"Siempre he tenido una tal opiníon acerca de mi mismo como ser humano: un valiente caballero que estaba feliz con su obligatión de proteger y luchar por su diosa, a quien había jurado lealtad. Me gustaban las mujeres, el buen vino tinto, los chiste...
Los amigos son esas personas que te dicen las cosas en la cara y siempre te defienden detrás de los hombros...
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El caluroso día de verano estaba llegando a su fin y el sol bajaba rojo en el horizonte, iluminando con sus últimos rayos cálidos el maravilloso amplio jardín, donde dos grandes e inmensos cerezos sacaban sus primeras gemas preciosas para prepararse para la próxima floración otoñal: el Sakura Invernal, también llamado Fuyuzakura, era el maravilloso cerezo de los jardines de invierno japoneses que tenía la característica de florecer en otoño y luego continuar, esporádicamente, incluso en invierno. Tales árboles perfumados eran espectaculares cuando aparecían en su intenso y delicado rosa, y eran expresión de la perfección estética de este pedacito de paraíso que resultaba como un lugar de pura belleza, totalmente desvinculado del universo circundante, perfecto en su tranquilidad para meditar debajo las copas frondosas o para dedicarse a la práctica del yoga.
Las ventanas de la casa zodiacal que daban al jardín estaban abiertas y un intenso aroma de mirra de resina de incienso, proveniente del interior, se propagaba alrededor. Dentro del hogar limpio, ordenado y extremadamente minimalista se respiraba un aire de santidad silenciosa, interrumpida solo por los ruidosos colores brillantes que provenían de algunos platos que descansaban sobre una pequeña mesa baja preparada para la cena, con a los lados dos cojines decorados con mandalas multicolores, puestos en el piso, sobre una alfombra rica en incrustaciones de flor de loto azul. La vajilla de cerámica pintada a mano y el mismo mantel de cáñamo tejido eran una explosión de colores, que oscilaban de las matices entre el rojo y el morado.
En la habitación contigua del salón el santo dorado de la susodicha casa estaba inmerso en una profunda meditación espiritual, seguida de la práctica de algunos ejercicios: con los ojos cerrados recitaba las últimas secuencias del "Oṃ Maṇi Padme Hūṃ"* haciendo vibrar rítmicamente en su garganta las sílabas del mantra, generando impulsos energéticos que se esparcían por todos lados, creando una vasta aura dorada a su alrededor.
De repente alguien tocó la puerta del sexto templo zodiacal y una voz conocida exclamó: - Soy yo ... estoy aquí con la cena! -. Por lo tanto el caballero decidió terminar con sus ejercicios nocturnos diarios e ir a abrir la puerta de su casa.
- Gracias que me abriste enseguida .. tengo hambre! Espero no haberte molestado demasiado pronto: sé que a esta hora estás muy occupado con tus rituales de purificación vespertina.
-No te preocupes, acabo de terminar! Ya que eres mi invitado esta tarde, decidí recitar en tu honor el "Oṃ Maṇi Padme Hūṃ", el famoso mantra de purificación creado por Buda Quan Yin que se volvió famoso debido a Buda Padmasambhava cuando viajó entre la India y el Tíbet: lo repetía continuamente, enseñándolo así a muchos maestros **...-
El joven de largo cabello lavanda sonrió dulcemente con una mirada serena y exclamó- Me haces un gran honor, Shaka! Y yo he preparado pensando en ti, con la ayuda de Aldebaran y Kiki, un menú vegetariano indio perfecto... así nos mantenemos ligeros y luego vamos a la junta general con todos los demás caballeros decidida por mi maestro. La señorita Athena regresó temprano esta mañana! Debemos estar en la gran sala del consejo a las 21, en el decimotercer templo ..-.
