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Ú R S U L A

Anoche, después de encontrarme a Mateo a la salida del servicio, decidió que era hora de volver a casa.

Yo no quería, hacía mucho que no salía y realmente me la estaba pasando muy bien pero al ver la palidez en su cara accedí, por lo que nos despedimos de nuestros amigos quedando en que nos veríamos al día siguiente y partimos hacia casa en un silencio cargante que se alargó hasta entrar al departamento.

— ¿Me quieres decir ya qué te pasa? — dejé el bolso a un lado y me quité la chaqueta.

Mateo apartó la mirada del suelo, estaba demasiado pensativo y callado.

— Nada sólo estoy cansado... Me iré a dormir y tú deberías hacer lo mismo.

Asentí poco convencida, le observé desaparecer por el dormitorio y como me aconsejó, hice lo mismo.

٭٭٭

El día de hoy hace cuatro años nació lo más preciado que tengo en la vida y para celebrarlo, le estamos preparando una fiesta sorpresa.

— ¿Hace falta inflar más globos? — escucho que pregunta Olivia desde el salón.

— No por Dios, esto es un agobio ya — opina Taiu.

— Parece la película esa de la casa que flota de tantos globos que la sostiene — todos le miran raro. — ¿Cómo no vais a saber de que os hablo? — habla Mateo.

— Le perdimos — lamenta Tatool.

— ¡Demasiadas horas con Joel! — intervengo desde la cocina.

Termino de colocar las láminas de manzana sobre la masa, una vez lista la meto al horno ya precalentado y programo el tiempo que debe estar.

Por otro lado, como no a todo el mundo le gusta la tarta de manzana (me incluyo) he decidido comprar la típica de chocolate que procedo a meter en la nevera junto a las bebidas y demás.

Vuelvo al salón justo cuando Mateo entra con el regalo que le hemos hecho conjuntamente a Joel, un hámster marrón clarito junto a su jaula.

— Ay pero que cosita — exclamo acercándome.

— Buenos mal que pudo llegar a tiempo — le guiña un ojo a Oli. — ¿Puedes ir a por la caja que está en la entrada? Yo debo darle de comer a esta cosa — señala al animal mientras asiento.

Voy hacia la puerta y me encuentro la caja que me ha mencionado junto a una bolsita de regalo, agarro ambas, vuelvo dentro y las deposito en la mesa junto a los demás regalos.

Falta relativamente poco para que mi pequeño se presente junto con Pedro y Emi, así que le metemos caña a los preparativos: aperitivos, colgar los globos y la piñata, colocar los regalos...

Cuando todo está listo me disculpo para ir a arreglarme y cuando me veo preparada salgo a reencontrarme con mis amigos.

— Estás impresionante — piropea Camilo y le doy las gracias.

— Están subiendo — anuncia Mateo colgando el teléfono.

Nos colocamos como habíamos planeado y cuando la puerta se abre gritamos a la vez ¡feliz cumpleaños!

Joel observa todo perplejo y se acerca a mi corriendo.

— ¡Mami, es una fiesta! — asiento con una sonrisa. — Pensé que Mateu y tú os habíais olvidado.

Paso de la sonrisa a querer encerrarme en el baño y llorar durante un mes y al intuir mi estado Mateo decide intervenir.

— Como nos íbamos a olvidar enano — se pone a su altura. — ¿Sabes que sólo se cumplen cuatro años una vez en la vida?

El nene asiente e intentando rodearnos a ambos con sus pequeños brazos nos da las gracias.

Me seco las lágrimas mientras el pequeño saluda a los demás invitados y anuncio que la fiesta puede comenzar.

Esta transcurre como una quedada de colegas y es que Joel no tiene amigos de su edad, con el único que podría llegar a compenetrar de esa forma es con Emi, y más que un amigo son como hermanos.

— Mami, ¿podemos abrir ya los regalos? — me regala un puchero.

— Antes saco la tarta, ¿si?

Me levanto dirigiéndome a la cocina en la cual la tarta ya reposa sobre la encimera, la agarro y la llevo a la mesa donde los invitados esperan pacientemente.

Al ver de qué es, el niño larga un grito y da saltitos.

— ¡Es de manzana! — duda un segundo. — ¿Para mi solo? — me mira mientras asiento con una sonrisa. — Gracias mami, te amo mucho mucho.

Por quinta vez en lo que lleva de tarde, me aguanto las lágrimas.

— Yo también chiquito, disfrútala.

Y lo hace, prácticamente cuando nosotros estamos partiendo la de chocolate, él ya se ha devorado su pequeña tarta.

— ¿Puedo ya? — señala los regalos.

— Claro que sí campeón, empieza por donde quieras — le alienta Mateo, y cómo no, agarra el más grande.

— ¡Es un circuito para coches! — exclama mirando la caja ya desenvuelta.

— He dado de lleno — Mateo sonríe con orgullo y yo pongo los ojos en blanco.

Joel sigue abriendo sus regalos, que entre ellos hay muchísima ropa y juguetes relacionados con los automóviles.

— Falta el mío — le tiendo la mano y me la agarra.

Le guío hasta la habitación, le abro la puerta muy despacio y cuando ve la bicicleta basada en cars parada en frente de él, como es ya natural, pega un grito.

— ¡Maaaaamiii! — se acerca al objeto y luego a mi — Gracias eres la mejor del mundo. — agradece contra mi pelo en un abrazo.

— Aún hay más — rio ante la expresión sorprendida de Joel y llamo a Mateo para que se acerque con la jaula de hámster.

Y como si de un ritual se tratara, gritito por allá y agradecimiento por acá.

— ¿Qué nombre le vas a poner? — pregunta Mateo.

— Hmm... Mate — dice mirando al hámster.

— ¿Mate? — sonríe y él asiente. — ¿Por mi?

— En por un personaje de cars — le corrijo entre risas mientras me mira mal.

— Bienvenido a la familia Mate... — susurra Joel pegado a la jaula

Volvemos los tres juntos al salón y Pedro nos señala una pequeña bolsa de regalo.

— Faltó que abriera esa.

Sin tiempo que perder Joel la agarra y saca su contenido: un muñeco de tela.

Pero no cualquiera, sino el mismo que tiene y que le regaló su padre nada más nacer.




se re picó, yo aviso nomás

no se olviden de votar, chauuu <3

sincronicidad; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora