⟨Capítulo 1⟩

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La noche pasa tan rápido que Sehun siente que ha dormido menos de seis horas, aunque no olvida que todos los días anteriores ha estado presente en diferentes fiestas y por lo tanto no duerme bien. Se ha prometido no asistir más, pero sus amigos siempre lo convencen y no puede negarse.
Se levanta de la cama y se da cuenta que su compañero de habitación no se encuentra, así que camina por el desordenado cuarto y mira el calendario.

«Hoy, hace un año, mis padres me dijeron que me fuera de la casa». Piensa mientras suspira y busca lo que al parecer es su celular. Lo enciende y ve que nadie lo ha llamado, ni siquiera sus padres. Ellos se han olvidado por completo de él, pero eso ya no le importa, ahora él es su propia familia.

Ordena un poco y se da un baño. El agua está tan perfecta que hasta ganas le dan de quedarse allí, pero sabe que no puede, porque tiene que enfrentarse a esa miserable vida que tiene.
Sale del baño y cambia su ropa, luego escribe una nota para su compañero y se va del lugar.

Camina tranquilo por la calle. Es un día agradable. El aire le golpea la cara y mueve algunos de sus castaños cabellos, pero Sehun solo lo ignora y continúa caminando.
Llega hasta una llamativa tienda, y justo ahí lo esperan sus amigos. Se acerca a ellos con una buena actitud y los saluda como siempre.

—¿Dormiste bien anoche? —le pregunta el chico que se encuentra a su derecha.

—No —responde con facilidad—. No he dormido bien estos días, pero eso no importa.

—¿Hoy vas a ir a la fiesta? —pregunta el mismo chico.

—Creo que no —responde triste—. Hoy no me siento bien.

—Si te arrepientes, solo llega al punto de encuentro, ahí te estaremos esperando.

Sehun sonríe y se despide de ellos. A la distancia voltea y mueve su mano alegremente. Sus amigos lo notan y le devuelven el gesto.
Continúa caminando y llega a una pastelería. Los pasteles son lo que más ama, así que con el poco dinero que le queda se compra uno de chocolate. Se sienta en una de las bancas del parque de enfrente y observa la gente pasar, mientras que saborea con su lengua aquella exquisita comida que tanto le gusta.

Unas horas después, se levanta de su asiento y analiza cómo están las cosas. Está aburrido, quiere divertirse. Dijo que no iría a la fiesta, pero beber, fumar o drogarse es lo que más quiere en un momento como ese. Cuando menos lo espera, arregla su cabello y va al lugar en donde puede pasarla bien.

[...]

Sehun se encuentra frente a la puerta de aquella casa. Duda en tocar, pues se había decidido a no seguir en ese mal camino, pero ese mal camino lo aleja de las preocupaciones que lo invaden.
Respira hondo y se fija en su apariencia. Está igual de guapo que siempre, así que da tres golpes y en menos de nada ya le han abierto.

—Hermano, sabía que vendrías —le dice su amigo—. Adelante, esta es tu casa.

Sonríe y entra, observando con detenimiento a quienes festejan. Hay personas reconocidas y algunas personas nuevas. Saluda amablemente y todos hacen lo mismo. Él es alguien popular que tiende a caer bien a todos, y nunca duda en aprovechar eso.
Ve en una mesa diferentes bebidas y las prueba todas. Alguien le ofrece un cigarrillo y lo acepta, para después fumar con gran tranquilidad.

«Dos de tres».
Piensa, pero cambia de parecer cuando un desconocido le ofrece droga.
«Tres de tres, hasta aquí llegué».
Y con esto, se despide y se queda sentado en el andén de afuera de la casa, luego cierra sus ojos y queda dormido.

—¿Hola? —escucha la voz de un muchacho—. Amigo, ¿estás bien?

—¿Disculpa? —responde adormilado y fuera de sus sentidos—. Estoy bien, solo un poco ebrio, drogado y fumado, nada más.

—¿Seguro que estás bien? —insiste el muchacho— Pasaba por aquí y te encontré, pero te ves mal.

—Tal vez comer algo me haría bien, o al menos tener dónde vomitar —le responde y siente que le ayudan levantarse.

—Te llevaré a mi casa, trata de caminar —y aquel extraño se lo lleva su casa, evitando de muchas formas que Sehun caiga.

Unas calles después, el desconocido busca sus llaves en los bolsillos de su pantalón negro y abre la puerta. Los dos entran y se acomodan en el gran sofá de la sala principal.

—¿Y bien? —pregunta el muchacho—. ¿Cómo terminaste allá tirado?

—Solo quería divertirme un poco —le responde—. Quería pasarla bien, y si era probable, morir ahí mismo.

—No pienses eso, la vida es bonita —le dice, y recibe una fuerte mirada—. Yo solo lo decía.

—¿Cuál es tu nombre? ¿Cuántos años tienes? ¿Por qué me trajiste aquí? ¿Tus padres no te enseñaron a no hablar con extraños? —Sehun pregunta tan rápido que apenas el otro chico logra analizar las preguntas.

—Soy Park Chanyeol, tengo 22 años, te traje aquí porque pensé que necesitarías ayuda, y no, mis padres no me enseñaron nada porque eran alcohólicos y drogadictos, por ende yo no les importaba —termina de hablar y observa al contrario, esperando alguna respuesta—. ¿Tú qué?

—Oh Sehun, 20 años. Hace un año mis padres me sacaron de la casa por ser un joven rebelde, o eso era lo que decían —Chanyeol lo mira y sonríe—. No sonrías, eso no tiene nada de bueno, y por si te lo preguntas, el efecto de la droga y la cerveza ya me pasó.

—Si no quieres que me ría, entonces no lo haré —voltea a otro lado y piensa un poco, luego toma aire y habla—. Así que eres el típico fuckboy que va a muchas fiestas, que tiene muchos amigos, que es muy cool o cosas por el estilo y que, según su familia, se ha arruinado la vida. Ahora dime, ¿en qué me equivoqué?

—En nada —responde cabizbajo—. Aunque no soy muy fuckboy. La verdad no me gustan las chicas, solo las beso y les hago creer que tienen una oportunidad conmigo, pero cuando menos lo esperan, les digo que soy gay y que simplemente las utilicé.

—Típico argumento, no es la primera vez que lo escucho —el castaño de nuevo lo mira mal—. Tranquilo, no hay motivos para que me mires así, es más, ahora eres mi amigo. ¿Puedo ser tu amigo también?

—No tienes amigos, ¿verdad? —el otro niega con la cabeza—. Ahora soy tu amigo, entonces cuéntame sobre ti.

Chanyeol le sonríe y un brillo ilumina sus ojos. Él se levanta y le trae algo de comer a su nuevo amigo. Lo que ninguno de ellos sabe es que un fuerte lazo se está formando, pero no precisamente uno de amistad.

—Te contaré mi historia, prepárate para escucharla.

Dreams ⟨ChanHun⟩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora