Tú petición es mi deseo.

༒ TWO ༒

Cinco en punto y Renjun no aparecía, el siempre era muy puntual cuando de jugar se trataba, su madre siempre lo llevaba los mismos días, a la misma hora, al mismo parque. Yukhei estaba impaciente por verlo el día de hoy, en especial porque había hecho una entrega en su trabajo que le había generado buena cantidad de dinero, entre sus manos jugaba con una barra de chocolate mientras debajo de su brazo sostenía una nueva pelota de baloncesto, no podía esperar más por ver su reacción al recibir el pequeño detalle, por lo que dió un salto de aquella rama posada en lo más alto de un árbol y se dispuso a buscarlo, miro por todos lados, buscó por todas partes, no estaba en las canchas de básquet en las que solía jugar, tampoco en los columpios, ni en la resbaladilla y eso le comenzaba a preocupar.

- Buscas a Renjun ¿No? -

Yukhei se dió la media vuelta de inmediato encontrándose con un niño un poco más alto que Renjun, probablemente era un compañero de su clase.

- Sí ¿Sabes dónde está? -

- Ujúm, el se fue. -

- ¿Qué? -

- Dije, que se fue, el se cambió de casa. -

Replicó el menor con un tono un poco más alto, mientras rebotaba una pelota de baloncesto una y otra vez sin tomarle importancia. El mayor se hincó de rodillas delante suyo y lo tomo por los hombros sacudiendolo sin hacerle daño y miró directamente sus ojos llenos de desespero.

- ¿A dónde? -

- A Corea. -

No era la respuesta que precisamente esperaba escuchar, el esperaba una calle nueva, una colonia nueva, nunca un país que se encontraba a cientos y cientos de kilómetros del suyo, sus brazos se cayeron al suelo, sus ojos se centraban en la nada, sus oídos se habían privado de escuchar y solo podía pensar en el rostro del pequeño, en la última vez que lo vió.

- ... Escuché a mi mamá hablar con otra y dijo que sus padres se habían divorciado, así que la mamá decidió... Oye... ¡Espera! -

El más alto se puso de pie y caminó vagamente por el césped hacia aquel árbol que era testigo de todas sus desgracias. Se tumbo en el como solía hacerlo y se acunó entre sus brazos llorando ¿Que podía hacer en contra de eso? ¿Que podía hacer Renjun en contra de eso? Aún tuviera más de siete años no podía oponerse a qué su madre lo llevará lejos de su padre, Yukhei no tenía voz de mando para opinar al respecto, Renjun se había convertido en su ángel, porque por más frustrado que se encontrará, siempre lograba alegrar sus días y pintarlos de mil colores con sus canciones expontáneas, esas que cantaba a todo pulmón mientras juntos iban de camino a casa, pues desde que Yukhei supo que sufría de acoso escolar, saliendo de la escuela secundaria iba por el, todos los días saltaba a el recibiendolo con un cálido abrazo, le contaba todas las aventuras de su recreo, mientras saltaba por la calle evitando pisar cualquier ranura o grieta, pues según el menor debajo de la tierra se encontraba el mundo de cocodrilos voraces que podían comerlos, el menor gozaba de una imaginación tan amplia, que Yukhei se sentía devuelto a esa infancia que nunca pudo tener, era un niño increíble, inocente y de noble corazón, tenía una sonrisa que lo alumbraba, unos ojos que lo hinoptizaban, unas manos tan mágicas, que incluso ahora mismo podía imaginarlas entre las suyas, "eran tan diminutas" pensó con una sonrisa en su rostro y sus mejillas empapadas en lágrimas, lágrimas que nunca antes había derramado por amor, lo amaba, lo adoraba con todo lo que su cuerpo conformaba. Los días a su lado habían transcurrido como el agua entre sus manos, no lo podía detener, nunca imaginó, nunca pensó que en cualquier momento su niño dorado fuera a faltarle, estaba hundido en un sentimiento que ni siquiera el podía expresar, no habría más risitas ni caricias que lo hicieran sentir vivo otra vez, pues Yukhei a pesar de ser tan jóven estaba muerto, estaba podrido por dentro y Renjun había sido la única persona, que fue capaz de permanecer a su lado a pesar de las circunstancias, Yukhei estaba roto, no había pelota que lo sacará de su burbuja de miseria, no había ángel que pudiera rescartarlo, Renjun se había ido y probablemente jamás volvería a verlo.