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Daniel era el encargado de aquella casa, dónde actualmente habitaban doce caídos, tres femeninos y nueve masculinos.

Al ser el encargado, o superior, los demás debían obedecerlo, y sólo se cumplían sus órdenes y palabras.

—Daniel, tenemos un problema —pronunció una rubia entrando a la oficina privada de su superior.

—¿Qué ocurre, Ariana?

—Caleb atropelló a una humana.

Daniel suspiró y frunció el ceño, sin dejar de ver su ordenador.

—¿La mató?

—No, la trajo a casa.

—¿Cómo que la trajo aquí? —preguntó desconcertado, mirándola.

—Y ese es el menor de nuestros problemas. La humana nos ve.

—Eso es imposible.

—Lo mismo dije, pero Esmeralda sigue insistiendo que la humana se desmayó al ver las alas de Caleb y de ella.

—No puede ser —pronunció molesto, poniéndose de pie—. ¿Dónde la tienen?

—En la habitación de Caleb.

El hombre de cabello castaño, y ojos café oscuros, apareció en la habitación de uno de sus subordinados más jóvenes, y rebeldes, encontrándolo a él y su compañera junto a la cama... Donde yacía la humana.

Sólo una mirada suya, bastó para que ambos bajaran la cabeza. Se acercó hasta la humana, y su semblante serio cambió por uno de desconcierto.

—No fue culpa mía, la estúpida se cruzó sin mirar. Y aunque intenté frenar el auto, de todos modos la choqué. Si hubiese ido más rápido, de seguro la mataba —pronunció el muchacho mirando hacia abajo.

—No fue idea de Caleb traerla, fue Sam quien insistió —le dijo en un tono bajo Esmeralda, intentando defender a su compañero.

—Salgan los dos ahora —pronunció sin mirarlos.

Caleb salió como si nada de la habitación, despreocupado, pero Esmeralda observó a su superior confundida, antes de salir también. En ese momento, apareció Ariana, mirando preocupada a Daniel.

—¿Lo sientes también?

—Es imposible, pero de todos modos debo cerciorarme si es ella. Desvístela.

La rubia asintió con la cabeza, y se acercó a la humana para quitarle la ropa. Daniel no podía tocar a los humanos, como ellos.

—Busca si tiene alguna marca.

—Sí —le dijo quitándola el pantalón, siguiendo por la camisa.

El castaño recorrió con su mirada el cuerpo de ella, su piel, sin encontrar nada extraño. Ariana le quitó la camisa y el brasier, y él observó su abdomen, sus pechos, su cuello, sin hallar la marca.

—Dala vuelta.

La rubia giró el cuerpo, y él chasqueó la lengua.

—Revisa entre sus muslos.

—¿Q-Qué? ¿Quién pondría una marca allí? —le preguntó apenada.

—La última reencarnada no la pudimos proteger a tiempo, porque la marca la tenía en el interior del labio izquierdo de su vulva.

La rubia desvió la mirada con vergüenza, y le separó los muslos a la humana de la cama. ¿Cómo se les ocurría ponerle la marca allí?

—Para que no la encontraran con facilidad —respondió él a su pensamiento.

Claro, Daniel podía oírlos...

—No tiene nada —murmuró.

—Fíjate en la cabeza, por debajo del cabello.

—Bien.

Ariana le revisó con cuidado la cabeza, tomándose su tiempo, sin hallar nada.

—Nop, tampoco —le dijo tomándola de las manos, revisando sus dedos.

—Gírala de nuevo —ordenó.

En cuanto la rubia lo hizo, Daniel se acercó al rostro de la humana.

—Revisa sus párpados, empieza por el izquierdo, siempre las marcas suelen estar allí.

Ariana tomó con cuidado el párpado superior, sin ver nada. Pero al bajar el inferior, allí estaba esa pequeña marquita, su verdadera identidad.

—Es imposible —pronunció la rubia—. Su alma fue destruida.

—Fue fraccionada, no destruida, pero se suponía que ella no volvería hasta dentro de varias décadas. Sólo pasaron diez siglos —pronunció serio Daniel.

—¿Qué hacemos? ¿Crees que Lu ya lo sepa?

—Por supuesto, de lo contrario no llevaría tantos años humanos viva.

—¿Entonces?

—Hablaré con él, no sé si sea lo correcto entregarla a Baltazar.

—¿Sabes lo qué creo que no sea correcto? Qué aún siendo una "humana" sin recuerdos, haya encontrado a Caleb.

—Y con mayor razón no debería estar aquí —pronunció serio—. No quiero otra estúpida pelea entre ambos... Caleb no debe saber que Hazel está viva, no dejes que entre aquí de nuevo.

—Sí —espetó preocupada, viendo cómo el castaño desaparecía.

La última vez que esa mujer había estado entre ellos, había desatado una confrontación enorme entre ambas casas, por culpa de sus amantes.

Por decreto, ella era la compañera de Baltazar, pero Hazel amaba a Caleb. ¿Cuál había sido la solución? Eliminarla a ella, después de todo, ambos peleaban por esa mujer.

...

Me quedó con el "Angelito" superior de Daniel, de la imagen 😳♥️

Gracias por sus comentarios, extrañaba mucho leerlas ♥️♥️

CalebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora