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—Así que tú eres nuestro padre, no te ves tan fuerte como mamá dijo —pronunció indiferente Dante.

—Tampoco tan guapo como ella decía —lo secundó Mara—. ¿En serio tú eres Daniel?

Daniel observó a Minerva y ella sonrió, y apoyando sus manos en uno de los hombros de sus hijos.

—Son un poquito traviesos, pero te acostumbrarás a ellos.

El castaño se pasó una mano por el rostro y luego asintió con la cabeza.

—De acuerdo, dejemos algunas cosas en claro. Esta es una casa de protección, aquí cuidamos a los humanos que llevan una naturaleza espiritual como la nuestra. No, como la mía —se corrigió viendo a ambos muchachos—. Ustedes son otro tipo de seres.

—¿Aberraciones de la naturaleza? —inquirió Dante.

—¿Errores de una noche de calentura? —preguntó Mara.

—No —pronunció serio, antes de continuar—. Aquí no pueden hacer "travesuras", como su madre les llama. Estamos para proteger, cuidar y guiar a todas estas almas hacia el lugar donde pertenecen. Muchas de ellas luego deciden volver aquí, y seguir ayudándonos. Hay demasiados humanos perdidos.

—¿Y qué se supone que hagamos? —preguntó la niña rodando los ojos, tomando un dulce que llevaba en su chaqueta.

—Ayudar o no interferir.

—Vivir con mamá era más divertido, podíamos meternos en la cabeza de los humanos. Con Mara jugábamos a los títeres —rio Dante.

Daniel observó serio a Minerva y ella sonrió nerviosa, dándole unas palmaditas en los hombros.

—Creo que ya han hablando suficiente, pequeños. Mejor se quedan un momento aquí, mientras hablo con su padre. ¿Te parece el balcón?

—Sí —pronunció serio, antes de sellar la habitación, para que sus hijos no pudieran escaparse, mientras ellos iban hacia el balcón de la habitación.

—Oye ¿Por qué no tienes televisión? —le inquirió Mara, acostándose en la cama de su progenitor—. ¿Qué se supone qué hagamos hasta que regresen?

—Pensar muy bien que harán si se quedan conmigo, porque yo no permitiré este tipo de comportamiento. Vivirán encerrados aquí hasta que cambien —les advirtió antes de cerrar las ventanas.

—Yo sé que ellos han hecho muchas cosas de las cuales tú no estás de acuerdo. Pero te juro que jamás dañaron un alma —le aseguró Minerva—. Sé que llevan una parte tuya, aún dormida en su interior, pero está ahí. Y cuando despierte, se sentirán muy culpables por sus actos.

Daniel la miró a los ojos y luego negó con la cabeza.

—Tendrías que habérmelo dicho cuando nacieron.

—Perdón.

—Tú no sientes culpa, Minerva, si los trajiste aquí, es porque algo malo hiciste, y ellos corren peligro.

—Escucha, Daniel —le dijo seria—. Cuando estamos juntos, tú cambias, yo cambio, de cierto modo, tú me haces ser alguien "mejor" y yo... Yo bueno, te pego un poquito el pecado sonrió traviesa—. Si estoy contigo, sí puedo sentir ciertas cosas, y la culpa es una de ellas.

—Dime la verdad entonces ¿Por qué esperaste hasta ahora?

—Dante comenzó a perseguir a uno de esos chicos, caídos como tú le llamas. Y Minerva... Pues creo que ha estado manteniendo una relación muy "íntima" con un oscuro.

—Ella luce como una niña humana.

—Pero ambos sabemos que no lo es, y está mal lo que hizo, pero entiéndela también, es parte de nosotros ser así. Y no quiero que mi hija, tu hija, siga cometiendo errores.

Apoyó una de sus manos en su mejilla, mirando sus ojos cafés.

—Quiero que cuando despierten, puedan tener a alguien bueno a su lado, que pueda ayudarlos.

—¿Tú qué harás?

—Yo debo volver, Dany, pero vendré a visitarlos.

—Dos siglos pasaron desde la última vez que te había visto.

Ella sonrió, robándole un beso.

—¿Me extrañaste? Yo también lo hice, pero estaba cuidando de esos dos diablillos, que de niñitos pequeños eran mucho más traviesos que ahora.

—Sigo sin entender porqué aceptaste hacer ese cambio.

—Quería algo nuestro —le dijo en un tono suave, mirándolo a los ojos—. Quizás, nuestra atracción vaya más allá que sólo placer sexual.

Daniel negó con la cabeza y ella sonrió.

—¿Por qué no? ¿Sería malo que alguien como tú sintiera algo por alguien como yo?

—Sería vergonzoso que alguien como yo tuviera sentimientos por un ser oscuro como tú.

Minerva borró su sonrisa y bajó la mano que tenía en el rostro de él.

—Sí, claro —pronunció bajo—. Sé que no dirás que ellos son tus hijos, porque sería mucho más VERGONZOSO, que todos se enteren que sucumbiste ante a mí, pero al menos intenta protegerlos.

Abrió la ventana y fue hasta sus hijos, abrazándolos y besando la frente de cada uno, ante la atenta mirada de Daniel. Ella estaba actuando muy afectuosa con ellos, y él no sabía si era algo normal o no.

Era la primera oscura que conocía que tenía hijos.

—No pueden decir quienes son, ni llamarlo por lo que es ¿De acuerdo? Él es Daniel —les dijo a sus hijos, mirándolos a los ojos.

—¿No se supone que es nuestro padre? —preguntó con fastidio Mara.

—Ese sólo es un secreto nuestro, nadie más puede saberlo. Y tampoco deben decirlo dentro de esta casa, por más que estén solos con él. Es Daniel, no papá.

—Está bien, me dá lo mismo —pronunció desinteresado Dante, mirando el techo.

—De acuerdo —murmuró Mara.

¿Para que su madre le decía que tenía un padre entonces? Ella quería conocerlo, saber que era tener un papá, y ni así podía llamarlo.

—Intentaré volver pronto —le dijo a Daniel.

—Está bien.

—Les buscaré un nuevo refugio —pronunció antes de desaparecer.

Un lugar donde no sintieran vergüenza de ellos.

...

Muy guapo pero tonto 🙄♥️♥️

CalebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora