Extra

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Ya han pasado cinco años desde que empecé mi relación con Carter, habíamos tenido bastantes problemas en la universidad sobretodo con los alumnos de menor rendimiento que exigían justicia a nuestra relación.

Al cabo de un par de meses todo el mundo estaba al tanto de que éramos novios y ya era más habitual que la gente nos viera dados de la mano o bajando del vehículo del otro. Con el paso del tiempo Carter había acabado cediendo a que le llevara en moto, siempre intentaba ir despacio y poco a poco acabó confinado en mi, de hecho incluso le enseñé a conducir y cuando está de buen humor lleva él la moto, yo disfruto del momento apoyando la cabeza en su espalda y saboreando la adrenalina de la velocidad mientras la moto es dirigida por otra persona.

Yo ya me he graduado y gracias a la influencia de mi futuro esposo conseguí abrir una clínica la cual dirijo junto a él. Nos ha otorgado muchos beneficios, no es por presumir pero somos realmente buenos y no tardó en expandirse nuestra experiencia.

Pagué todas las deudas de mi padre, viaje a Rusia y visite a Henrick, le puse al día de todo y termine de pagar mi deuda también con él a pesar de su insistencia en dejarlo atrás. Me enteré de que Carter pagó la universidad mi primer año, y discutí con él diciéndole que eso no era necesario, pero las discusión duró poco y acabo en empalagosos "te quiero".
Con el dinero que ganaba le compre un pequeño apartamento a mi padre en un barrio más seguro, ya que yo ahora vivía con Carter y Lucifer en su piso.

Mi padre al sentirse tan solo llamo a Marcus y ahora viven juntos y son socios de una pequeña empresa de restauración donde les va bastante bien. El barrio lamentó nuestra marcha e incluso Eduardo se despidió de nosotros. Aún recuerdo la rara despedida.

— he oído que te marchas.

— así es.

— ¿quién defenderá ahora el barrio?

— tengo esperanzas de que tras mi marcha no haya revoluciones, al fin y al cabo yo provoque la mayoría de los problemas.

— eso es verdad, realmente te tengo en estima, no siempre se encuentra una mujer con agallas como tú.

— fuiste un digno contrincante.

— ¿te hace una pelea?, ya sabes, por los buenos tiempos.

No me molesto ni en contestar, saco la navaja de mi bota y me coloco en posición de ataque. Tras varios minutos de guerra termino encima de Eduardo con la navaja en su cuello, me mira orgulloso, me levanto y le ayudo a incorporarse.

— ha sido una placer pelear contigo por última vez.

— adiós Eduardo.

— Cariño, vamos.

Mi padre coloca una mano en mi espalda sacándome de mis ensoñaciones, entrelazo mi brazo con el suyo y la música nupcial comienza a sonar, todo el mundo se pone de pie y avanzó por el pasillo, noto todas las miradas puestas en mi, pero yo solo tengo mi atención en una de ojos cenicientos. Su sonrisa casi parece iluminar la estancia y noto como su labio inferior tiembla en un pequeño puchero, pellizca el puente de su nariz y se coloca de nuevo en posición, le dirijo una amplia sonrisa y él me la devuelve, dejando atrás el puchero de felicidad.

Esta vestido con su traje de boda y su pelo peinado hacia atrás. Luce increíblemente atractivo y sé que mis ojos jamás se cansarán de verlo así, al lado está James, de padrino, con un traje parecido al de mi ex-profesor. Me sonríe orgulloso y noto como lágrimas de felicidad comienzan a acumularse bajo mis ojos.

Carter me ha vuelto más expresiva, ya no me aguanto las cosas y si tengo que llorar lloro tranquila sabiendo que él no me juzgará, desplazo mi vista hacia los bancos viendo a todos mis amigos allí, Will, Robert, Eli, Henrick, Dereck, Nick, que por cierto este último no perdió el tiempo y ya está casado y con dos hermosas criaturas, sonrió a su esposa y continuó con mi vista al frente, dirijo una mirada a Kat, mi dama de honor, va con un precioso vestido azul largo que realza su figura junto a unos tacones plata, su pelo normalmente liso cae en preciosos bucles por su hombro en un recogido elegante y desenfadado, acorde con su personalidad.

Ella y James se casaron hace dos años y ahora ella luce una pequeña curvatura en su barriga, James la mira idolatrándola desde el otro lado del altar y sé que están rememorando muchos momentos vividos.

Llego por fin a mi destino y mi padre deja mis manos en las de Carter sonriéndole orgulloso, alegrándose de que sea alguien como él, el que tome a su hija en matrimonio.

El cura habla pero yo no lo escucho, solo soy capaz de ver los ojos que me llevan cautivando desde el primer día. Alfredo dispara fotos desde distintos ángulos, insistió en ser nuestro fotógrafo además de que nos dijo que haría una exposición en nuestro honor a cambio de que posáramos para él como hace años yo había hecho.

Una de esas fotos, la sacada por Carter en el piano colgaba en una habitación de la casa que había sido creada exclusivamente para eso, las paredes estaban pintadas de un tono burdeos pero la gran cantidad de luz que entraba no dejaba que la habitación quedase muy oscura. Dentro había un piano que le regale a Carter insistiendo en que debería enseñarme, en una de las paredes colgaba mi foto y en otra colgaba una suya que le hice en una sesión.

— Orbela, ¿quieres recibir a Alexander Carter, como esposo y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

— sí quiero.

Señor CarterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora