Capítulo 3

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Jimin había terminado su jornada de trabajo ese día y se sentía agotado.

Uno podría tener la idea de que enseñar dibujo en una escuela, en los grados más pequeños, no es el trabajo más forzoso y cansador, pero el chico se lo discutiría a quien sea que le dijera semejante cosa.

Niños descontrolados en un espacio donde se les permite hacer lo que deseen y jugar suena a caos, sin dudas, pero a Park le gustaba ese caos.


Cuando estaba terminando sus años de secundaria, la duda sobre qué hacer lo carcomía. Seguir jugando fútbol no era una opción, hacía años había perdido el interés, y más bien prefería bailar. Por ello había tomado clases durante 3 años, hasta haber alcanzado el nivel necesario para poder enseñar en ese mismo estudio, cosa que hacía todos los miércoles y viernes por la tarde desde que tenía 19 años, siendo el profesor más joven.

Y el más guapo, si le preguntaban a sus alumnas, e incluso a algunos alumnos.

Pero mucho antes de haber podido conseguir ese empleo, él tenía todas las intenciones de seguir estudiando y tener un trabajo más fijo, y también toda la incertidumbre porque no tenía ni idea de qué podía hacer con su futuro.

Además, coincidía con que ese último año estaba demasiado desanimado por tener que abandonar esa institución, y dejar atrás a su mejor amigo, sin haber podido solucionar nada como tanto deseaba.

Hasta que un día, las cosas se medio alinearon para Park.


Como presidente de la clase, tenía la obligación y privilegio de poder elegir a un profesor de la institución, acompañarlo en algunas clases, ayudarlo, y así conseguir puntos extras en su expediente, cosa que era muy bien vista por las universidades o los trabajos. Por supuesto, la elección tenía que basarse en lo que el alumno tuviera planeado a futuro, y eso era muy malo porque Jimin no tenía ningún plan, por lo que simplemente decidió elegir a su maestra preferida de primaria, aquella a la que le guardaba mucho cariño, y que justamente enseñaba dibujo.

Tenía los mejores recuerdos de esas clases.

Solo podía pensar en lo divertido que era la hora en donde él podía jugar y pintar, y eso hacía que tuviera una gran nota en su libreta.

Eso le había ayudado a Jimin a darse cuenta de que le gustaba enseñar y ayudar a los pequeños, que era muy bueno dibujando, era alguien muy creativo, y los niños lo amaban. No necesitaba más que eso, ya sabía al menos por dónde comenzar.

Y le fue muy bien.

La carrera le gustó, le fue demasiado interesante. Había tenido que estudiar en profundidad la historia del arte, los distintos estilos, técnicas y millones de detalles más, además de tener que hacer un año especializado en la enseñanza.

A Park todo se le daba muy bien.

No fue el mejor de su clase ni nada por el estilo, en la universidad es mucho más difícil destacar, pero estuvo contento de poder decir que se había graduado y con grandes notas. Además, de esa carrera también se llevaba a un gran amigo, Kim Taehyung, un chico de su misma edad que según Park había nacido para el arte.



Una vez estuvo dentro de su auto, suspiró relajado, lo encendió y puso algo de música para acompañar el trayecto hasta su departamento.

No podía quejarse de su vida, se sentía satisfecho, feliz. Con solo 23 años ya tenía su propio hogar, trabajos que lo ayudaban a mantenerse bien y que no eran una carga para él, un gran amigo, y una dulce ¿novia? ¿amiga?.

Just Kids; jikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora