La primera y única chica del Área

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Llegaste justo a tiempo a la cocina de Sartén.

—¿Te lavaste las manos? —Era la constante pregunta del joven cocinero cada vez que entrabas a la cocina.

—Claro que sí, Siggy. —El chico hizo una mueca al escuchar su nombre en vez de su apodo. Eras la única que podía llamarlo así sin recibir nada peor que un mal gesto o un ligero regaño.

Empezaste a pelar las papas que Sartén tenía preparadas para el desayuno del día siguiente. Eran cerca de cinco kilos, cincuenta bocas no se alimentan con poco.

—No entiendo por qué tienes que venir aquí después de limpiar la plopus de los animales.

—Estoy limpia, ¿sí? —respondiste, como era usual. Era casi siempre la misma conversación con Sartén—. Acabo de bañarme, y de cambiarme de ropa, como todos los días. Sabes bien que siempre vengo a trabajar después de salir de las duchas.

Sartén te abrazó por detrás y te plantó un beso en la mejilla. Su barba de dos días te raspó la piel.

—Sí, ya sé —rió él.

—Oye, ya basta. —Lo golpeaste suavemente con el codo en las costillas tratando de evitar que la papa que tenías en las manos cayera al suelo—. Eso sí es antihigiénico.

Pasaron dos horas antes de que tu jornada en la cocina terminara: cortar verduras para almacenarlas, preparar puré... esa vez Sartén incluso te dejó sacar algo que tenía en el horno. Como todos los días hablaron de la comida de ese día, de cómo estuvo la cena, si pocos o muchos Habitantes se saltaron o no la comida y algunos consejos para preparar cierto tipo de estofado.

El tiempo transcurrió igual que siempre, medio escuchando lo que Sartén le decía, medio distraída por tus pensamientos. La hora de cerrar la cocina llegó y Sartén esperó a que comieras tu cena y pusieras los ocho platos en tu bandeja.

—Buenas noches, Alex, ten cuidado —dijo él cerrando la puerta una vez que saliste.

—Hasta mañana, Sartén.

«Ten cuidado», todos te pedían siempre lo mismo: Winston, Sartén, Zart, los Corredores; incluso cuando no había mucho por qué tener cuidado, al fin y al cabo, estabas en el Área, y a esa hora las puertas ya se habían cerrado.

Llegaste a la Sala de Mapas y pateaste la puerta un par de veces. Newt fue el que abrió y te le escurriste por un lado antes de que pudiera quitarte el peso de la bandeja con los platos de comida, afortunadamente no vio la sonrisa picaresca que se formó en tus labios al verlo.

—Hola, chicos.

—Hola, Alex —respondieron casi todos a la vez.

Robaste la atención que Minho estaba prestando a un par de mapas, comparándolos entre sí, al poner un plato de comida justo en frente de él.

—Hora de comer —canturreaste fingiendo un tono de voz agudo.

—Rompiste mi concentración, tal vez estaba a punto de de encontrar algo —bromeó el muchacho con un dejo de amargura en su voz al mismo tiempo que picaba las verduras de su plato y se las metía a la boca. Volvió a concentrarse en los mapas.

—Tal vez te desmayarías de hambre antes de encontrar nada.

Colocaste un plato de comida frente a cada uno de los chicos, ninguno estaba tan concentrado como el líder. Cuando llegaste hasta el último Corredor, Newt, éste te tomó de la muñeca y acercó tu oído a sus labios.

—Quiero darte algo cuando termine aquí, ¿ya estás libre por hoy?

—Sí —respondiste nerviosa por el repentino contacto—, iba a ir a dormir saliendo de aquí. Hay algo que quiero decirte.

Corredora (The Maze Runner fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora