𝖘𝖊𝖓𝖘𝖎𝖇𝖑𝖊

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Rubius había intentado ocultar el hecho de que, al ser híbrido, sus orejas de oso le eran demasiado sensibles; sin embargo, la manía de Vegetta por acariciar su cabeza le llevaría a desvelar el secreto.

×Capítulo que sentará las bases para otros escritos del fictober. Esperen continuación <( ̄︶ ̄)>×

Un día de aventuras con sus compañeros nada nuevo, la noche caía y cada uno se dirigía a sus casas desde el centro de Karmaland donde habían sido recibidos

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Un día de aventuras con sus compañeros nada nuevo, la noche caía y cada uno se dirigía a sus casas desde el centro de Karmaland donde habían sido recibidos.
Al amante del morado le pareció buena idea acompañar a Rubius hasta su casa a pesar de las miradas burlonas de sus compañeros que gustaban de suponer la relación que aquellos dos no tenían... aún.

En un par de minutos, gracias a sus chocobos, ya estaban sobre la isla flotante del rubio. Junto a la puerta Vegetta se despedía con una sonrisa para poder ir a descansar. Aunque fuera más bajito extendió su mano para poder sacudir el cabello teñido entre las orejas castañas de su compañero quien apartó su brazo rápidamente.

—¡No toques mi cabeza!, no entiendo que manía tienes con hacer eso.

"No toques mi cabeza"— Repitió con un tono de voz burlón, dizque imitándolo. —Yo no entiendo que tanta molestia tienes con ello.

—Vegetta, creeme que hay una buena razón para ello.— Rubius aseguró con un ligero nerviosismo que no sería tan fácil de observar si Vegetta no hubiese pasado tanto tiempo con él.

—Así que... ¿Una buena razón?— El azabache preguntó tanteando terreno, realmente le causaba curiosidad.

—Algún día te contaré.— El rubio sobó su nunca dejando el asunto cerrado al igual que el más bajo. No le apetecía seguir presionando al rubio con eso esta noche.

Otro día pasado en la casa del árbol junto al guerrero, la cual era ambientada por el sonido de las hojas moviéndose ante la brisa

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Otro día pasado en la casa del árbol junto al guerrero, la cual era ambientada por el sonido de las hojas moviéndose ante la brisa. Estaba tan somnoliento con su rostro en el regazo de Vegetta y aquel dandole pequeños mimos en el rostro.

Iba a quedarse dormido hasta que lo sintió.

—¡Samuel!— Se apartó del mayor con un grito que sonó más a un gemido que a un quejido, intentó por todos actuar como si aquel sonido no hubiera tenido una connotación bastante sugerente. Su rostro ardía y no sabía si era la vergüenza, el enojo o el estímulo.
—No toques mi cabeza y menos mis orejas, ¿Cuántas veces te lo debo de decir?

—Pero me gustan tus orejas.— Vegetta iba a tocarlas una vez más pero el rubio ni de coña se lo iba a permitir.

—Hay una buena razón por la que no deberías hacerlo.

—Ya me lo haz dicho.— Vegetta soltó aburrido mientras que Rubius tenía esa mirada de "¿Y entonces?". —Es que no me dices cual es esa razón, ¿Te dan cosquillas?

Rubius se sujetó el puente de la nariz pensando en que tanto podía hablar con él de eso. "Escucha." Habló mientras el azabache lo miraba expectante.

—En primera no deberías estar tocando a personas que no quieren.— Se puso a la defensiva inmediatamente ganando tiempo para poder explicar lo que sucedía.

—En segunda, los híbridos somos más sensibles en nuestras partes animales. Creo que era porque tenemos más terminaciones nerviosas pero no estoy seguro.— Vegetta soltó un "oh" extendido mostrando que estaba entendiendo la situación.

—Entonces... ¿Por eso gemiste?— Rubius con el rostro muy rojo se soltó a decir cuantos insultos se sabía diciendole a Vegetta que sabía que no tenía que decirle y que era un mal amigo aunque el azabache no estaba escuchándolo. Pensaba en como guardarse el tip para un posible futuro.

보라빛 밤 ; fictober rubegetta ; 2020 editionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora