Capitulo IX

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Por primera vez en mi vida me había quedado sin palabras, sentí tal frustración y tristeza que lo mejor fue marcharme. Tenía todo listo, una mochila, tan solo, con todo lo necesario para sobrevivir y con chance, asesinar. Le había deja a Will una carta, esperando a que la encuentre cuando yo este en el avión, la deje cuando fue a ducharse, jamás había sentido tal sentimiento, cuando deje philiphinas, claro que pensaba en el, tuvimos una química increíble, pero no como ahora, ahora yo lo amaba y lo tenia que dejar, quizá para siempre.
Entro el agente a mi oficina y me dijo que mi hermana me esperaba en mi habitación, ordene los papeles mientras le decía al agente que dejara la carta que recién me había llegado sobre el escritorio y así fue como me marche a ver a mi dulce hermanita pensando como le presentaría a mi novia, la que intento asesinarme.
- Hola guapooooo.
- Añoraba tu sonrisa hermanita, olvidaba lo mucho que te quería, que gusto verte.- llenaba de besos su rostro mientras la cargaba, después de todo me emociono mucho verla.
- Bueno, es hora de que me bajes y antes de conocer a esa chica, toma esta copa de vino, te vendrá bien.
- Hermana, espero que tengas carácter porque con Em lo necesitas.
- Claro hermanito.- lo dijo guiñándome un ojo y brindando.

Era hora de irme, quizá podría despedirme de Will, pero no me dejaría ir. De pronto recordé que olvide mi cadena en la mesa de noche de la habitación de Will, tendría que ser sigilosa, maldita sea. No dejaría mi cadena, me la dio mi padre, que aunque tuviéramos mala, malísima relación, le amaba y lo recordaba como el buen hombre que era, antes de mi querida madre. Era mi culpa, ese viaje fue el último como familia, tomábamos fotos mientras reíamos y bromeábamos con mi padre, yo era demasiado joven, una adolescente feliz y queriendo hacer cosas intensas, me encantaba la aventura, pero por mi culpa, mi madre se fue. No había carros y era una foto rápida a mitad de la calle, había un acantilado aun lado, cerré los ojos un momento y de pronto escuche sus gritos, sentí que alguien me empujo y cuando los abrí, la mire volando hacia el acantilado y un carro chocando, el carro lo manejaba un ebrio que venía de un bar, era muy ignorante de mi parte querer hacer una foto ahí, justo ahí, donde mi familia en tres segundos, se desmorono. Jamás olvidaré el rostro de papá al llegar al hospital, dos días después, ese hombre desapareció para ser alguien muy distinto, es verdad, el dolor nos cambia a todos de diferentes formas.
Cuando iba a girar la manija de la habitación de Will, un ruido llamo mi  atención, así que con sigilo, abrí la puerta, anteriormente dije que me había quedado sin palabras, bueno, ahora se verdaderamente lo que es quedarse sin palabras. Me quede paralizada, no daba crédito a lo que mis ojos miraban, un llanto, una voz, se quedaron atorados en mi garganta, casi no podía respirar, abría y cerraba la boca, sin poder soltar ni una exclamación, me sentí tonta, estúpida y usada. No podía creer lo que miraba, no tenia sentido me di vuelta y me quede parada fuera de la habitación, analizando lo que acababa de ver. Will acostado con una mujer sobre el, teniendo sexo, la mujer gemía con tanta excitación que parece enfermo recordarlo. No sabia quien era, podría pensar que es alguna muchacha de limpieza, pero ninguna tiene el cabello negro y corto a los hombros. Sin pensármelo, me largo de ahí. Voy directo a la oficina de Will y rompo mi carta, justo donde la deje, no había vuelto a la oficina por estar ocupado, maldito el y maldita yo por creer en el amor. Jamás había sentido tal sentimiento, si se podía decir así, porque parecía que no sentía nada, pero la boca de mi estomago dolía, mis ojos ardían pero no lloraban, era como si algo dentro de mi se apagara, entonces lo entendí.
Ahí estaba el fin de la vida, con Will.

Cielo sin sueño Donde viven las historias. Descúbrelo ahora