La oportunidad de tomar libres decisiones en nuestra existencia se llama "libre albedrío", sin embargo hay que recordar que cualquier elección correcta o equivocada que sea por nosostros trae consecuencias.
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Un mes y medío después del desastre....
A septiembre en Grecia, tierra del sol, seguro no se puede afirmar que el verano ha terminado, porqué el calor es aún muy intenso durante el día, aunque esto empieza a ser más corto, las mañanas y las noches se van tímidamente a poner frescas, agradables: es placentero sentir una leve brisa, en estos dos momentos de las veinticuatro horas, que llega desde el mar, acariciar tu cara, saccudir un pochito tu pelo, y las gaviotas, con su cadencioso sonido, acompañan los bañistas después de un día solado en las playas, a una refrescante cena, o a un dulce despertar, combinado a un intenso olor de café expreso humante, de aroma cremoso, redondo. Fue ese encantador viento marino que aquella mañana, muy temprano, llevaba nostra querida diosa Atena de vuelta al Santuario, de regreso de unas largas, merecidas vacaciones en Japón, lugar donde crecío, acompañada de sus fieles caballeros de bronce. Los dos taxis que cargaban ella y sus guerreros corrían por las calles del pueblo de Rodorio, aún durmiente, mientras los primeros hombres y mujeres ya estaban despiertos al trabajar, armando carpas, alineando mesas, y exihibiendo por encima de ellos mercancías y productos alimenticios: estaban arreglando el mercado pueblerino; en el proceso las tiendas y la cafetería estaban abiertos temprano por los residentes madrugadores y los turistas ya en camino para alcanzar la acrópolis de Atenas. El viento del amanecer llegaba a soplar moviendo suavemente las cortinas, las persianas abiertas de los doce templos zodiacales y de la decimotercera casa del Patriarca, especialmente a nivel de las casas superiores, dónde el aire aparecía más puro, immaculado, áspero, en la impresionista madrugada hélenica.
El bello rostro de uno de los caballeros más acostumbrados a levantarse temprano, fue rozado por el apacible Etesio* matinal, su sedoso pelo ligeramente levantado y movido con gentileza. El ambiente era favorable para un delicado despertar, no obstante ese día no parecía querer levantarse como de costumbre, puesto que haber encontrado, por primera vez en su existencia, el refugio perfecto, el espacio más íntimo, las sabanas más blandas dónde envolver su cuerpo y crear su nido entre las cojines y.. no levantarse nunca más!!
Todo esto era muy extraño por parte de un guerrero que solía despertar a menudo también a las cinco de la mañana para ir a entrenar al Coliseo lo antes posible, y entonces seguir con las muchas actividades que desempeñava diariamente, salvo que su Santidad Shion, por la noche, no necesitaba expresamente de su presencia en el observatorio Star Hill, para ayudarlo a mirar, leer, interpretar las estrellas de esa noche en particular.
Recibía con frequencia dichas solicitudes, y en aquellas acasiones la mañana se despertaba más tarde, pero nuncha después de las ocho. Por generaciones los que partenecían a su constelacíon zodiacal tenían el privilegio de ayudar el Pontefice en sus estudios astronómicos y astrológicos**, de echo eran santos eruditos de antiguo y noble linaje, con cultura, estudios de filosofía y lettras respetable: lo cierto eran mucho más que solo de combatientes que sabía como manejar el cosmo o pelear, en efecto podía considerarse perfectamente inventores, artistas y magos de hielo, hombres de ciencia, escritores brillantes. Y él no se quedaba atrás! Sus entrenamientos de santo de oro iban juntos desde siempre con los estudios clásicos, el aprendizaye de idiomas antiguos y modernos, además su biblioteca personal era su fortuna, puesto que incluía todo el conocimiento y los secretos de sus antecesores: era la joya más preciada del Santuario, junto con la biblioteca y el registro historico del Pontefice. No obstante no había partecipado en el estudio de alguna anomalía celeste en compañia de Shion durante esas horas nocturnas.
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SCARLET TEARS - MILO COMING OUT?
Fanfiction"Siempre he tenido una tal opiníon acerca de mi mismo como ser humano: un valiente caballero que estaba feliz con su obligatión de proteger y luchar por su diosa, a quien había jurado lealtad. Me gustaban las mujeres, el buen vino tinto, los chiste...