Este capítulo ha sido escrito por el sumiso de la relación, no por la ama, por eso el estilo de escritura es diferente. Si se pide, se hará otro capítulo que sea exactamente igual pero con las correcciones debidas para que quede a la par del resto, sin cambiar la esencia ni los sucesos.
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Había pasado un mes desde aquella noche vasca en la discoteca, un mes donde no había habido un día que mi mente no recordará eso masturbándome, a veces más de una vez. En dos encuentros te había bastado para tener mi mente bajo control, un deseo que no era capaz de entender.
Sin embargo, la tarea que me mandaste para volver a vernos era imposible, así que tuve que optar por sorprenderte. No era un noviembre muy frío y eso hacía que las bibliotecas estuvieran algo desocupadas por dentro, abarratodas en las terrazas de su alrededor. Así fue como empecé a meter la boca en la cabeza del lobo, o de la loba, como aprendí que eras conocida en criminología por algunos compañeros.
Era miércoles cuando mi vida volvió a cambiar. Había salido de trabajar de dependiente en una tienda de ropa de barrio, vendiendo trajes y corbatas, con lo que me costeaba el piso y la carrera desde hacía un año que mis padres redujeron sus ingresos en mi cuenta. A última hora de la tarde entré en la biblioteca, una sudadera de Nike gris y unos pantalones pitillos negro de chándal, lo normal para estar más cómodo. Pero tal fue el azar que encontré sentada en una mesa individual con las piernas cruzadas en la silla a otra chica normal, tan solo con una sudadera negra larga, pareciendo que nada más llevara debajo y unas deportivas blancas, seguramente más caras que mi sueldo de todo un año en esa tienda.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, aunque donde se detuvo fue entre mis piernas. No podía olvidar esas piernas tuyas, como en cualquier apariencia mi mente bombardeaba recuerdos y fantasías que implicaban mi total sumisión. Finalmente, tras respirar hondo varias veces me acerqué a ti
Creía que para las prácticas de ciencias forenses usabas tu edificio para experimentar la resistencia del cuerpo humano, Andrea- mi voz empezó sonando interesante, pero en cuanto te giraste fue decayendo hasta terminar en un susurro de vergüenza.
Temeroso por tu reacción me sonrojé, hasta que vi asomar una sonrisa de lado cómplice, no sin esa superioridad – sabía que eras listo, pero ahora me has sorprendido- me fijé en como tu mirada examinó mi cuerpo de arriba abajo, yo parecía que estuviese atado.
Aunque no pude cumplir lo otro- mi tono de disculpa y arrepentimiento era notorio, también que te había echado de menos realmente.
Sabes, quizá tú estudies a estas horas porque tu trabajo restrinja tus horarios, pero yo me marcho ya, ya sabes a qué – ese guiño de ojos me hizo perder la cabeza, vi cómo te levantabas para acariciar mi cara como si fuera tu niño por un momento – el viernes cuando salgas de trabajar a esta dirección, te lo has ganado, Alvarito.
Tras eso vi cómo te fuiste, te esperaba un amigo que te recibió con un beso, eso hizo que mi corazón sufriera otro vuelco y me quedara sin ganas de hacer, más viendo tu altanera sonrisa sabiendo lo que me hacías.
El jueves y el viernes fueron los días en los que más nervioso había estado en mi vida. Pedí salir de trabajar pronto y me dirigí a esa dirección, en la zona más cara de la ciudad, un edificio alto con una entrada impresionante. Entré, al hacerlo el portero me frenó y me hizo explicar que hacía allí – vengo a ver a la señorita Rocca - mi voz nunca había sonado tan acelerada, acostumbrado a ser frío. Me dejo pasar al ascensor y subir 50 plantas que se me hicieron 500. Las manos me sudaban, la boca se me secaba, deseaba que el ascensor bajara cuando se abrió la puerta, conectado a un ático que ni en las cuentas de redes sociales de lujos vería alguien. Mármol blanco, una fuente en la terraza del ático, tremendos muebles, sofás y mesas. Una cocina que rivalizaba con todo mi apartamento. Pensé que era todo una alucinación de mi cabeza y salí a la terraza. El mármol no era solo decorativo. En él sonaban fuerte los tacones cuando te acercaste. Mi reacción debió ser lo más patético jamás visto al verte, pues esa risa condescendiente tuya así lo delató.
Esa melena, ya sin flequillo, esa chaqueta corta de cuero, pero sobre todo los leggings de cuero y los taconazos de infarto con esa plataforma – ya que parece que querías guerra, me he puesto mi armadura – tu tono era aún más poderoso – acércate perrito.
Caminé hasta ti, no podía dejar de tocar las solapas de mi americana negra medio informal, los nervios me superaban, lo sabías y oí ese sonido chasquenado tu lengua.
Tranquilo, a todos les pasa, bueno los pocos que me ven así... Relajáte – a ese último susurro le acompaño un beso muy lento, en el que sentí como tu lengua recorría toda mi boca. Al terminarlo, un escupitajo en mi boca me devolvió a la normalidad. Vi como sacabas una correa – vienes muy mono, pero te prefiero desnudo – tu calma trasmitía una superioridad sin límites, jamás me había sentido tan inferior.
Me desnudé y me dejé poner el collar, arrodillándome ante ti, antes de besar esos tacones vi como negabas, no me lo había ganado.
En cuanto te haga ir un poco al gimnasio y moldees ese cuerpo, vas a convertirte en algo que ninguno de los dos imaginamos.
Empiezas a caminar y te sigo a cuatro patas, vas a un sillón que más bien parece un trono, al sentarte quedo arrodillado frente a ti, viendo tu déspota mirada – has jugado muy bien tus cartas sumiso, así que vamos a volver a jugar con ellas – mientras hablabas veo como barajas un juego de cartas- he retirado los números bajos para que sea más emocionante.
¿Qué vamos a hacer?- no terminé la frase cuando recibí un brutal bofetón que cruzó mi cara y resonó en el salón, acompañado de una mirada que desprendía el más profundo de los ascos.
Ni respeto ni educación, escoria. Soy tu diosa para empezar, me hablas como tal, solo cuando te dé permiso. Si me vuelves a interrumpir te juro que desearás saltar por el balcón.
La amenaza era de lo más real, lo que me hizo acojonarme y tragar saliva.
Dios es que afeitado tienes una carita de bebé- me dices como un piropo para darme tres bofetones más – me encanta.
Yo no sabía cómo reaccionar mi mirada era puro agradecimiento a todo lo que hacías.
Bien el juego consiste en lo siguiente. Tú elegirás una carta y dependiendo de la carta haré una cosa; picas bofetones; corazones te escupiré en la boca; diamantes arañaré tu cuerpo; tréboles te morderé. Si sale un As será algo especial relacionado con el palo, y al finalizar, mis tacones patearán tus huevos. ¿No te encanta? A ver cuantas rondas aguantas- veo tu sonrisa dulce e inocente, sabiendo que intentaría aguantar todo por estar más rato contigo, solo cuando yo suplicara pararía - ¿Alguna duda?
¿En cada ronda sabré algo de ti? – veo como asientes de eso se trataba.
Bien, empecemos perrito.
Me ofreces toda la baraja, yo con la boca cojo una carta, una reina de tréboles. Veo como te relames sádica, celebrando la carta.
Con el hambre que tenía... Esto será increíble...
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Rocca (Novela ERÓTICA)
Non-FictionNOVELA ERÓTICA Aquí no encontrarás una historia de amor, encontrarás a dos universitarios que por cosas del destino se cruzan y hacen que las chispas sean fuego. La sensual historia que hará que dos desconocidos creen entre ellos una relación, cuant...