40 - EXTRA

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40 | Capítulo extra.

-¡Valen! -el grito de Dani resonó por todo el departamento, urgente, casi desesperado-

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-¡Valen! -el grito de Dani resonó por todo el departamento, urgente, casi desesperado-. ¡Amor, amor, vení ya!

Valentín apareció en la cocina en cuestión de segundos, descalzo y con el ceño fruncido, claramente preocupado.

-¿Qué pasó, bebé? ¿Estás bien?

Dani, con la respiración agitada y los ojos muy abiertos, se aferraba al borde de la mesada, señalando con un dedo tembloroso un rincón del suelo.

-Ahí... ahí... una cucaracha. Es enorme.

Su voz se quebró al final, y sin esperar más, dio un paso torpe hacia atrás y se lanzó contra el pecho de su novio, escondiendo el rostro en su camiseta. Se aferró a él como si fuera su escudo contra el peligro, su refugio seguro.

Valentín, entre enternecido y divertido, envolvió a Dani con ambos brazos, apretándolo con suavidad contra su cuerpo mientras le acariciaba el cabello en lentos movimientos.

-Tranquilo, amor. No te va a hacer nada, ya pasó. La mato por vos, ¿Si?

Dani, aún temblando un poco, solo asintió, buscando más calor en ese abrazo que lo envolvía por completo.

Con delicadeza, Valentín fue aflojando el abrazo, dándole un beso en la frente antes de separarse lo justo. Tomó una de sus ojotas que estaban junto a la puerta y, con determinación, se acercó al rincón donde el insecto se movía lentamente.

-Cubríte los ojitos, bebé -dijo en tono juguetón. Dani obedeció, tapándose la cara con ambas manos pero espiando entre los dedos-.

Con un golpe certero y seco, Valentín aplastó la cucaracha, dejando escapar un leve suspiro de alivio. Luego tomó una servilleta y la recogió con cuidado, tirándola al tacho de basura y asegurándose de cerrarlo bien.

-Listo, amor. El monstruo ha sido vencido.

Dani, aún con la respiración entrecortada, se quedó quieto, sin moverse de donde estaba. Solo cuando Valentín se acercó de nuevo y lo envolvió en sus brazos, se permitió relajarse por completo.

-¿Ya está? -preguntó con un hilo de voz, acurrucándose nuevamente contra su pecho.

-Sí, ya está, mi amor. No queda nada. -Valen le besó la coronilla, su mano deslizándose con ternura por la espalda de Dani-. Vení, vamos a la cama. Quiero tenerte bien abrazadito.

Sin darle tiempo a replicar, Valentín lo levantó del suelo con facilidad, cargándolo como si fuera la princesa de un cuento. Dani dejó escapar un pequeño gritito sorprendido antes de rodear con los brazos el cuello de su novio, escondiendo la cara en la curva de su cuello.

-Valen, me podés bajar, no soy un bebé...

-Para mí siempre lo vas a ser. Además, me encanta llevarte así -respondió con una sonrisa, caminando con calma hacia la habitación-. Ahora no protestes, que te merecés mimos después del susto.

Al llegar a la cama, Valentín lo recostó con delicadeza, acomodándose a su lado enseguida. Lo atrajo de nuevo a su pecho, rodeándolo con los brazos de manera protectora, como si quisiera resguardarlo del mundo entero.

Daniel suspiró, sintiendo el calor reconfortante de ese abrazo. Apoyó la cabeza sobre su pecho, escuchando el sonido rítmico y constante de su corazón.

-Gracias, Valen... -murmuró en voz baja, casi como un suspiro-. No sé qué haría sin vos.

Valentín sonrió y deslizó los dedos entre sus onditas, acariciándolo con ternura infinita.

-No tenés que agradecerme nada, rey. Soy tuyo, ¿sabés? No importa cuántas cucarachas o monstruos tenga que vencer... siempre voy a estar para cuidarte.

Dani dejó escapar una risa suave, sintiendo cómo la tensión terminaba de desvanecerse. Se aferró un poco más al abrazo, disfrutando del silencio compartido que se instaló entre ellos.

El cuarto estaba en penumbra, iluminado solo por la luz tenue de la lámpara de noche. Los minutos pasaron, lentos y cálidos. Dani, relajado, pensó que Valen se había quedado dormido. Su respiración era tranquila, su pecho subía y bajaba con un ritmo constante.

Sonriendo con ternura, alzó la vista para mirarlo.

-Sos hermoso, Valu... -susurró, más para sí mismo que para despertar a su novio-.

Pero Valentín entreabrió los ojos y sonrió con esa expresión soñolienta y dulce que tanto derretía a Dani.

-No estoy dormido... -murmuró con voz ronca-. Estoy tratando de controlar esto que me hacés sentir.

Guiando con delicadeza la mano de Dani, la llevó a su pecho, justo donde su corazón latía con fuerza.

-¿Sentís eso? Lo causás vos... solo vos -susurró, sus labios rozando suavemente su frente-.

Dani sintió un calor suave extenderse por todo su cuerpo.

-¿De verdad?

-Siempre... -Valentín sonrió y lo besó con lentitud, un beso dulce y prolongado, como si quisiera grabar ese momento en su piel-. Ahora dormí, mi amor. Estoy acá... y siempre voy a estar.

Dani, sintiéndose más amado que nunca, se acurrucó aún más en su pecho. El latido calmado de Valentín fue lo último que escuchó antes de quedarse profundamente dormido, seguro y feliz en los brazos de la persona que más amaba.

CURSO (wosani) ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora