Capítulo 7

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Lo único que Jimin sabía es que era la madrugada del martes cuando llegaron a Seul y tal vez estar en otro país y continente le hizo ignorar la realidad de su situación. Yoongi no era una celebridad, aun así si les tomaron fotografías en aquel lugar, las personas parecían intrigadas con un matrimonio que simplemente fue lanzando al mundo a pocos días de realizarse, pero si Jimin pudiese hablar les diría que él también lo supo de tal forma.

Nadie les estaba esperando al llegar a casa, Yoongi parecía cansado y Jimin igual por lo que ni una corta conversación apareció en ellos hasta ya estar dentro de la habitación.

— Podrás ir mañana al teatro, pero debes ir a buscarme a la hora de almorzar—.

— Aja—. Se limitó a decir Jimin para dejarse caer en la cama, estaba cansando como para buscar algo más cómodo que ponerse así que sin notarlo termino completamente rendido y no, estaba seguro que no se debía a un sueño normal y es que ese sujeto no parecía confiar en él tanto, porque si, estaba dándole somníferos.

El sol no tardó mucho en aparecer, Jimin despertó y comenzaba a entender que ser el último en hacerlo iba a ser una rutina, por lo que no dio pensamiento alguno a ello y sólo fue al baño para tomo o ducha rápida

Según lo que le había dicho Taehyung gente de Yoongi había ido a si casa y con ayuda de sus padre empacaron su ropa, por lo mismo salió con aquella toalla rodeando sus cintura esperando encontrar alguna de sus maleta, pues en el viaje esta era poca y escogida por ese hombre, por lo que eran simples pantalones y camisas que lucían casi iguales en diferente tono y que Jimin estaba suegro por la marca de estos, que pagar prendas de diseñador, aunque en tonos aburrido no iba a poder hacerlo todavía, no por su cuenta claro esta

No, no la encontró, por más que busco alguna maleta, o su ropa esta no estaba, lo que si encontró fue un gran armario con vestidor incluido y tanto lujo que término un poco mareado y cerrando la puerta, pues el pensar el precio de ellos y que algo se perdiera o arruinara le congelo la sangre.

Sin saber dónde mas buscar, porque si, aunque el cuarto era grande, aburrido y elegante, ya lo había recorrido en busca de que usar, pero no, nada apareció, por lo mismo tomo su teléfono ya que estaba seguro que le número de ese hombre estaba allí.

...

Realmente Yoongi era un hombre estricto, las personas que trabajaban con él lo sabían ya, pues era una copia del hombre que le crio, pues su tío había forjado un chico muy bueno para los negocios, pero muy malo para relacionarse con los demás.

Tener reuniones con este era agobiante para cualquiera, el hombre solía mira como si de una presa se tratase, era sigiloso, no ejercía ningún movimiento, sus manos estaban sobre la punta de larga mesa de juntas, en donde el pequeño reloj de arenas estaba acostado, pues este solamente lo usaba cuando alguien necesitaba hablar con él, y por alguien se refería a cualquier que no tuviese que hacer alguna presentación en ese día.

Yoongi odiaba muchas cosas, las personas con voz muy baja, que se notasen nerviosas, que no pareciesen estar seguras de lo que decían y sobre todo los teléfonos mientras estaban en aquella habitación, por lo que cuando uno de estos sonó apretó sus manos viendo a todos guardar silencio, pues al entrar a esa habitación cada uno se deshacía de su teléfono dejándolo en una caja, no era petición de Yoongi sino de la secretaria de este quien creyó que era lo mejor y por lo mismo Yoongi también dejaba el suyo allí.

— ¿De quién es?—. Pregunto el hombre, pero nadie respondió, la mujer que manejaba su agenda se levantó y fue a buscar el aparato.

— Ponlo en altavoz—. Pidió Yoongi a su secretaria quien fue a tomarlo, la chica parecía querer decirle algo, pero los ojos de Yoongi la presionaron a contestar.

Un espejo para Narciso (YOONMIN) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora