encima de su madre, ella le deja en el suelo y se acerca a la cama estirando sus brazos para que le ayude a subirse.

— No quiero estar aquí de mantenida — suelta apenada mientras mira al niño ya tumbado con la cabeza en mi muslo.

— No lo eres, soy consciente de todo lo que haces para encontrar trabajo — digo mientras le acaricio el pelo a Joel.

— Además siento que te estoy quitando privacidad y no me gusta.

— ¿Quién te dice que lo necesito? — me mira pero no responde. — Úrsula que estéis aquí me hace bien, no necesito más.

— No lo entiendo — suspira.

La verdad es que yo tampoco encuentro explicación a esto, pero desde que les volví a ver, una especie de obligación nació en mi y la necesidad de ayudar era superior a todo.

— No hace falta que lo hagas, solo quédate — hago un pucherito.

— No me pongas esa cara.

— Si no logro convencerte yo, que lo haga Joel.

Al mencionar su nombre deja de mirar al techo y posa su mirada interesada en mi.

— A ver enano, ¿quieres irte con mamá o quedarte conmigo? Recuerda que yo te dejo comer todo lo que quieres y que tengo el coche teledirigido disponible para ti solito.

Los ojos del pequeño se abren exageradamente y me señala con su diminuto dedo.

— Tú, tú.

Sonrío victorioso y miro a Úrsula.

— El niño ha hablado.

— Eso es trampa — dice con una pequeña sonrisa.

Me hago el ofendido y le echo de mi pieza.

— Fuera, Joel y yo queremos dormir.

— Sí, fuera — habla el mencionado.

Me rio al ver la expresión de Úrsula pero finalmente sale del cuarto diciéndome que esto no ha acabado aquí.

No esperaba menos.

Venga grandullón, es demasiado temprano como para estar despiertos.

Le quito las deportivas y las tiro a un lado de la habitación, luego le ayudo a taparse.

— Mateu.

— ¿Hmmh?

— ¿El niño entró en el equipo?

Frunzo el ceño hasta que entiendo que quiere decir.

Las noches que llego a casa y Joel está por irse a dormir, le cuento una historia que nunca llego a terminar.

— Sí, cumplió su sueño de formar parte del equipo de fútbol pero no llegó a ser lo feliz que quería.

— ¿Por qué? — cuestiona cuando ve que no sigo.

— Te lo cuento mañana.

Hace un puchero y sonrío.

Me lo ha visto hacer millones de veces con Úrsula y siempre funciona, sin embargo, me mantengo inflexible.

Le doy el muñequito que utiliza para dormir y minutos después se queda dormido.

Yo me mantengo embobado viéndole descansar.

Me he acostumbrado a esto y no sé que haré si en algún momento me impiden vivirlo.




holas

no que tiene esta novela que me provoca tanta ilusión cada capitulo que subo :c

disfruten y voten, chauuu <33

sincronicidad; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora