Capítulo 48

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ORBELA

Friego los cacharros y recojo el salón, me meto en la la cama y oigo la puerta pero lejos de levantarme a ver cómo está mi padre hago caso omiso a la puerta, me giro cara a la pared y me arropo con las mantas. Mi padre se mete en su habitación y oigo el ruido del roce de su ropa, se pone el pijama y viene a mi habitación.

— sé que no estás dormida.

Se tira en mi cama y me doy la vuelta, está mirando al techo, hablando más para sí que para mi.

— lo siento, estaba enfadado porque ellos te conocen mejor que yo. Sé que no eres ninguna puta y siento haber dicho eso.

Me atrae hacia él y me obliga a apoyar la cabeza en su pecho.

— perdóname por favor

— está bien.

Suspiro cansada y termino por dormirme sobre el hombro de mi padre.

Tengo las típicas pesadillas y me despierto sobre las 6 de la mañana empapada en sudor. Mi padre sigue durmiendo a mi lado, salgo de la cama intentando no despertarle y me voy al baño, me quito el vendaje del tatuaje y lo observo en el espejo, me meto en la ducha y dejo que el agua caliente me despeje la cabeza, no sé cuánto tiempo estoy ahí metida pero cuando salgo mis piernas están rojas y mis dedos arrugados como pasas.

Me dirijo a la cocina y me hecho crema en el tatuaje, lo envuelvo de nuevo y vuelvo al baño. Me hecho una crema normal para el resto del cuerpo y luego me visto, preparo un café y me tiro en el sofá con un libro.

— buenos días cielo, ¿qué hora es?

— las 12. Hemos quedado a la 1 en casa de los Carter, creo que les debes una disculpa.

— si, es cierto. Me voy a la ducha, me visto, tomo un café y nos vamos.

Asiento con la cabeza y me vuelvo a enfrascar en el libro, cuando mi padre sale de la ducha me voy a la habitación y me visto.

Unos vaqueros negros con unos tacones del mismo color acompañan a una camisa roja, me peino el pelo que cae liso por mis hombros y me hago la raya de agua del ojo en negro, un poco de rímel y cacao para los labios.

Salimos por la puerta de casa y obligó a mi padre a ir en moto, aunque convencerle sin una excusa coherente resulta bastante complicado. Llegamos a la puerta del portal de Dereck y llamamos al timbre.

Nos recibe a ambos con una sonrisa y mientras mi padre se disculpa con los Carter yo ayudo poniendo la mesa.

— ¿qué tal está hoy?

— bien supongo, se ha disculpado de manera decente o solo perdón.

— no, no, nos ha dado una charla de hecho.

— chicos venir.

Carter y yo nos dirigimos a la cocina donde Dereck nos llama y encontramos dos cajas una con mi nombre y otra con la de Carter.

— ¿esto es para nosotros?

— claro que si, en esta casa no hay más Orbelas que yo sepa.

— pero yo no he...

— da igual cielo, es un detalle, te lo doy porque te aprecio no porque quiera algo a cambio, además tu padre ha colaborado.

Cojo la caja emocionada y me siento en el suelo sonriendo de oreja a oreja coloco la caja entre las piernas y Carter me mira divertido, doy unas palmadas a mi lado y duda.

Le miro con la ceja levantada y por fin Carter deja a un lado su papel de adulto y se sienta a mi lado, con la misma sonrisa que la mía. Quita el lazo de su caja y lo abre con cuidado.

Señor CarterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora