Son las doce con veinticinco de la madrugada, lo único que mis oídos logran escuchar en este momento es el sonido con eco que causan los tacones de mis zapatillas favoritas al tocar el cemento frío de la acera por donde me dispongo a caminar para llegar a la esquina que me he asignado ya hace mucho tiempo. Un sentimiento de frío repentino me acoge y por inercia mis brazos abrazan mis torso para calentarme, por un momento me arrepiento de haber escogido un vestido y no un pantalón de pijama para salir a buscar clientes, mi mente se burla de mi mal chiste y unas luces iluminan la carretera abandonada enfrente de mí.
Una camioneta blanca, seguramente de este año, se encuentra estacionada frente a mí, aun con el motor encendido y las luces iluminan todo el camino por delante, la ventana del conductor se recorre hacia abajo, dejándome ver un cabello oscuro brillando a causa de los grandes focos, un pequeño intento de sonrisa y un meneo de cabeza indicando que ingrese al automóvil. Mis piernas nerviosas y firmes, me llevan al lado contrario de donde me encontraba hace un minuto, mi mano se aferra a la manija de la puerta y me tomó mis cinco segundos de costumbre, para pensar si en realidad voy a atreverme a hacer lo siguiente y para hacerle saber a mi mente que una vez abra esa puerta no existe vuelta atrás.
Uno, dos, tres, cuatro, la puerta del gran auto se abre permitiéndome observar a un gran hombre castaño esperando que suba, mi pierna izquierda entra y me apoyo en la derecha para impulsarme en un pequeño salto para tomar asiento al lado de mi acompañante, por esta noche.
El sonido del acelerador al avanzar me hace volver en mi, me limito a mantener la mirada fija en el camino brillante con unas marcas amarillas dibujadas por la izquierda, en mi mente ya conozco el camino, reconozco cada anunció, cafetería y la entrada del gran hotel al que estoy casi acostumbrada a venir, aunque esta vez hay algo diferente...un nuevo cliente.
Sus jadeos se mezclan con los mios, mientras mi cabeza viaja hacía su pecho, y el olor a sexo, sudor y pasión entra por mi nariz.
–Por favor, no me abandones en la mañana.–Ruego.
El hombre rubio debajo de mi asiente, y besa mi cuello una última vez antes de ponerme a su lado para abrazarme antes de dormir. Me permito cerrar los ojos un par de minutos antes de comenzar con mi plan de huida.
Un zumbido me hace reaccionar de inmediato, reviso la hora en el reloj que se encuentra a un lado de mí, "2:35 a.m." y suspiro. Es hora de irme. Me dispongo a tomar asiento en la cama con mis manos a cada lado mientras pienso, talvez hoy podría quedarme, la idea se esfuma tan rápido como apareció. Me giro para observar al hombre que hace menos de media hora estaba haciéndome suya como si fuera el último día de la tierra y fuéramos a morir todos mañana, no me tomo demasiado y me recuerdo que debo marcharme antes de que se dé cuenta.
Comienzo con mi ritual de siempre, tomó mi ropa interior, medias y vestido antes de encerrarme en el baño a colocar todo de nuevo en su lugar, termino pronto pues sé que esta noche me he tomado un poco más de tiempo de normal para marcharme, busco con rapidez y todo el silencio posible algún tipo de papel donde pueda escribir una nota, de pronto una servilleta aparece en mi campo de visión.
Escribo...
"Ha sido una de las mejores noches de mi vida. Gracias a ti, mi amor. Ha sido un gusto sentirte."
Y huyo de aquella habitación.
Con la adrenalina corriendo por mis venas, ese sentimiento exquisito que me causaba saber que había pasado la noche con un hombre que de seguro ni recordaría que hace en un hotel. Con el pequeño toqué de amor que me brindan los brazos de cada hombre con el que pasó cada noche.
Pero, para que iba a negarlo, me encanta todo aquello. Algunos podrán llamarme enferma, otros ninfómana, pero esto era lo que me gustaba, esto era lo que me llenaba el corazón y me hacía querer hacerlo todos los días. Como aquellos que aman ser doctores, abogados o psicólogos, que aun sabiendo todo el cansancio, agotamiento y problemas que pueda conllevar, se esfuerzan por lograrlo y llevar su vida con eso, por qué es lo que les gusta hacer.
A mí, a cambio de las personas normales, no quería ser el doctor más reconocido de la cuidad o el ingeniero mas importante de todo el país. A mí me encanta el sexo con extraños, sentir la furia, pasión y lujuria mientras nuestros cuerpos se mezclan, los nervios de punta por que nada fuese a descubrirnos y sobre todo, el anonimato, saber a la perfección que nadie, ahora ni nunca se enteraría de lo que habíamos hecho en esa habitación de hotel.
Para mi, no existe mejor manera de aprovechar la vida. Talvez no la más correcta, pero no había necesidad de relaciones amorosas, desamor, problemas, celos y todo eso que llega a causar el amor. Si sé que puedo tener todo lo que quiera de un hombre con un pequeño toque de mis manos.
Mi vida es divertida, lujuriosa y extravagante.
Y algo que me ha quedado por experiencia y de lo que estaba segura era que en este "van y vienen" el amor no conviene.
ESTÁS LEYENDO
Please. || H. S
RandomY de algo estoy muy segura, en estos "Van y Vienen" el amor no conviene.