Me había parado temprano para ir a ver a mis hermanos y tratar de hablar con ellos, Sali de la sala común y vi a unas chicas hablando.
—Allí, mira. – susurró una chica de Ravenclaw de rasgos asiáticos.
—¿Dónde? – dijo una chica de Hufflepuff, que estaba conversando con la Ravenclaw.
—Al lado del chico Weasley. – le informó la Ravenclaw asiática, señalándonos a Ron con el dedo disimuladamente.
—¿El de gafas? – dijo otra chica de Hufflepuff que se había unido a la conversación de la chica de Hufflepuff y la chica de Ravenclaw.
—¿Has visto su cara? ¿Y su cicatriz? – Los murmullos perseguían a Harry lo mire y me acerque a el.
—Hola Harry. – Lo salude.
—Hola Lizzie. – Me contesto con una sonrisa - ¿Vienes con nosotros?
—Claro, bueno eso si a Ronald no le molesta.
—En realidad no estoy molesto, Lizzie. – dijo viendo a otro lado – No puedo enojarme con mi hermana. – Sonreí ante sus palabras.Los alumnos que estaban fuera de las aulas se ponían de puntillas para verlo, o se daban la vuelta en los pasillos.
Y cómo Ron y yo éramos los que protegíamos a Harry de las miradas, también nos miraban a nosotros.
—«Pobre Harry al soportar esto»
—«Ni lo digas, esto pasa desde que salimos de la sala común» – Me contesto mi hermano.En Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas.
Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes, otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar.
Después, había puertas que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas.
También era muy difícil recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente.
Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros, y estaba segura de que las armaduras podían andar.
Los fantasmas tampoco ayudaban.
Siempre era una desagradable sorpresa que alguno se deslizara súbitamente a través de la puerta que se intentaba abrir.
Nick Casi Decapitado siempre se sentía contento de señalar el camino indicado a los nuevos Gryffindor, pero Peeves el Duende se encargaba de poner puertas cerradas y escaleras con trampas en el camino de los que llegaban tarde a clase.
También les tiraba papeleras a la cabeza, corría las alfombras debajo de los pies del que pasaba, les tiraba tizas o, invisible, se deslizaba por detrás, cogía la nariz de alguno y gritaba "¡TENGO TU NARIZ!"
Pero aún peor que Peeves, si eso era posible, era el celador, Argus Filch.
Harry, Ron y yo nos las arreglamos para chocar con él, en la primera mañana.
Filch nos encontró tratando de pasar por una puerta que, desgraciadamente, resultó ser la entrada al pasillo prohibido del tercer piso.
No nos creyó cuando dijimos que estábamos perdidos, estaba convencido de que queríamos entrar a propósito y nos amenazó con encerrarnos en los calabozos, hasta que el profesor Quirrell, que pasaba por allí, nos rescató.
Filch tenía una gata llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color polvoriento, con ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch.
Patrullaba sola por los pasillos y, si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie fuera de la línea permitida, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía dos segundos más tarde.
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𝓛𝓲𝔃𝔃𝓲𝓮 𝓦𝓮𝓪𝓼𝓵𝓮𝔂 𝓨 𝓛𝓪 𝓟𝓲𝓮𝓭𝓻𝓪 𝓕𝓲𝓵𝓸𝓼𝓸𝓯𝓪𝓵.
FanfictionEres la melliza de Ron Weasley. Basada en la primer película y libro de Harry Potter . Todos los personajes le pertenecen a J. K. Rowling a mi solo me pertenece solo Elizabeth Weasley "Lizzie".