*****AVISO: capítulo con contenido adulto (+18): leer bajo su propia responsabilidad***
No era suficiente el vino ...también quería el mesonero...
No hizo a tiempo a detener este arroyo en plena de pensamientos en su mente que Milo dormindo se movío despacio, apretándolo en los brazos. Posteriormente su finas manos se separaron del cuerpo de Acuario para viajar en las calles dibujadas de sus musculos, acariciando antes los esculpidos pectorales, luego los abdominales y los soberbios glúteos del mago del agua y del hielo, llegando al final en la entrepierna para apretar con deseo el duro membro erguido. El contacto fue una descarga elétrica de puro gozo: el fallo del francés empezó a mojarse y gotas color marfil de presemilla generosamente comenzaron a salir.
A Camus le saltó el corazón en la garganta, latiendo como loco: todo esto tomó por sorpresa el pobre santo que, más avergonzado que nunca, ya no sabía más que hacer, y rojo de incomodidad solo anhelaba desvanecerse en el blanco manto de las sábanas, o que su piel blanquecina pudiera confundirse con ellas.
En ese instante sonó la alarma: eran las campanas que tocaban para su funeral, la melodía que acompañaba su sentencia de muerte....su hora había legado: Aurora Execution!! Sí..solo que esta vez no iba él a lanzar su mejor técnica, sino la habría ejecutada el bicho, convirtiéndola en una "Scarlet Needle Antares" en su culo! Era lo mínimo que le podía pasar.
La chica medio dormida abrío los ojos somnolientos lentamente, mientras el acuariano apagaba el despertador con su tintineante sonido, alargando un brazo. Milo se dio cuenta de inmediato que no estaba en su templo, en su cuarto, sino en un lugar mucho más luminoso del aire fresquito, punzante, dondé las luces del amanecer entraban directas, poderosas, respecto a como se reflejaban en sus aposentos, que siempre guardaban un aura misteriosa, enigmática, casí gótica, oscura encluso de día: aquí el ambiente era muy distinto, exactamente al revés en mucho aspectos, pero compartían la misma energía evocadora surreal de un espacio mucho más soñado, que de verdadera materialidad.
Desde los cristales ricamente decorados de las ventanas del onceavo templo, abiertas a la mitad, se abrían paso los primeros rayos del sol, que se descomponían, como si pasaran a través un prisma, un diamante puro, precioso, en vibraciones de colores que projectaban refleyos brillantes, de múltiples facetas en los tonos, todo alrededor las pálidas paredes resplandecían, cortinas y sábanas blancas estaban taraceadas por destellos, regalando a la habítación un inestimable toque de reino mágico y encantado. Era como estar sumergido en un caleidoscópico baile de reflejos color del arco iris de la aurora boreal.
La grieca se quedó sin aliento en frente de tal belleza deslumbrante de dicho inesperado espectáculo maravilloso, y con una mirada cautivada y perdida a la vez, comenzó a girar la cabeza para mirar alrededor, hasta toparse con el hermoso rostro muy serio de su mejor amigo, que tenía las blanquísimas mejillas encendidas de un cálido toque purpúreo.
Los ojos cambiantes de Acuario, que varían desde el color zafiro al tono de la amatista, centelleaban entre la luz polfacética, que alegre jugaba en todas direcciones y inundaba los espacios haciéndolos insolitos. El caballero de Acuario se ganó el título del" alíen" del ejército de Atena precisamente por esos ojos helados, estrictos, hypnóticos que tenian en el fondo un fuego frío que ardía debajo la placa de hielo de su iris y sus extrañas pestañas bipartitas, así como par su actitud reservada, a veces distante: parecía una criatura inaccesible, algunas veces ajena. Su cuerpo de la piel de alabastro se revelaba alto y esbelto, delgado, pero al mismo tiempo tallado, bastante musculado, de proporciones perfectas, estaba escondido en parte de la seda ligera de la ropa de cama. El precioso cabello aguamarina bajaba delante, largo, en su pecho, detrás iba por las espaldas, y acababa al atura de dos gluteos que eran algo de increíble a verse: levantados, firmes, marmóreos. Milo nunca había podido quitar la mirada perdida de encima a el trasero divino de su más querido amigo, incluso si se declaraba heterosexual, y no era el único: todos al Santuario, tanto hombres como mujeres, observaban a escondidas el culito de ensueño de Camus, incluso el torito Aldebaran, el caballero más fiel a la heterosexualidad que podía existir. El bello pelo que envolvía todo esto esplendor de hombre lo hacia exquisito, elegante y a la vez muy varonil: un luchador galo del norte hermoso, que daba la impresión de ser imposible de conquistar. Camus realmente personificaba Ganimedes, quizás era su reencarnación: el francés, de todos modos, era considerado uno de los guerreros más guapos y singular de Grecia.
ESTÁS LEYENDO
SCARLET TEARS - MILO COMING OUT?
Fanfiction"Siempre he tenido una tal opiníon acerca de mi mismo como ser humano: un valiente caballero que estaba feliz con su obligatión de proteger y luchar por su diosa, a quien había jurado lealtad. Me gustaban las mujeres, el buen vino tinto, los chiste...