Capítulo 6

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El sol se elevaba a penas sobre el horizonte de la ciudad cuando abrió los ojos, su boca tenía el sabor amargo y nauseabundo del licor de la noche pasada, su estómago le reprochaba el haber bebido sin merendar y su cuerpo se sentía pegajoso, al volver la vista se encontró con el cabello desarreglado de una mujer de la que no recordaba el nombre, ni siquiera podía recordar qué le había dicho para que aceptase acompañarla a un lugar desconocido cuando estaba completamente solo, con los sentidos mermados por el alcohol y muchas personas que querrían ajustar cuentas con él.

Se alejó con un movimiento suave, intentando no despertar a su acompañante, localizó con la vista el baño de la habitación y suspiro de alivio por no tener que salir fuera del cuarto para bañarse, no sabía si esa chica vivía sola o no, recogió la ropa desperdigada por el suelo y se regañó a sí mismo cuando encontró su varita arrojada descuidadamente debajo del escritorio, la tomó de vuelta y la examinó con cuidado, no parecía haber sufrido ningún daño, no se perdonaría si esa varita sufría algún daño.

Cerró los ojos cuando el agua cayó sobre él, había un sentimiento de despecho en aceptar la propuesta de una desconocida en un bar, dejaba un sabor a vergüenza despertarse desnudo al día siguiente en una cama que no era la propia, pero sobre todo, había una sensación de soledad en su pecho desde que despertó esa mañana.

Nunca se había acostado con una bruja, se había guardado muy bien de no hacerlo debido a lo que le habían enseñado sus padres y los problemas que esto podría acarrear, era una magia muy antigua y olvidada en la actualidad, debido a la influencia de los nacidos de muggles que la encontraban escandalosa, vergonzosa y pecaminosa, pero existía aun cuando tantos lucharan por ignorarla, era la magia sexual, tan presente como cualquier otra en las sociedades mágicas y cada vez más rechazada y olvidada por considerarla indecente, esa magia que podía crear vínculos indeseados y que antes se tomaba en cuenta para los matrimonios. Era está la razón por las que todas sus experiencias en este campo habían sido con muggles.

Pero aunque se hubiera asegurado de proteger su magia de estas prácticas, aun así sentía esa sensación de vacío cuando terminaba, incluso de vergüenza; ceder a los impulsos, abandonarse a los brazos de cualquier mujer desconocida que deseara una aventura de una noche, y luego regresar a casa fingiendo que no había pasado nada importante; quizá por la forma en que lo había educado o porque simplemente algo estaba mal con él, nunca había podido sentirse satisfecho al día siguiente como todo el mundo hacía, o al menos, parecían hacer.

Se restregó la piel mientras intentaba quitar la desagradable sensación del sudor de la noche pasada, aún más importante, del sudor que no le pertenecía y entonces llegó al tatuaje oscuro de su brazo, siguió con los dedos el borde oscuro de la calavera, remarco con cuidado la pequeña grieta en el tatuaje, aquella señal del hechizo que lo había desactivado, solo una pequeña irregularidad en el trazo exacto del dibujo, una grieta que había dolido mucho más incluso que la misma marca, aún recordaba el dolor inimaginable, como si todo el efecto de un cruciatus extremadamente fuerte se hubiera concentrado en su antebrazo, entonces no había sido una certeza que funcionara, era solo una teoría que había pensado Severus, pero había cumplido su objetivo, había desactivado la marca impidiendo que Voldemort lo llamara o supiera que seguía vivo debido a esta.

Cerró el grifo de agua y salió de la ducha, uso un hechizo de secado porque era más rápido y no se sentía con la confianza de tomar las cosas del baño sin el permiso de la dueña, se vistió de nuevo, arregló el cabello y escondió entre la ropa las marcas de pasión que quedaban de la noche pasada, luego de lavar su boca con un hechizo, librándose del horrible sabor a licor, salió del baño para encontrarse con la mujer mirándolo desde la cama.

- ¿Te vas a quedar a desayunar? - pregunto medio dormida, tenía el maquillaje corrido y el cabello enmarañado, Regulus pensó que si no fuera una desconocida encontraría cierto encanto en eso, pero lo era, y en ese momento solo quería volver a su... quería irse.

Palabras calladas y medias verdadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora