༒ FOUR ༒

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Sin darse cuenta, ver a Ten dormir, se había convertido en el pasatiempo preferido de Yukhei, en especial cuando terminaban esas rudas sesiones de sexo, porque su rostro se veía hermosamente más relajado que otras veces, le encantaba ver su perfil tan perfecto, le costaba creer que fuera real, pero lo era, su cálida respiración contra su gran pecho le demostraba que no era un ángel caído en las manos del mismísimo demonio, era un ser humano, uno real, adoraba esos delgados labios pintados naturalmente por un tenue color rosado, sus ojos gatunos y sus finos cabellos oscuros que resaltaban en su blanca piel de porcelana, Yukhei estaba enamorado.

- Me gustas... -

Susurró en un tono suave contra el oído de su compañero de habitación mientras acariciaba la extensión de su espalda de arriba a abajo para poder arrullarlo, lastima que nunca pudo escucharlo.

[ - - - - ]

- ¡Ha vuelto! -

- ¿¡En verdad!? -

Murmullos se escuchaban por toda la universidad ¿Quien diablos había regresado? Yukhei no lo podía entender, pero seguro quien sí lo sabía era Ten, siempre al tanto de lo que no le importaba, por lo que le fue a buscar, por su altura fue sencillo reconocer la coronilla de su cabeza, el reconocía su cabello más corto hasta la punta de sus pies a pesar de estar entre todo el montón de personas, curioso fue moviendo de una en una con sus grandes manos, hasta que encontró a su ángel en manos de alguien más.

- Ha vuelto. -

Sonrió el más bajo con sus ojos llenos de destello por las lágrimas que estaban a nada de salir, mientras que el otro sonreía también como idiota, Yukhei quería meterle el puño en toda la cara y borrarle ese gesto tan arrogante que tenía al reecontrarse con el.

- Veo que no te da gusto verme aquí de nuevo. -

Hablo Taeyong extendiendo sus brazos en el vano intento de abrazar al más alto de los tres, pues los compañeros de escuela al ver ese fuego arder en el rostro de Yukhei, prefirieron irse todos a sus clases.

- Lo que no me da gusto es que vengas y te pares con esa cara tan radiante luego de todo lo que le has hecho pasar. -

Alzó la voz el más alto una vez se quedaron los tres solos, apartando los delgados brazos del contrario una vez los extendió con intenciones de darle un hipócrita abrazo.

- Yukhei, ya basta. -

Se entrometió Ten entre ambos, pues Yukhei ya lo tenía acorralado contra la pared, sus brazos ardían de coraje y sin darse cuenta sus puños estaban bien apretados, listos para darle el primer izquierdo.

- Te gusta ¿Verdad? -

La diferencia entre Taeyong y el, era que que Taeyong era más sereno, mientras que el castaño se ahogaba en su propio posó de odio y enojo, ambos lo sabían, esa pregunta había dado en su punto más doloroso, en especial por eso tono burlesco en su cuestión.

- Yo no me enamoró de quien no es capaz de valorar a su propia persona. -

Pero la característica más notoria, era que Yukhei siempre si o si ganaba, ese día se había quitado la venda de sus propios ojos, esa frase había sido para sí mismo, no podía estar enamorado de Ten, no podía estar enamorado de quién lo manejaba como juguete cada que tenía el culo caliente, disponible siempre para el, cuando Taeyong hacía su corazón pedazos, Yukhei trataba inútilmente de sanar a alguien más cuando, aún cuando su corazón estaba hecho polvo y Ten nunca lo pudo valorar. Miró a ambos con una sonrisa y no era fingida, se sentía tan contento al liberarse de ese peso tan grande, en el que Ten lo quería un día y al día siguiente ya no.

[ Cuatro días después ]

Luego de una pesada ronda de basquetbol había caído devastado en la cama, estaba a nada de dormir profundamente, dispuesto a descansar para estar recargado de energía para el partido del día siguiente, cuando un portazo del pequeño departamento lo había levantado asustado.

- ¿Y ahora que? -

Alzó su voz lo más alto posible para poder ser escuchado desde la habitación sin siquiera abrir sus ojos, pues sabía que era Ten, con quién aún compartía habitación, pero ya no más la misma cama. Pasaron algunos minutos y no escuchaba respuesta, suspiró con pesadez y se levantó de la cama en busca del más bajo.

- ¿Ten? -

Preguntó por el pequeño pasillo mirando hacia sus lados, hasta que lo encontró hecho bolita en la cama con su tableta haciendo trazos sin sentido, típico de el cuando hacía berrinche cuando las cosas no le salían bien.

- Vete, déjame solo. -

Murmuró entre sollozos el Tailandés y continúo dibujando, no le quedó más que encogerse de hombros y volver a dormir, pues ya no sería más su paño de lágrimas. Al anochecer se levantó por el rugir de su estómago y se dirigió a la pequeña cocina para comer cualquier cosa, cuando vio al más bajo hacer sus maletas.

- ¿A dónde vas? -

- A Tailandia. -

Respondió seco y de inmediato luego de que le hizo esa pregunta, ¿sorprendido? Para nada, no era la primera vez que Ten viajaba cada que se sentía mal, tampoco era necesario preguntar la razón, los regresos de Taeyong no eran los más duraderos, así como su relación.

- Hasta nunca. -

Se escuchó un estruendo al cerrar su maleta con fuerza, estaba enojado porque desde que Yukhei le vió llorar, no le había tomado esa importancia que siempre le daba, el más alto sacudió su mano en señal de despedida y continúo sirviendo su tazón con cereal, no escucho pasos dirigirse hacía la salida, por lo que se dió la vuelta de nuevo, encontrando al más bajo con un expresión de enojo en su rosy, mirándole fijamente al borde del llanto otra vez.

- ¿Que? Llegarás tarde a tu vuelo, deberías irte ahora. -

Hablo tan amable como pudo, dándole un toque sarcástico, mientras miraba el reloj inexistente de su muñeca fingiendo checar la hora, Ten apretó sus dientes así como su mano sosteniendo su maleta sin despegarle la mirada, mientras que Yukhei continuaba haciendo su cena, se sentó en la barra para comer su cereal y Ten aún no se iba, el castaño volvió su mirada a él y después soltó una fuerte carcajada y comenzó a reír como un loco.

- ¿Quieres que te acompañe? ¿Que vaya corriendo detrás ti? ¡Oh Ten! ¡Espera! Ya- Ya hago mis maletas...-

Caminó por toda la cocina con desespero fingiendo buscar por todos lados sus cosas para hacer su maleta, riendo aún más fuerte luego se su pequeño acto sarcástico, Ten salió de la habitación y azotó la puerta con fuerza, Yukhei limpió las lágrimas que habían salido de la risa y continúo comiendo mientras negaba con su cabeza, realmente así actuaba cada que Ten se iba de la cuidad por sus ataques depresivos, le daba vergüenza saber que se había arrastrado así por un culo, por uno que no valía la pena.

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