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Ú R S U L A

Me abrazo a mi misma en busca de calor y camino al lado de Bruno sin mediar palabra, sintiendo como la presión me baja a cada paso que doy.

El teléfono retumba en mi bolso una vez más y dejo que suene libremente, ni si quiera me detengo en averiguar quién insiste de esa manera ya que lo sé perfectamente.

— ¿Quién te llama tanto? — pregunta mi acompañante.

— ¿Te importa? Yo digo que no — respondo seca.

Me echa un vistazo con la mandíbula marcada y le devuelvo la mirada, cosa que le sorprende.

— Vaya, sí que has cambiado... — murmura.

Le ignoro y pienso en qué hacer con Mateo. Desde que salí de la cafetería tuve que haberme puesto en contacto con él para explicarle la situación, pero algo me decía que no era lo correcto. Sería preocuparle por nada.

¿No le preocupará más que no hayas ido a por Joel y que encima le ignores...? Reflexiono la respuesta cuando Bruno para al lado de un pequeño restaurante.

— Me muero de hambre, ¿comemos?

Observo con una ceja levantada como se adentra al pequeño local y sin más remedio le sigo hasta las mesas del fondo.

Todo esto es por Joel, me repito de vez en cuando.

Tomamos asiento y en lo que esperamos a que nos atienda el camarero, él se encarga de sacar el tema de conversación.

— ¿Ese chico es tu novio? — se cruza de brazos sobre la mesa.

— No estamos aquí para hablar de eso.

— Hablaremos de lo que a mi me dé la gana, princesa.

Levanto la mirada que tenía fija en el vaso de agua y la poso sobre él.

— Sí, es mi novio y somos jodidamente felices — sonrío al ver que su expresión ha cambiado a una más dura.

Aunque sea mentira me conformo con que le haya fastidiado.

— ¿Es el mismo que estuvo en el parto? — lo dice de forma que parece más una afirmación que una pregunta.

— Sí, alguien tenía que hacer lo que tú no quisiste y gracias a Dios fue él.

Estamos en silencio hasta que nos dan la carta, y como ve que no tengo predisposición en solicitar algo, se encarga de pedir para los dos.

Minutos después nos traen los platos y como es previsible ni si quiera lo toco, en realidad en ningún momento tuve apetito.

— Ahora entiendo como todo ha vuelto a su lugar después del embarazo... — comenta mirando el plato intacto y luego mi cuerpo de una manera bastante asquerosa.

— ¿Podemos ir al grano? No tengo todo el día.

— Quiero que vuelvas y recuperar la relación con mi hijo — dice más directo de lo que me esperaba.

Ignoro lo primero y me centro en el resto.

— ¿Recuperar la relación con tu hijo? — me rio — En ningún momento llegaste a establecer vínculo con él, ¿y ahora quieres que te trate como a un padre? Se ve que la heroína te ha afectado a las neuro...

sincronicidad; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora