Inclusive después de todas las primaveras, de todas las veces que rompiste mi corazón, de todas las mañanas que tuvimos, no podía evitarlo.
A pesar de todo el dolor que nos causamos, no podía evitar que la suave brisa de Octubre me recordará a tu so...
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—Anda en malos pasos, ese mocoso idiota anda en malos pasos. Lo sé.—decía Mitsuki mientras removía el caldo de pollo.
Inko por su lado hacia el arroz e Izuku escuchaba atento la conversación entre las dos señoras mientras ponía la mesa.
—Ay, comadre. Sólo es una etapa, de seguro ya se le ha de pasar.—dijo Inko para poder tranquilizar a su amiga.
—¿¡Etapa!? Tu Izuku no hace nada de eso, míralo.—señaló al chico que ponía la mesa que se puso nervioso de inmediato.—Tiene uno de los promedios más altos del colegio, tiene unos amigos de buena influencia y en su tiempo libre hace trabajo comunitario.
—¡Eh! No, no.—negó el chico sonriendo en nerviosísimo.—Kacchan tiene el promedio más alto del colegio, a veces se mete en problemas pero es un buen chico. No creo que ande en malos pasos, señora Bakugō.
—Ay, pero si lo ves, Inko. Es un amor, hasta defiende a mi mocoso de mierda. ¡Izuku y no me digas señora! Dime tía o sólo Mitsuki.
Izuku sólo pidió disculpas y todos rieron al mismo tiempo. Luego de hablar cosas no relacionadas al problemático hijo de Mitsuki, se sirvió la comida llamando todos a la mesa a comer. Katsuki que se había encerrado en su cuarto, salió con un pésimo humor a la mesa, un rato después Masaru se sentó con ellos.
Todos estaban listos para comer, agradecieron por los alimentos y se decidieron por comer.
Después de comer siguieron discutiendo asuntos triviales como la poca seguridad del barrio, chismes de la zona o cosas de aún menor importancia. Los dos chicos sólo se limitaban a escuchar, perdidos en sus propios pensamientos.
—¡Chicos! ¿Por qué no salen un rato y van a comprar una Coca-Cola?—Mitsuki pidió con una sonrisa a lo que Izuku asintió con una sonrisa para salir.
—Dije chicos, tú también Katsuki.—llamó a regañadientes al chico que no tenía la mínima intención de pararse e ir a comprar con Izuku.—Estoy esperando.
Katsuki gruñó pero se paró para dirigirse a la puerta. Podría ser un mocoso problemático pero sabía que no debía meterse con su madre. Más que por respeto, era por el miedo que le daba esa vieja bruja.
—Cuida de mi niño, Izuku.—se despidió Mitsuki de ambos chicos.
Era un sábado en la tarde y ya estaba oscureciendo, los Midoriya tanto como los Bakugō tenían por costumbre almorzar juntos y quedarse charlando hasta la madrugada, debido a las buenas amigas que eran Inko y Mitsuki.
Lastimosamente ese no era el caso con sus hijos.
—Kacchan.—Izuku llamaba a su amigo de la infancia que lo había dejado atrás por dos cuadras.—¡Espérame!
—No es mi culpa que seas un nerd lento.—refunfuño. Las sirenas comenzaron a sonar haciendo que Izuku se acercara rápidamente a Katsuki.
—Eres un miedoso de mierda, Deku.—se sonrió Katsuki a si mismo.
