Inclusive después de todas las primaveras, de todas las veces que rompiste mi corazón, de todas las mañanas que tuvimos, no podía evitarlo.
A pesar de todo el dolor que nos causamos, no podía evitar que la suave brisa de Octubre me recordará a tu so...
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—¡Izuku! ¡Haz algo, bésalo, abrázalo!—Uraraka gritaba desesperada.—¡Tú lo amas! Demuéstraselo.
Izuku estaba demasiado perplejo como para poder hacer algo. No recordaba a aquel chico de pelo ceniza que todo el mundo aseguraba morir de amor por él.
—No sé quién es, Uraraka.—admitió algo asustado. —Lo siento, pero no lo conozco.
—¡Es Kacchan, Izuku! ¡Tu mejor amigo de la infancia, Ground Zero! Katsuki Bakugō.—Eijirō lloró en la misma desesperación que tenían todos en la habitación.
—Enserio, lo siento.—los ojos del joven héroe comenzaban a cristalizarse mientras que el rubio comenzaba a ahogarse en su propia sangre y pétalos. —Perdóname, Katsuki.
—Por favor, perdóname.—se recostó en el pecho lleno de rosas.
A Izuku le dolía. No lo conocía pero le dolía, era trágico ver a alguien que no recordarás morir a mano tuya siendo un héroe. Dedicarte a salvar vidas y que te lleves una sin poder a hacer algo al respecto es malditamente irónico y doloroso.
—Ka-acchan.—murmuró entre los pétalos que salían de su boca. Izuku no entendía y lo miro confundido.—Dime así.
Su voz se escuchaba rota y sin fuerzas. Pero hacia su mejor esfuerzo para poder hablar.
—Kacchan.—llamó Izuku débilmente. Y el chico que le habían dicho que se llamaba Katsuki, sonrió. Como si por un momento se sintiera completo.
—Quédate ahí, Deku.—llego a soltar el chico con un hilo de voz, refiriéndose a Izuku en su pecho.
Izuku reconocía que era muy empático y sensible. Pero no entendía como aquel chico en la cama dando sus últimos suspiros, llegaba a estrujar tanto su corazón.
Y mientras Izuku estaba recostado en el amplio pecho del enfermo, pudo escuchar el último de sus latidos.
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Todos en la academia lloraban desamparados, mientras Izuku sentía un enorme vacío en su pecho.
