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-Actualidad-

Había llegado para cuando todo estaba tranquilo, en paz, en la casa de Daniel. Era la tercera mujer de la casa, primera era Esmeralda, la compañera de Caleb, y la segunda Malena, quién no tenía compañero, ya que como ella, era un alma que ya llevaba varias reencarnaciones en la tierra.

Desde que había llegado, hacía sólo dos siglos atrás, había sentido una gran admiración por su Superior, por Daniel.

Y lo entendía, ella aún tenía un cuerpo humano, y por eso, pensamientos impuros, que intentaba todos los días reprimir.

Pero siempre que podía, estaba cerca de él, incluso se había ganado su confianza, a la hora de tener que tratar con humanos, ya que Daniel no podía tocarlos.

Y aunque había creído que ella por eso era especial para él, tristemente había comprobado que él la trataba del mismo modo como a los demás.

—Ya la cambié, pero aún sigue durmiendo. Y Caleb se fue con Esmeralda, creo que no ha sospechado nada —sonrió la joven rubia.

—Tenemos que llevarla a casa de Baltazar entonces.

Ella asintió con la cabeza y sonrió, sin poder evitarlo al mirarlo.

—¿Quieres qué te acompañe?

Daniel al miró y luego negó con la cabeza.

—Gracias, Ariana, pero le pediré ayuda a Ariel para llevarla con Baltazar. Él puede tocarla también.

—Claro —fingió una sonrisa, abrazándose así misma con uno de sus brazos—. Ariel también puede hacerlo, y es fuerte.

—Sí, gracias por ayudar —le dijo pasando por su lado.

Ella asintió levemente con la cabeza, y luego se fue hacia a su habitación. Se quedaría allí hasta que la cena estuviera hecha. Hoy no le tocaba cocinar a ella.

***

—Hola, permiso —sonrió una joven de piel tostada, cabello negro y ojos verdes, entrando a la habitación de Ariana.

—Pasa.

—Me dijeron que quizás no te sentías muy bien, por todo lo que está pasando con la humana que encontraron, y es por eso que te traje la cena —sonrió entrando con una bandeja.

—Gracias, Male —sonrió.

—Te preparé bastones de zanahorias cómo te gusta, mayonesa de betabel, arroz frito, y una ensalada de hojas verdes.

—Gracias.

—Entonces ¿Quieres hablar? ¿Qué te pasa? —le inquirió sentándose en el borde de la cama.

—Pues... A veces creo que es triste no tener un compañero asignando.

—¿Triste? Yo creo que es perfecto —le dijo tomando un bastón de zanahoria, dándole una mordida—. Nosotras tenemos la libertad de elegir a quien queramos como compañero. Imagina que hubiesen elegido uno por nosotras, y luego él hiciera lo mismo que Caleb con Esmeralda. ¡Sería horrible!

Ariana asintió con la cabeza, y tomó un bastoncito, dándole una mordida, mirando hacia abajo.

—Sí, lo entiendo, pero... ¿Qué tal si sientes que tu compañero es alguien imposible?

—¿A qué te refieres con eso? ¿Un humano? —preguntó confundida Malena.

—No creo que un humano sea alguien imposible para nosotros. Me parece que sería triste saber que luego de su vida, no volveríamos a verlo.

—Entonces ¿A qué te refieres? —le preguntó confundida, antes de mirarla y abrir los ojos con asombro—. ¡¿Tú también te fijaste en un hermano con compañera?!

—¿Qué? ¡Claro que no! —exclamó frunciendo el ceño—. No me fijaría en uno de ellos.

—¿Entonces?

La joven rubia respiró profundo, y luego miró hacia abajo, insegura.

—¿Puedes prometer no contarle a nadie esto?

—Por supuesto, Ari, puedes confiar plenamente en mí.

—Pues, yo... Yo siento cierta atracción por... Es que es imposible.

—Sólo dilo —rodó los ojos.

—Daniel —murmuró.

—¿Daniel? ¿Qué Daniel? —pronunció sorprendida—. ¿Nuestro Daniel? ¿El Superior?

—Sí —susurró bajito.

—Pero Daniel es asexual, digo, bueno no se interesaría de ese modo en una mujer, y creo que tampoco siente nada. Es decir, llevo viviendo aquí cinco siglos y jamás, jamás, lo vi sonreír.

—Lo sé —suspiró.

—No sonríe, casi ni habla, siempre está solo, serio. Él... Parece un ser tan frío, en serio creo que no siente nada. Es como un ente, nada más.

Miró a Ariana y negó con la cabeza.

—No pienses en él, Ari, Daniel no es como nosotros, ni como los caídos. Él no puede sentir. No tiene sentimientos ni emociones, ni nada bonito que compartir.

...

CalebDonde viven las historias. Descúbrelo ahora