Capítulo 1

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ORBELA

Es mi primer día en la universidad, mi corazón late desbocado por los nervios y siento el pulso en mi sien. Estoy en el autobús con Celeste, una de mis amigas. Llevamos ya 15 minutos de viaje y tan sólo nos quedan cinco más para descubrir lo que nos espera.

Un par de días atrás celeste y yo habíamos ido a la que sería nuestra facultad para comprobar los papeles, allí conocí a Eli -Elisa para celeste ya que no se llevaron bien-, una mujer de unos cuarenta y pocos, tenía el pelo rubio y corto y unos ojos ámbar preciosos, su nariz era aguileña y su cara era redonda pero estilizada, sus labios llenos iban a juego con sus ojos redondos, era una mujer muy agradable además de la pasante de la facultad, nada más conocerla supe que iba a pasar varias horas con ella, entre cambios de clase y horas perdidas.

Aparte conocí a uno de mis profesores, fue un encontronazo bastante raro, ni un hola, ni un adiós. Casi me sentí pasar por delante de un iceberg, nada en su mirada ni en su expresión, parecía que un aura helada lo rodeaba, sentí mi piel erizarse pero no pude dejar de analizarlo como si fuera un imàn para mis ojos.

Era un chico muy joven, castaño, ojos azul grisáceo con forma de gato, mandíbula cuadrada, labios finos pero carnosos, nariz recta pero tremendamente sexy en su cara, en resumen un chico muy atractivo, su pelo iba engominado hacia atrás y su vestimenta destacaba con un caro traje gris de camisa blanca. Demasiado joven para ser un profesor, demasiado maduro para ser un alumno.

— Perdona Eli, ¿cuántos años tiene el profesor más joven?

— Por favor, Orbela, trátame como que me conocieras de toda la vida, y el profesor más joven aquí tiene 21.

— Voy a por un café... ¿avellana?

— ¿cómo...?

— La oficina, huele a café de avellana.

Me dirigí a la máquina de café, saqué uno bien cargando para mi y uno de avellana para Eli, además cogí unas barritas de chocolate de la otra máquina.

Había trabajado un par de veranos con un distribuidor y sabía como trucarlas, no me sentía orgullosa pero sabía bien que muchas veces las cosas quedaban abandonadas en la máquina, teniendo que tirarlas por sobrepasar la fecha de caducidad.

Lleve los cafés gratis a la recepción y pase por detrás del cristal que me separa de Eli, atravesando la puerta de madera la vista cambiaba totalmente, era extraño ver la gente pasar desde esta perspectiva.

— Wow, se ve diferente desde aquí.

— Ya ves, el profesor más joven ¿por qué me lo preguntas?

— Me acabo de cruzar en el pasillo con un chico muy trajeado y me sorprendió que fuera un alumno.

— Si, él es Alexander Carter, el profesor de psicología e historia de la filosofía.

— Superdotado supongo, y... ¿es así de serio siempre?

— No, es agradable, pero le gusta aparentar seriedad siempre, cree que el único medio de imponerse es con el miedo, al fin y al cabo muchos alumnos aquí le pasan la edad — Eli ocultó su sonrisa tras su café, me senté en el escritorio, entre la impresora y la pila de documentos mientras Eli continuaba hablando —. no se sabe mucho de él, es huérfano por parte de madre y no tiene hermanos, pero no se sabe más. Bueno, yo sí, pero él no quiere que nadie sepa más —. ¿está como un tren eh?

Me ruborice por la pregunta antes de contestar —. Eli, es mi futuro profesor, no..no voy a responder a eso. Además con lo maquiavélico que es fijo que me castiga o algo por pensar así. Ser tan frío le quita encanto.

Señor CarterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora